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Nov 2024 - Edición 288

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Con las nuevas tecnologías, ¿Cambió la forma de aprender?

Más de la mitad de la población en Chile tiene teléfono celular y cerca del 83% conoce alguna de las redes sociales. ¿Se transformó la manera cómo nos comunicarnos y se enseña a los alumnos? Dos expertos reflexionaron acerca del nuevo escenario.

Por: Marcela Paz Muñoz Illanes
Con las nuevas tecnologías, ¿Cambió la forma de aprender?

Más de la mitad de la población en Chile tiene teléfono celular y cerca del 83% conoce alguna de las redes sociales. ¿Se transformó la manera cómo nos comunicarnos y se enseña a los alumnos? Tres expertos reflexionaron acerca del nuevo escenario.

 

Así como en una época el teléfono irrumpió en la manera como nos comunicábamos, las tecnologías llegaron para quedarse en la sala de clases. Aunque, coinciden los expertos, como un medio, ya que el profesor sigue siendo quien lidera el proceso de aprendizaje en el aula.

Se pensó que iban a ser la panacea. Pero no, en la última encuesta Bicentenario solo el 37% de los encuestados señaló que el uso de las redes les entrega información fidedigna, el resto dice no confiar ni en la información ni en los datos que se obtienen a través de internet. Si bien los resultados de esta encuesta ayudan a comprender mejor un fenómeno en la vida actual, que permea también la sala de clases, es necesario detenernos a reflexionar sobre su verdadero impacto. 

Según Magdalena Claro, Directora Académica del Observatorio de Prácticas Educativas Digitales e Investigadora Asociada CEPPE-UC de la Facultad Educación UC, “los profesores deben reconocer y asumir que sus estudiantes están inmersos en un mundo digital donde internet, redes sociales y datos móviles son parte de la vida cotidiana. Esto significa que la manera como se relacionan con otros, entretienen, estudian, aprenden y aproximan a la información es distinta a la de generaciones anteriores. En este sentido, la adaptación del docente implica no necesariamente hacer clases con tecnologías, sino reconocer la cultura digital en que están inmersos los estudiantes a la hora de planificar una clase y realizar una actividad pedagógica específica”.

Señala la experta que “si bien se ha cuestionado la autoridad del profesor en ambiente digital, éste tiene un papel tanto o más importante que antes. Ese rol no posee relación con ser más hábiles que los estudiantes en el manejo operacional de nuevas aplicaciones, sino con orientar a una generación que está permanentemente conectada y que tiene acceso a una gran cantidad de información y recursos digitales, pero que muchas veces no sabe cómo usarlos a favor de su aprendizaje.

Es necesario preguntarse, por tanto, si de verdad mejoran la calidad de las clases y los aprendizajes significativos. Para Cristóbal Cobo, Ph.D, director del Centro de Estudios – Fundación Ceibal de Oxford Internet Institute de la Universidad de Oxford, “las investigaciones nos muestran que es una variable dependiente (de las estrategias pedagógicas, del propósito, de la destreza del usuario, del contexto de uso) y no independiente. Por ello es posible identificar al menos tres posibles escenarios:
1) usar nuevas tecnologías para hacer lo mismo que hacemos ahora; por ejemplo, transitar de las transparencias al PowerPoint;
2) usar nuevas tecnologías para mejorar lo que hacemos (innovación incremental); por ejemplo, cuando enseñamos el cuerpo humano a través de una animación en 3D, y
3) usar nuevas tecnologías para aprender de una manera radicalmente disruptiva y que no lo podríamos hacer igual si no contásemos con determinadas herramientas (innovación radical); por ejemplo, cuando conectamos a estudiantes de distintos lugares del mundo para que puedan negociar un conocimiento y producir algo en conjunto.

Asegura Cristóbal Cobo que ha observado gran cantidad de experiencias que representan el escenario uno, y en algunos casos el escenario dos. “Las experiencias educativas del escenario tres, son mucho más limitadas. Esto no necesariamente es negativo si entendemos que la innovación educativa enriquecida por tecnología es un proceso y no un estado determinado. Aunque se suele decir que la innovación es algo para todos y en todo momento, la evidencia muestra que es mucho más gradual, tiene que ver con el desarrollo de experiencias, cambio de hábitos, y que debe existir un conjunto de condiciones para que esta ocurra”.

En todo caso, dice el experto de la Universidad de Oxford, si entendemos la tecnología como una amplificadora de capacidades tanto cognitivas como sociales, sería una falacia solamente considerar aquellos aspectos positivos.
“Las tecnologías digitales, como bien sabemos, diversifican las maneras de acceder, procesar, construir y divulgar el conocimiento. Esto, siempre y cuando se cuente con las habilidades, las actitudes y el capital simbólico para aprovecharlas”, termina el experto.

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