—Uno de los hallazgos de la neurociencia es que los alumnos que creen en sus capacidades, terminan con mejores resultados académicos. ¿De qué manera implementan en el jardín esas nociones de la neurociencia?

—Brindando vivencias artísticas variadas, que les permitan ir descubriendo sus talentos, según sus intereses, y así sentirse seguros. La confianza básica y la autoestima son llaves maestras para la vida, si yo descubro lo que me gusta, naturalmente seré muy bueno en ello y tendré por consecuencia éxito académico. Hemos comprobado que las “artes integradas” favorecen la cognición, pues sus unidades básicas —color, sonido, movimiento y palabra— son transversales a todas las disciplinas humanas.

—¿De qué manera se organiza la rutina diaria, y cómo tus conocimientos de neurociencia han aportado a esa planificación?

—Conocer de neurociencias nos ha permitido reflexionar y valorar la importancia de la organización del tiempo y el espacio en la rutina diaria de nuestra sala cuna y jardín infantil. Un espacio ordenado genera un orden mental y las secuencias temporales organizadas según los ciclos vitales brindan seguridad y contención a los niños y las niñas.