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Nov 2024 - Edición 288

La necesidad de un estrecho vínculo entre los liceos TP y la empresa

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Más que leer y escribir

Los resultados del Simce de Escritura de sexto básico, entregados a fines de septiembre pasado, evidenciaron las dificultades que tienen los alumnos para escribir textos coherentes. Pero, además, según un estudio realizado por la UDD, en Chile existe una importante brecha socioeconómica entre los alumnos. Conversamos con expertos acerca de la realidad chilena y la importancia de tomar medidas para hacer frente a nuevos desafíos.

Por: Marcela Paz Muñoz Illanes
Más que leer y escribir

Pablo tiene 15 años, pero hace solo tres meses leyó un libro por primera vez y escribió sus primeras líneas en el diario de vida que le habían regalado. Está feliz y orgulloso de sí mismo, “se me abrió un mundo nuevo”, asegura muy contento. 

La historia de Pablo pone de manifiesto la realidad de miles de personas en nuestro país. Según la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica (Casen), al menos 500 mil personas en el país aún no saben leer ni escribir. Y como si fuese poco, los resultados del último Simce escritura revelaron que un tercio de los alumnos no logra escribir un texto comprensible y un 45% no puede desarrollar sus ideas en profundidad. 

BERNARDITA PRECHT, jefa de área de Lenguaje del Santiago College “Hemos dejado de lado la lectura de buenos modelos de literatura, bajamos la cantidad de lectura, y les simplificamos demasiado la vida a los niños”.

¿Por qué llegamos a esta situación? ¿Qué sucedió con la formación de los alumnos? Para Bernardita Precht, jefe de área de Lenguaje del Santiago College, no se lograron los objetivos. “Hemos dejado de lado la lectura de buenos modelos de literatura, bajamos la cantidad de lectura, y les simplificamos demasiado la vida a los niños. No solo han dejado de leer de manera independiente, sino que, en las clases, los profesores no les leen en voz alta a sus alumnos. Además, se ha dejado de enseñar el manejo del idioma, y nuestros niños escriben poco y nosotros revisamos con menos rigor lo que producen”. 

Sucede que, durante muchos años —explica Javiera Necochea de Aptus Chile—, se ha dado la señal de que lo importante es solamente la lectura, porque el Simce midió durante décadas solo eso. “Por lo tanto, la escritura quedó relegada a segundo plano, pero, además, en muchos casos existe desconocimiento por parte de los docentes y directivos de la didáctica de la escritura. Son muy pocos los profesores que saben enseñar a los niños a mirar un texto y mejorarlo, lo cual involucra un trabajo de modelaje, de leer los textos entre todos y mejorarlos, de conciencia de que la persona que lee no sabe lo mismo que yo, de orden de las ideas. Ese trabajo es casi inexistente en el aula”.  

En todo caso, “en las escuelas en que sí se trabaja la escritura, muchas veces se limita a definir los momentos del proceso de escritura, pero muy pocos lo han desarrollado en la práctica como el proceso iterativo que realmente es, y trabajando las habilidades de escritura. En tercer lugar, la escritura es vista como algo que es muy demandante y que toma mucho tiempo de corrección, que los docentes no tienen. Las tareas de escritura que les dan tienden a ser muy largas y descontextualizadas de lo que los niños aprenden. Por ejemplo, el famoso texto sobre lo que hicieron durante las vacaciones. Sin embargo, sería más provechoso, por ejemplo, trabajar con los niños para que mejoren la manera como responden en las pruebas, abordando una respuesta a la semana, enseñándoles estrategias y que les permitan organizarlas, revisarlas y completarlas. Eso le daría una funcionalidad a la escritura y los niños, además, entenderían que escribir mejor tiene una utilidad comunicativa”, sostiene Javiera Necochea. 

En todo caso, dice Manuela Biedma, directora del Colegio Victoria Prieto, “el bajo desempeño no se puede adjudicar a razones puntuales porque la escritura es una habilidad compleja que se debe desarrollar a lo largo de toda la escolaridad, lo que sí se puede es deducir que hay un currículum que no se está implementando de manera adecuada. El currículum de lenguaje está compuesto de tres ejes, específicamente el de Escritura presenta objetivos de aprendizaje de manera secuencial y graduada según nivel escolar, esos objetivos están alineados con lo que dice la literatura sobre el desarrollo de la escritura y, si se revisan, se comprueba que los estudiantes de sexto básico obtienen desempeños cercanos a los de segundo básico. 

De hecho, asegura la directora, los estudiantes de sexto no tienen menos capacidad que los de segundo, solo que no han hecho el recorrido curricular adecuado y ese recorrido se debe realizar en el aula. “Es una deuda con sus aprendizajes que será difícil de saldar”, asegura Manuela Biedma. 

 

En nivel preescolar, la solución 

Pero no todo está perdido. La situación es factible de remediar, trabajando en niveles preescolares. “Creo que es posible si volvemos, en todos los niveles, la mirada a la lectura de buenos modelos, la producción constante de textos, la enseñanza explícita del manejo del idioma y el leer, leer y leer”, sugiere Bernardita Precht. 

VÍCTOR MARTÍNEZ, economista y académico de la UDD “Sin un buen lenguaje, sin importar cuán impecable esté tu matemática, no puedes comunicar lo que descubriste. Esa es la relación que hay entre la lectura y el resto de las disciplinas. Si tú no lees, no aprendes, y si no escribes, no puedes contar lo que aprendiste”.

Agrega Javiera Necochea que, en niveles preescolares, más que solo incorporar un trabajo de motivación a la escritura, es necesario trabajar fuertemente el discurso oral, que los niños puedan expresarse cada vez de manera más extensa, con mayor vocabulario y con estructuras sintácticas más complejas. “Sin esto, es muy difícil que en el futuro escriban buenos textos. Además, para que nuestros estudiantes realmente puedan comunicarse por escrito de manera que sea efectiva y comprensible, se requieren otras acciones que complementen el trabajo del nivel preescolar. Algunas de ellas son: crear talleres y cursos de perfeccionamiento que ayuden a los docentes a escribir mejor, aumentar sus conocimientos de didáctica de la escritura y generar tiempos para la escritura dentro del aula”. 

En esa misma línea, explica Manuela Biedma, “según la literatura al respecto, hay que profundizar en la competencia oral de los niños y eso debe ocurrir de manera intencionada para que los niños adquieran vocabulario, conocimiento de mundo, estructuras sintácticas y experiencia de comunicación con otro(s) para desarrollar lo que a mi juicio es una tecla fundamental: la conciencia de destinatario”. 

Sin embargo, para Víctor Martínez, académico de la UDD, si bien es posible revertir esos malos resultados, “hay que tener claro que es complicado. Cuando hay tantos efectos que explican el sesgo de clase social en los resultados Simce, hay que diseñar políticas que utilicen bien los recursos, que cada vez son más escasos donde se necesitan, en la primera infancia. Lo deseable es invertir más en los más vulnerables, y cuando son más pequeños, además de complementar estos recursos con desarrollo integral en las escuelas vulnerables que ayuden a los estudiantes de mejor forma a relacionarse con un entorno más hostil para el estudio”. 

 

Formación inicial de profesores y apoyo en la tecnología 

Afirma Manuela Biedma: “Creo que es posible remediar la situación, desde la vía de la formación inicial de profesores, por supuesto. Sin embargo, no podemos esperar, por eso hay que trabajar tanto con las cohortes de sexto básico que no alcanzan los aprendizajes mínimos en escritura como con los niveles preescolares”. 

Con los resultados en mano, dice, se debe analizar el desarrollo del eje de escritura secuencialmente y ubicar dónde se encuentran nuestros estudiantes y desde ahí reparar. “Se debe intentar que la escritura sea fundamental para todo su desempeño escolar; es decir, trabajo con las asign

MANUELA BIEDMA, directora del Colegio Victoria Prieto “El bajo desempeño no se puede adjudicar a razones puntuales porque la escritura es una habilidad compleja que se debe desarrollar a lo largo de toda la escolaridad. Lo que sí se puede es deducir que hay un currículum que no se está implementando de manera adecuada”.

aturas que requieren de esta habilidad para ser aprendidas y pedir que ante cualquier situación de la vida escolar que requiera comunicación de parte de los estudiantes con los distintos actores de la comunidad educativa, sea a través de la escritura”. 

 

Asimismo, aunque suene cliché —apunta Manuela Biedma—, “hay que utilizar la tecnología a nuestro favor, tomando conciencia de que los estudiantes leen y escriben todo el tiempo en soportes tecnológicos y que nuestra misión, como enseñanza escolar, es procurar que ellos sepan ajustarse a las situaciones comunicativas en las que se desenvuelven y vayan adquiriendo esa ‘conciencia de destinatario’ que hace discriminar qué temas, con qué vocabulario, por qué canal de comunicación”.  

“Las estrategias para motivar a leer y escribir dependen de la edad de los estudiantes y los programas de estudios proponen varias muy interesantes. Mi recomendación es escoger aquellas que mejor se adecuen a mis alumnos por intereses, contexto, curso, etc. No necesariamente obnubilarse con recursos tecnológicos. Por ejemplo, si el objetivo de aprendizaje es que escriban textos de opinión, se pueden leer noticias seleccionadas previamente y que ellos añadan comentarios. Se puede crear un blog para incorporar personajes preferidos de las narraciones que van leyendo durante el año. Para motivarlos a leer, se pueden realizar presentaciones de libros por parte de miembros de la comunidad educativa; por ejemplo, un administrativo va a un 7° y presenta su libro preferido de esa edad, por qué le gustó, por qué lo recomienda, etc. Esto debiese ser sostenido en el tiempo y no un evento puntual”, subraya Manuela Biedma. 

 

Motivar a los alumnos, otra de las claves 

JAVIERA NECOCHEA, de Aptus Chile “Si los alumnos usan la escritura para comunicar sus conocimientos, logran aprendizajes más reflexivos, se apropian más de los temas y los elaboran. En definitiva, se transforman en estudiantes que pueden categorizar la información, ordenarla, integrar diferentes puntos de vista e investigar de diversas fuentes".

Según la profesora del Santiago College, “un profesor que ama leer es un docente que contagia con su entusiasmo, que es capaz de hacer apasionante cualquier texto, por más lejano que sea. Creo que es volver a nuestra esencia, reencantarnos con la pasión que nos movió a ser profesores. Las estrategias están en cada uno de nosotros”. 

Los resultados luego de motivar a los alumnos saltan a la vista. “Se mejora la comprensión de lectura, el pensamiento crítico, la reflexión, se abren nuevos mundos, permite acercarse con una mirada mejor dotada a las otras disciplinas, tener opinión, rescatar valor de lo que leímos y hacer conexiones”. 

Explica Javiera Necochea que la manera de estimular a los niños es que los temas y actividades de escritura tengan un propósito claro, que sirvan para algo que no sea solo la lectura y corrección por parte de la profesora. “Uno escribe para que otros sepan algo, para que hagan algo, y aquello es tan cierto en el mundo digital como en el papel. Si escribimos cartas para entregar a los papás el día de la reunión de apoderados, esa escritura tiene un sentido, si hacemos artículos sobre animales para hacer un libro o blog que ponemos a disposición de nuestros compañeros, tiene un fin. También si escribimos para argumentar en Twitter o en las redes sociales, damos un sentido a la escritura. Sin un lector definido y sin un objetivo, la escritura no cobra sentido en ningún formato. La tecnología aporta enormemente en este sentido, pero es preciso extender esto a todos los formatos”. 

Para motivar —dice la experta de Aptus— es necesario que los niños también vean avances en los textos que producen. “Por esta razón es necesario que los docentes se aboquen a enseñar habilidades de escritura, una a la vez. Por ejemplo, no podemos abordar todos los errores de un texto, sino que hay que elegir un foco a trabajar durante una o dos semanas (asegurarse de escribir claramente de qué se habla, usar oraciones completas, poner puntos donde termina una idea)”. 

Asegura Víctor Martínez que hoy, cuando los alumnos se van de vacaciones, no deben llevar una mochila cargada de libros, “en el mismo celular donde escriben en las redes sociales pueden tener acceso ilimitado a libros de múltiples idiomas. El gusto por la lectura es un hábito que se transmite en la escuela y en la familia, la tecnología cambió la forma en que leemos, no el cuánto leemos. Por eso, hoy no basta con generar estrategias desde la escuela aislando a la familia, lo que se necesita es que los establecimientos involucren a los padres en los hábitos de los estudiantes”. 

Porque —termina Javiera Necochea— “no debemos olvidar que enseñar a escribir y ser modelos de escritores es tarea de todos. Los docentes también pueden compartir lo que escriben y demostrar cuán poderoso es un texto bien escrito”. 

 

Las habilidades de lectores y escritores 

  • Los escritores motivados desarrollan conciencia del lector; es decir, que sus lectores no saben lo mismo que ellos (no están dentro de sus cabezas), por lo cual deben explicar más y contextualizar lo que dicen. Ese es uno de los aprendizajes más fuertes que debe hacer un niño, ya que solo entonces puede revisar un texto y modificarlo pensando en que otro lo entienda. 
  • Un escritor que ha trabajado en escritura logra ordenar sus ideas, incorporar detalles interesantes para el lector, enriquecer su vocabulario, complejizar sus estructuras sintácticas. 
  • Los lectores motivados adquieren conocimientos que les permiten realmente entender ciertos temas, aprenden vocabulario más complejo y están familiarizados con diversos tipos de textos, entre otras habilidades. Sin embargo, no existe una correlación directa entre ser un buen lector y ser un buen escritor. Son habilidades diferentes que es necesario enseñar y practicar.

 

La brecha en los resultados del Simce Escritura: “Alimentación y vacaciones pueden marcar la diferencia”

De los veinte establecimientos con mejores resultados en el Simce de Escritura, solo uno es municipal, y cuatro pertenecen a grupos socioeconómico (GSE) bajos o medios bajos. Estos resultados llamaron la atención en la UDD, quienes realizaron una investigación. Aquí las principales conclusiones, según Víctor Martínez. 

  • El sesgo de clase social en los resultados Simce se ha estudiado desde diversos puntos de vista. Existe una línea académica —muy científica— que muestra cómo las diferencias nutricionales entre los GSE (régimen alimenticio) tienen un impacto fuerte en los logros escolares. 
  • Mientras, hay fundamentos más sociológicos que acerca de razones culturales y efectos pares. Por ejemplo, se ha estudiado que los niños de GSE más bajo retroceden sus logros de aprendizaje durante las vacaciones —cuando están fuera del colegio— mientras que los de GSE más altos mantienen su aprendizaje. Este “efecto vacaciones” tiene un impacto en el nivel acumulado de aprendizaje que un niño tiene después de seis años en el colegio. 
  • Otra mirada, más economicista, enfatiza en la asignación de los recursos. En lugares más vulnerables, el costo de educar a un niño es más alto que en ambientes menos vulnerables. Sin embargo, los recursos de que disponen los profesores, los sostenedores y/o municipios son menores en lugares menos aventajados. De esta mirada nace la discusión de si las becas deberían entregarse por mérito académico o por nivel de vulnerabilidad, con el fin de suplir carencias y no premiar ventajas. 

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