Según una investigación realizada por el Programa de Magíster en Educación UMCE, estableció que el 46,3% de los docentes entre 23 y 30 años concentran los mayores niveles de agotamiento emocional. La muestra consideró a 112 profesores de cuatro establecimientos educacionales ubicados en la Región Metropolitana.

Se denomina Burnout a un trastorno relativamente reciente, relacionado con el ámbito laboral y el estilo de vida. Una de las principales características descritas por especialistas es que se produce en profesiones más vocacionales que obligatorias, y están relacionadas con profesiones de la salud, educación y administración pública.

“El agotamiento emocional está asociado a sentimientos de frustración y tensión expresados en no tener ganas de seguir trabajando, junto con estados de irritabilidad, ansiedad y cansancio que son no superables por medio del descanso”, explica el investigador y profesor de la UMCE, Rodrigo de la Fuente a Grupo Educar.

La investigación también transparentó que los docentes de educación básica poseen un alto nivel de agotamiento (41,4%), tendencia que se mantiene de acuerdo al tipo de contrato y número de horas de trabajo.

Otra de los aspectos considerados en la investigación se relaciona con la despersonalización -definida como “alejarse y tener malas actitudes con quienes brinda atención y con quienes trabaja (descalificaciones, etiquetas y generalizaciones”. Al respecto, el autor identifica también a los profesores del rango 23 -30 años como el grupo que presenta niveles altos de despersonalización.

¿QUÉ HACER?

En base a los resultados, ¿cómo podríamos disminuir este alto nivel de agotamiento emocional existente en estos docentes?

Mejorando las inadecuadas condiciones laborales en las cuales se encuentran inmersos los docentes, tales como como la sobrecarga laboral, el elevado número de estudiantes por sala, el conflicto y la ambigüedad del rol docente y un deteriorado clima organizacional.

Esta tarea debe ser llevada a cabo, fundamentalmente, por medio de una gestión efectiva y comprometida de los equipos directivos y el sistema educacional chileno.

Bárbara Dyer, sicóloga organizacional y diplomada en educación menciona que «los factores situacionales son de los mayores contribuidores de este trastorno, por lo que generar cambios en el trabajo, equipo y/o nivel organizacional usualmente es requerido para atacar las causas subyacentes.»

«A modo personal, también existen acciones que la persona puede tomar para hacerle frente a la situación. Una de las más relevantes es el priorizar el autocuidado. Con esto me refiero a enfocar los esfuerzos en recargar la energía tanto a nivel física como emocional a través de darle la importancia necesaria a temas como una adecuada higiene se sueño, ejercicio, contacto social entre otros.»

Dyer cree que en muchos casos, los docentes no cuentan con el suficiente tiempo disponible para esto, o se ven sobrecargados con la demanda laboral que su trabajo les exige. «Es en este punto donde la persona debe tomarse el tiempo de evaluar de qué manera está distribuyendo y organizando su tiempo buscando alcanzar la mayor eficiencia. Esto incluye valorar el uso correcto de herramientas y sistemas disponibles, no solo de qué manera distribuyo mis actividades dentro del día, semana o mes.»