Dos tercios de los niños chilenos muestran ausentismo a clases crónico, según un estudio publicado por la Fundación Educacional Oportunidad en 2012. Hedy Chang, investigadora y directora del programa Attendance Works, EEUU, ahonda en los efectos de la inasistencia durante los primeros años de escolaridad sobre los resultados académicos posteriores.

Por Marcela Paz Muñoz Illanes

En el marco del seminario “Creando Oportunidad” organizado por la Fundación Educacional Oportunidad, conversamos con Hedy Chang, quien fue una de las expositoras de este evento.

¿Cuán grave es el ausentismo escolar?

El ausentismo es un problema latente en Chile y en otros países y es fundamental hacerse cargo desde que los niños son pequeños, pues implica que se pierdan de actividades que son muy importantes en su desarrollo escolar futuro. En esta edad es cuando los niños están construyendo las bases de su desempeño académico y también creando hábitos de asistencia, los que serán predictores de cómo evolucionará ésta con el paso de los años. Por lo mismo hay que ser muy cuidadoso para que estos hábitos se construyan desde que son pequeños, de forma sólida y que además sean los pertinentes.

Hoy día contamos con un estudio en vías de publicación, de Michael Gottfried, que nos muestra que existe una conexión entre el ausentismo y el desarrollo socioemocional de los niños.  Aquí nos da luces de que los niños al entrar a la escuela están muy motivados, pero que cuando presentan ausentismo crónico, esa motivación va a la baja. No sabemos cuál es la razón de esta desmotivación ni tampoco si existe alguna variable externa que explique esta relación. 

¿Qué ocurre en nuestro país?

Existe un estudio que publicó la Fundación Educacional Oportunidad en el año 2012, el que fue diseñado por Harvard University e implementado por la Universidad Diego Portales, en el contexto de su proyecto de capacitación docente “Un Buen Comienzo”. Este demostró que 2/3 de los niños chilenos muestran ausentismo crónico y eso es bastante más alto que los niveles que hemos visto en Estados Unidos, donde estudios en distintas ciudades demuestran que éste llega a un 15%.

Tal vez en estos altos niveles de inasistencia puede influir el tamaño de los cursos, pues impide que se dé una relación más personalizada entre  estudiante/profesor y profesor/familias. Lo preocupante es que esta situación no solo afecta al niño en cuestión, sino que también a sus compañeros pues como presentan una asistencia intermitente obliga a los profesores a repetir los contenidos y a trabajar una y otra vez con quienes van quedando rezagados por no ir a clases. Este ritmo deja al profesor en una situación muy desafiante pues hace más difícil lograr los resultados esperados con los niños.  

¿Es posible revertir esa tendencia?

Podemos hacernos cargo del ausentismo crónico, pero sus resultados se ven con el paso del tiempo. Hay que ser muy sistemático, dedicar tiempo y compromiso a combatirlo.  Algunas de las vías a las que es factible acudir, según lo comprobado en Estados Unidos, se refiere al trabajo conjunto entre las escuelas y las comunidades  para examinar datos que nos permitan identificar cuándo la baja asistencia se convierte en un problema y buscar formas para mejorarla. También se puede hacer un trabajo con los padres cuando los niños son pequeños para construir hábitos de buena asistencia y, por otro lado, es muy útil diagnosticar y abordar cuáles son las barreras más comunes para que los niños puedan ir a clases.  En muchos casos desde la escuela se puede aportar a situaciones complejas, como puede ser deficiencias en el transporte, caminos peligrosos a la escuela, falta de atención médica o violencia en el entorno más cercano.

Estas medidas pueden llevarse a cabo en el exterior como también en Chile, lo importante es entender la realidad local.