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De visita en nuestro país, el creador e impulsor del novedoso programa Quik, Wolfgang Tietze, académico alemán de la Universidad Libre de Berlín participó en el Seminario Internacional “Educación Inicial: Los primeros pasos del Aprendizaje”. En entrevista exclusiva con Grupo Educar entregó los fundamentos de por qué es clave invertir en educación preescolar y aseguró que el efecto de la calidad del Jardín Infantil sobre el lenguaje, el desarrollo social y el rendimiento escolar al finalizar el 2º año Básico es mayor que el efecto de la calidad de la Escuela Básica.
Por Marcela Paz Muñoz Illanes
Explicó que una buena calidad de la Educación Inicial permite bajar los porcentajes de deserción escolar desde 16% a 10% y subir el porcentaje de alumnos egresados de un 32 % a un 38 %. “Sobre todo en medios vulnerables, donde el capital cultural de la familia es bajo, un buen jardín infantil puede marcar una diferencia de hasta un año en el desarrollo posterior de un niño”.
Aseguró que el retorno social de invertir en este sector es muy alto. “Una educación de calidad permite disminuir rechazos en la admisión escolar, bajar tasas de repitencia, mejor adaptación como alumnos, menores niveles delictuales, mayores niveles de estudio y formación profesional, menores grados de dependencia de asistencia social, mayores ingresos y mejores contribuyentes”.
—¿Cuáles son los efectos en corto y largo plazo de invertir en educación preescolar de calidad, ojalá entregue cifras muy recientes de su experiencia con el programa y efectos ya observados en Alemania?
—En Alemania como también en otros países (Ej. Inglaterra, USA), existen numerosos reportes respecto beneficios a corto y mediano plazo de invertir en calidad pedagógica en la educación preescolar. Un estudio nuestro, representativo para Alemania, demostró que las diferencias de calidad entre los jardines infantiles determinaban diferencias de hasta un año en el desarrollo de los niños. Estadísticamente, un mismo niño, proveniente de un mismo contexto familiar, que asiste a un jardín de aquellos pedagógicamente precarios y que evidencia un grado de desarrollo equivalente a un niño de 4 años, en un jardín del nivel más alto de calidad mostrará el desarrollo correspondiente a un niño de 5 años.
—¿Es posible observar los efectos de un buen jardín infantil?
—Los efectos positivos de un jardín infantil de alta calidad pedagógica se proyectan posteriormente en la enseñanza básica. Estos niños mostrarán un alto rendimiento escolar y un mayor desarrollo, especialmente en el ámbito del lenguaje y de las competencias sociales.
Estimaciones del Instituto de Economía Alemán (IW) muestran que una educación temprana de alta calidad reduce el porcentaje de escolares sin licencia básica de 16% a un 10% y eleva el porcentaje de los escolares mejor calificados de un 32% a un 38%. El beneficio económico anual resultante alcanzaría los 60 mil millones de Euros. De hecho, las políticas públicas alemanas han asimilado de manera paulatina estos resultados. Después que el desarrollo cuantitativo del sistema de educación preescolar, prioritario en las dos últimas décadas, permitió que cada niño desde el primer año de vida y hasta el ingreso a la educación básica tenga asegurado su cupo en la sala cuna o jardín infantil, el desafío actual consiste en la mejoría de la calidad pedagógica.
—¿Es efectivo que la mejora ocurre con mayor resonancia en medios más vulnerables?
—Experiencias internacionales han demostrado que la incorporación de programas de educación preescolar de alta calidad beneficia a todos los niños. Entre otras cosas, estos programas se caracterizan porque a partir de las muy diversas condiciones familiares de los alumnos, de su distinto grado de desarrollo y de su gran variedad de intereses, consiguen fomentar el desarrollo individual.
La respuesta de las investigaciones actuales a la interrogante de si la educación temprana tendría un efecto “compensatorio” sobre los niños de familias vulnerables o en condiciones de precariedad social no es categórica. Algunas investigaciones han observado un efecto en ese sentido, otras no. En Alemania tenemos la experiencia de que una estimulación de inicio temprano y que abarque todo el período preescolar es decisiva para la totalidad del proceso educacional posterior, especialmente cuando se trata de niños de familias inmigrantes o de familias vulnerables.
—¿De qué manera la experiencia alemana puede replicarse en Chile?
—Una política pública que ponga énfasis tanto en el desarrollo como en la calidad pedagógica de la educación preescolar y que comprometa las inversiones necesarias, está sujeta al respectivo consenso social. La falta de aceptación y acuerdo lleva a priorizar alternativas políticas cortoplacistas. Las inversiones en educación requieren de políticas con perspectivas a largo plazo.
Los resultados de las investigaciones pedagógicas y su difusión pública juegan un rol importante en cuanto a orientar y obtener el consenso social. Es papel de los medios de difusión es importante. Y se requiere también tanto del compromiso de los profesionales involucrados (educadoras y directoras) como de instituciones (Junji o Integra) en pro de mejores condiciones. Asimismo, iniciativas privadas o de fundaciones como Choshuenco o Ilumina pueden contribuir a innovar, experimentar y recoger éxitos, a contemplar desarrollos y alternativas susceptibles de ampliarse más tarde a todo el sistema.
— Para elegir un buen centro de educación inicial ¿qué elementos deben ser prioritarios, sus profesores o infraestructura?
—¿Qué es más importante en un hospital para efectuar una cirugía: un médico bien formado, con experiencia, o una infraestructura y equipamiento de excelencia? Sin duda se necesitan ambos. En nuestro caso se requiere de personal pedagógico bien formado, con un ingreso que haga atractiva su profesión, que tenga acceso a capacitación continua, y que cuente con condiciones que permitan un trabajo pedagógico de calidad. Esto significa, por ejemplo, que los grupos de niños no sean de un número excesivo, que la relación educador-niño, sin olvidar la edad de los niños, sea suficiente, que los educadores cuenten con el tiempo adecuado para la preparación y evaluación de su trabajo pedagógico, que dispongan además de tiempo para la observación de los niños y para documentar su evolución educativa, así como suficientes posibilidades de conversación y de trabajo conjunto con los padres. La buena calidad depende de muchas facetas, es una construcción compleja. Es necesario ensamblar al mismo tiempo muchas piezas diferentes para lograr una buena calidad.
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