Suscríbete a nuestra revista y podrás leer el contenido exclusivo online
Regístrate y accede a la revista0
Guillermo Montt, analista chileno del equipo PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), conversó con grupoEducar acerca de las falencias del sistema educacional chileno, los resultados de nuestros estudiantes en la prueba PISA y las competencias claves que deben adquirir los niños y jóvenes del siglo XXI. Sobre las mediciones aseguró que hay que tener presente “qué es lo que se está midiendo y con qué fin, porque muchas veces los resultados de las pruebas se usan para objetivos que van más allá de esos límites”.
Por Angélica Cabezas Torres.
¿Cuál es el gran problema que tiene Chile en materia educacional y por dónde debe ir la solución?
A diferencia de otros países, Chile no tiene planes a largo plazo de desarrollo educacional en que se vean los objetivos de desarrollo educacional y las bases que permitan coherencia en el desarrollo de políticas públicas en educación, para avanzar hacia esas metas. Con una definición clara de las prioridades es más fácil sentar las bases de las políticas públicas y acoplar programas concretos en torno a aquellos.
Por décadas se ha olvidado la importancia de la educación primaria y preescolar, favoreciendo enormemente la inversión y el desarrollo de la educación superior por sobre la educación primaria, olvidando que es allí e incluso antes, donde se crean las bases del aprendizaje. Es en esa etapa en que está la mayor posibilidad de mejorar el rendimiento y reducir las brechas.
Creo también que por mucho tiempo se han dejado muy solos a los establecimientos bajo el supuesto que con autonomía están en mejor pie para solucionar sus desafíos. Las escuelas, por lo general, funcionan con un marco de tiempo mucho más reducido que el que les permite auto-observarse y generar de hecho un mejoramiento.
Es necesario también, mejorar las condiciones de trabajo de los docentes –en Chile los profesores tienen mucho menos tiempo para preparar sus clases, por ejemplo–, y mejorar la calidad de la formación inicial y la inserción de profesores a la profesión.
También falta articular la educación técnica en torno a un proyecto más amplio de integración con el mercado laboral, no solo como una orientación particular que necesite una revisión curricular cada cierto tiempo. Asimismo, hay que avanzar en reemplazar la repitencia, que es una práctica muy nociva a nivel individual (estigmatiza a los alumnos sin entregar realmente nuevas oportunidades de aprendizaje) y a nivel país (es caro mantener a esos alumnos dentro del sistema educacional), por la entrega de apoyo temprano a alumnos apenas empiecen a mostrar señales de dificultad académica. En la última prueba PISA, Chile evidenció una disminución en la brecha entre los estudiantes de más altos y bajos ingresos.
Si bien los jóvenes de sectores vulnerables han mejorado ¿qué pasa con los alumnos de nivel socioeconómico alto? ¿Se han estancado? ¿A qué se deben estos resultados?
En PISA no podemos establecer qué es lo que está detrás de la mejora de Chile. Creemos, según lo que observamos que ha hecho Chile, que parte de la mejora que se observa está en una reducción de la pobreza en términos más generales, pero también en la mayor atención y apoyo que se les comenzó a dar a escuelas de bajo rendimiento y establecimientos que reciben a alumnos vulnerables (programas como el P-900 escuelas, por ejemplo).
Si bien observamos una mejora entre los alumnos más vulnerables, no vemos que sea tan importante entre los estudiantes de altos ingresos. Tampoco podemos decir a ciencia cierta por qué ha ocurrido esto, pero a modo de hipótesis planteamos que llevar a más alumnos a tener las competencias básicas puede ser más fácil que levantar el rendimiento en la parte alta de la distribución.
¿Cuáles son las competencias claves que deben adquirir los niños y jóvenes del siglo XXI?
Para la OCDE el conocimiento que se aprende en la sala de clases tiene valor en la medida que los niños y jóvenes sepan y puedan usarlo para enfrentarse y solucionar problemas que aparecen en situaciones cotidianas de la vida. Es por eso que vamos más allá de la evaluación de matemáticas, literatura y ciencias para medir competencias financieras y habilidades en la solución de problemas, y es por eso también que las preguntas de la prueba PISA – que pueden explorar en http://pisa-sq.acer.edu.au/ – en general tienen que ver con la aplicación de las competencias más que la capacidad de los alumnos de repetir contenidos y conceptos.
Esto significa entender, por ejemplo, las matemáticas no solo como contenidos (espacio y figuras, incertidumbre, cantidades y cambio y relaciones) sino también como procesos (formular, usar e interpretar) en el que los alumnos pasan a entender una situación común en su relación con los contenidos matemáticos relevantes, aplicar los conceptos y relaciones matemáticas relevantes e interpretar los resultados para volver al plano de la situación común.
En términos de lectura, esto significa acceder y recuperar la información de un texto pero también integrarla y evaluarla. No negamos que las matemáticas, la literatura y la ciencia tengan valor en sí mismas, pero el principal aporte que entregan esas disciplinas es facilitar a los estudiantes la solución de los problemas que enfrentan en su vida cotidiana.
Revisa nuestro contenido en todas las plataformas desde un teléfono hasta nuestra revista en papel.
Mantengamos la conversación, búscanos en twitter como @grupoEducar
Tweets by grupoEducarIngresa a nuestra comunidad en Facebook y profundicemos el debate.