Suscríbete a nuestra revista y podrás leer el contenido exclusivo online
Regístrate y accede a la revistaEnseñar a leer y escribir tempranamente aparece de acuerdo con muchos estudios como una necesidad de esta sociedad. Sin embargo, Evelyn Schocken, directora del jardín infantil del Instituto Hebreo, no coincide con que sea tan beneficioso para los niños la lectura demasiado precoz.
¿Te imaginas a tu hijo leyendo a los tres años? Esto es lo que ha logrado la psicopedagoga Mónica Minzer, con sus talleres de estimulación de lectura temprana a través del juego. Cada uno de los talleres está destinado para padres, abuelos, educadores y todo aquel que quiera enseñarle a leer a un niño a temprana edad, tienen capacidad para 15 personas y una duración de dos horas.
¿De qué se trata el juego? Este consta de una serie de cinco tarjetas con palabras correspondientes a una misma categoría y escritas con letra grande. El adulto que le enseña al niño, debe recitarle las palabras con mucho entusiasmo y en voz alta y clara. De a poco, se van sumando más categorías y van disminuyendo el tamaño de las letras de las palabras. A continuación, para aumentar la dificultad, en lugar de palabras se le van mostrando al niño tarjetas con frases cortas, luego frases largas, hasta terminar finalmente mostrándole y leyéndole cuentos cortos con una oración por cada página con el texto separado de las ilustraciones. La idea es ir haciendo esto con cierta constancia para ver sus efectos.
Mónica ha visto los resultados de cerca. Su hijo a los dos años y nueve meses ya era capaz de leer ciertas palabras. “Mi marido llevó parte del material a gente con la que él trabajaba y que tenían niños o nietos pequeños y todos, sin excepción, lograron aprender las primeras palabras”, señaló.
Dentro de los beneficios de este método, se encuentra el desarrollo continuo del apego al jugar con los padres. También, el hecho de comenzar un aprendizaje formal como es la lectura de una forma informal y con los padres, permite que el niño tenga gusto y agrado por aprender, lo que según Minzer, hace que cuando sea más grande y el niño esté en el colegio, el proceso de aprendizaje sea más fácil. Además es una instancia más en la que los padres pueden jugar y a la vez enseñarle a sus hijos.
Pese a los beneficios, Evelyn Schocken, directora del jardín infantil del Instituto Hebreo, señaló que “al igual que en la cocina, hay procesos que deben estimularse a fuego lento para que el resultado sea el esperado. Si tratas de apurar un queque se te bajará, si apuras el arroz quedará crudo y simplemente tendremos que hacer el doble de esfuerzos para que logre llegar al punto correcto. En los niños pequeños pasa exactamente lo mismo. Aquellos que simplemente no tienen interés mostrarán ansiedad y desmotivación, y finalmente un aprendizaje poco significativo”, dijo la experta.
La opción queda abierta. Tú decides.
Revisa nuestro contenido en todas las plataformas desde un teléfono hasta nuestra revista en papel.
Mantengamos la conversación, búscanos en twitter como @grupoEducar
Tweets by grupoEducarIngresa a nuestra comunidad en Facebook y profundicemos el debate.