Lo anterior para restructurar algunas prácticas metodológicas simples.

Las nuevas técnicas desarrolladas en los últimos años por la neurociencia nos permiten descubrir los procesos cognitivos en la escritura de las palabras. Sin lugar a dudas, aprender a hablar es el primer logro visible y en este proceso, es influyente la estimulación social, desde el balbuceo hasta las primeras palabras del niño. Si esta estimulación se produce con intencionalidad de los más cercanos, se logra que el niño aprenda más rápido. Esto significa que el infante hablante vaya grabando en su cerebro los sonidos necesarios para incrementar un almacén de memoria donde se representen las primeras palabras y se vinculan de una manera espontánea con la emoción que le producen sus necesidades de afecto y de sobrevivencia. Cuando el niño es integrado socialmente a un jardín, éste ve mayormente estimulado su cerebro con nuevas conexiones y representaciones gráficas que van modelando su lenguaje.

Con la intencionalidad clara de hacerlo leer, su cerebro configura otras conexiones donde debe convertir los sonidos en letras para que pueda transformar cada fonema(sonido) en su correspondiente grafema(letra) y posteriormente ir reconstruyendo frases y contenidos más complejos. Es con este preámbulo que se desean resignificar algunas prácticas metodológicas que tienen un sentido un poco más profundo de lo que se cree.

Por ejemplo, en el proceso de lectoescritura es importante que el niño reconozca sonidos y grafías y que los pueda asimilar a significados para ir grabando en su cerebro e ir almacenándolos para cuando los necesite.

La práctica del dictado permite al niño convertir los sonidos en letras, palabras y frases en una ruta que los expertos llaman fonológica. Posteriormente su cerebro podrá ir extrayendo de su almacén de palabras, aquellas que necesita para formar las frases que van dando vestido a su pensamiento.

La práctica de la copia, tan usada antiguamente, dice relación con la concentración que el niño debe tener para representar fielmente una grafía, mejorar su letra y reconocer la ortografía de las palabras. Se sabe que existe un centro específico en el hemisferio izquierdo encargado exclusivamente de la representación gráfica. Por ello, la copia, permite estimular y alimentar este centro.

La repetición de la escritura de una palabra mal escrita, permite superponer la escritura correcta de la palabra por repetición mecánica en este centro cerebral. Práctica que quedó en desuso por considerarla poco moderna.

En la etapa posterior de la enseñanza del lenguaje se ha dejado de lado la enseñanza de la morfosintaxis, o de la lógica del ordenamiento de las frases, no considerando que existen bases neuronales de procesamiento morfosintáctico que permitirían ordenar el pensamiento y el discurso oral y escrito.

Todos estos alcances, para reformular y resignificar la importancia de los aprendizajes de lecto escritura desde los primeros años, si el niño aprende a leer, a hablar y a escribir, lo más probable que su comprensión de los fenómenos aumente y por consecuencia tendrá un mejor futuro académico social y laboral.

Una invitación a investigar más de los procesos neuronales que influyen en el desarrollo de los procesos cognitivos. A ejercitar mucho más el lenguaje o, a capacitar a los padres en la estimulación temprana del lenguaje y a descubrirlo como vestimenta del pensamiento. Enseñar a pensar es enseñar a hablar y todo lo demás podrá ser añadiduras.

Verónica Barrreto Escobar

Docente de lenguaje y Jefe de Formación Profesional

Instituto Marítimo de Valparaíso