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Según los expertos la clave está en la motivación y capacidad de gestión del líder de la comunidad. Pero además, en contar con una administración seria, exigente y efectiva.
Por: Marcela Muñoz Illanes
Comunidades educativas ¿funcionan o no? ¿Cumplen sus objetivos? O ¿solamente son instancias que contribuyen nada más que a “perder el tiempo”? Quisimos averiguar su efectividad y fuimos en busca de algunas desarrolladas en Chile y otras, en el extranjero.
Frente a las críticas, el presidente del Consejo de Rectores de San Fernando, Julio Vera Royo responde: “Cuando hay disposición e interés, todo, hasta lo más mínimo, puede ser provechoso. Nuestra agrupación es de directores y podría suponerse que todos están interesados y con ganas de participar, pero eso es relativo”.
En Chile, muchas de las redes que se forman no llegan a puerto. Lo primero, dice el profesor que agrupa a la comunidad de la VI Región, es contar con un líder y “una rotación de éste, es decir todos tenemos que gestionar en algún momento. Eso es fundamental. Luego, buscar la participación de los integrantes y coordinar que las tareas, metas y objetivos estén alineados con las necesidades e intereses de los miembros. Todo esto con una dinámica participativa, que busque generar acciones que sean posibles y que realmente se compartan”.
Otro de los casos emblemáticos en Chile, es la Sociedad de Instrucción Primaria (SIP), sostenedora de 18 colegios distribuidos en Santiago. “El hecho de ser una red nos permite entregar apoyos centralizados a nuestros colegios,desde el área de finanzas, presupuesto, recursos humanos y pedagógica”, cuenta M. José Castro, quien es Coordinadora Pedagógica de la institución.
De hecho, aseguran en la SIP, que “el trabajo en equipo con docentess de los diferentes establecimientos favorece el intercambio con profesionales de mayor experiencia, el traspaso de buenas prácticas y el enriquecimiento natural de esta colaboración mutua, lo que constituye un valor agregado importante. Tareas tales como: la elaboración de las planificaciones, la adecuación a los planes y programas curriculares vigentes, el desarrollo de actividades en red que potencian la asignatura, la retroalimentación permanente de las practicas pedagógicas y la gestión de resultados entre otros, constituyen parte de este trabajo colaborativo de nuestros profesores.”
En el extranjero
Otra de las redes, que cuenta con cerca de 11.500 docentes inscritos y recibe visitas de diversas partes del mundo es la Red de Docentes de América Latina y del Caribe (RedDOLAC), creada el 10 de enero del 2009.
Para su gestor y creador, Henry Chero V., de la Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote (Perú), “nos hemos convertido en un aporte importante para la comunidad de docentes principalmente de habla hispana pues allí encuentran información útil para educación, comparten e intercambian contenidos, experiencias académicas, presentación de libros, investigaciones, publicación de revistas e información de congresos y encuentros internacionales sobre educación”.
Quizás, por el hecho de que la tecnología emerge cada día con mayor impulso es que instancias como RedDOLAC llenan un espacio de mucha necesidad para los docentes. “Pueden desarrollar mejor sus competencias, interactuar con otros profesores, manejar nuevas herramientas informáticas y tener mayores posibilidades de estar actualizado en la línea del conocimiento de su especialidad. En definitiva, ampliar el horizonte profesional de quienes se inscriben en ella”, explica su creador.
¿Cómo organizarse?
La disposición es fundamental, dice Julio Vera. “Todos somos directores, personas muy ocupadas desde la mirada de cada uno, pero capaces de organizarnos para hacer una vez al mes una pausa y dedicar un poco de tiempo a la camaradería y el aprendizaje de otras miradas, formas de hacer o de liderar. El tema es aprovecharlo y nunca desechar”.
Se trata de generar una “directiva participativa, más el acuerdo de hacer reuniones de manera periódica. En el fondo se necesitan líderes, porque los profesores creemos que sabiendo la materia está todo arreglado. Por ello instancias como una red educativa son importantes”, asegura el profesor Vera.
En todo caso, indica Henry Chero, “la participación de un docente en una red social o comunidad virtual no garantiza necesariamente que mejore su rol en las actividades de aprendizaje. Su vinculación con una comunidad virtual no siempre será productiva para los fines educativos, y eso depende de la intención con la que nos integramos a estas comunidades”.
Por ejemplo -asegura el creador de RedDOLAC- “muchos docentes consideran que al tener a sus estudiantes como contactos en su facebook están innovando. Sin embargo, esto no le da ningún valor agregado a la formación. Diferente puede ser si el profesor, con intención formativa, crea una página especial para proyectar o extender actividades de aprendizaje y donde pueda controlar el espacio para trabajar con sus estudiantes”.
En el caso de la SIP, “el hecho de pertenecer a una red con más de 1.300 empleados, facilita el acceso a beneficios de todo tipo, especialmente de capacitación y perfeccionamiento permanente, de salud, recreativos y culturales. Para los alumnos se traducen en: proyectos educativos de excelencia, implementación de programas educativos innovadores, trabajo e intercambio pedagógico, deportivo, cultural, recreativo, artístico con estudiantes de los otros colegios. Por otra parte, nuestros jóvenes reciben retroalimentación permanente de los resultados y logros académicos que están obteniendo, comparativamente con los otros colegios de la red”.
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