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Regístrate y accede a la revistaDormir bien la noche anterior a un examen no es suficiente, lo que más importa es dormir bien durante los días en que se produce el aprendizaje.
La relación entre un patrón de sueño estable y un rendimiento académico óptimo es ya una concepción popular. Es bien sabido que, entre más calidad de sueño, habrá mayor productividad tanto en disciplinas académicas, como en deportivas y sociales. Un paper publicado en el Journal of Psychosomatic Research, enfocado en los beneficios de este estilo de vida, demostró que un mejor descanso está asociado con el desempeño favorable de nuestras funciones cognitivas y procesos de aprendizaje.
Aunque los mecanismos exactos detrás del sueño, la memoria y neuroplasticidad aún son desconocidos, existe ya un conocimiento previo que le otorga al sueño un rol crucial en la consolidación de la memoria. Esto causado por el reforzamiento de las conexiones sinápticas cerebrales durante el descanso.
Aunado a los beneficios detrás de una rutina de sueño saludable, también se han analizado las secuelas de un estilo de vida contrario. Un déficit en el descanso provoca daños en áreas como la concentración, rendimiento escolar y habilidades de socialización. Esta inconsistencia es encontrada regularmente entre adolescentes y adultos jóvenes que siguen una propensión a deber horas de sueño durante días académicos, y a suplirlas de manera excesiva los fines de semana. Los efectos detrás de este descanso irregular e insuficiente acarrean un incremento en la fatiga y estrés. Además, tal es el daño, que, según la revista científica Nature, se ha demostrado que una persona que se ha mantenido en un estado de vigilia por un periodo de 17 horas sin pausa, presenta el mismo desempeño cognitivo que alguien con una concentración de alcohol en la sangre de 0.05 por ciento.
A pesar de que este tema de interés ha sido analizado por más de un siglo, el estudio realizado por el MIT, publicado en Science of Learning Journal, revela datos sorprendentes acerca del papel del descanso saludable en el rendimiento académico. Jeffrey Grossman, profesor de esta institución, proporcionó un Fitbit, dispositivo colocado en la muñeca para monitorear la actividad personal, a 100 de sus alumnos en su clase durante todo un semestre. Esto con el propósito de llevar un recuento comparativo entre el desempeño escolar en exámenes y los patrones de sueño de cada estudiante.
Los resultados de esta investigación arrojaron datos ya predecibles de la importancia de un esquema regular de descanso. Aquellos alumnos con mayor inconsistencia en su patrón de sueño fueron asociados con las menores calificaciones, y los estudiantes con mayor calidad de descanso, obtuvieron la mejor productividad académica. Por lo tanto, se dio a conocer que una mayor duración, calidad y consistencia de descanso, están relacionados con un mejor rendimiento escolar.
Uno de los aspectos más notables de esta investigación fue la utilización de una alternativa cuantificable y objetiva para la recolección de datos del sueño, comparado con otros estudios que habían utilizado métodos alterables como encuestas y cuestionarios. Gracias a factores como este, se logró concluir información relevante y nueva acerca del sueño y su efecto en el desempeño de los alumnos.
Por ejemplo, se descubrió que un esfuerzo por descansar adecuadamente la noche antes de un examen no tiene relación alguna con el desempeño deseado. «Resulta que esto no se correlaciona en absoluto con el rendimiento de la prueba», dijo el profesor Grossman. «En cambio, lo que más importa es el sueño que se obtiene durante los días en que se produce el aprendizaje». Por lo tanto, un patrón de sueño saludable durante el periodo en el cual los temas a estudiar son analizados, es el factor de ayuda necesario para un buen desempeño cognitivo y de memoria.
Además, se encontró que en alumnos que durmieron siete horas y comenzaron su descanso entre las 10 p. m. y 1 a. m., muestran un desarrollo escolar de mejor rendimiento que aquellos que durmieron la misma cantidad de horas, pero después de las 2 a. m., deduciendo que, más que cantidad en el sueño, un aspecto decisivo es la calidad.
Este estudio, además de ofrecer claridad en áreas desconocidas del sueño y el rendimiento escolar, también arrojó información relevante en la diferencia de desempeño entre hombres y mujeres. Se descubrió que de los participantes que formaron parte de la investigación, las mujeres tuvieron un desempeño más alto en calificaciones académicas. Mientras que algunos estudios hacen un señalamiento en aspectos como la autodisciplina, esta investigación menciona una corrección necesaria en el sueño y la sugerencia de fomentar el descanso saludable aún más en los estudiantes varones.
En respuesta a los datos encontrados por estas investigaciones, se ha iniciado un movimiento que busca cuidar del sueño en los estudiantes, así como la salud física y mental. De tal manera es la atención ahora dirigida a esta área de la salud antes relegada, que en algunos distritos escolares como el de California, Estados Unidos, donde los horarios escolares han sido modificados y recorridos, esto con el objetivo de promover un estilo y calidad de vida mejores. Este elemento, en su pleno desarrollo, permitiría a los alumnos universitarios (y de otros niveles escolares) llevar un control de su descanso y proporcionalmente de su rendimiento académico.
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