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Ha sido un enorme trabajo el que realizan en el colegio San Alberto Hurtado. Conversamos con Evelyn Hernández, encargada del Programa de Integración escolar (PIE), quien nos confesó estar orgullosa por la gratificante labor que vienen desarrollando desde el año 2010.
Por Marcela Paz Muñoz I.
«Hemos tenido que aprender no solo a relacionarnos con el estudiante, sino también con los docentes, la familia y los doctores que atienden a estos alumnos”, cuenta la encargada del Programa de Integración Escolar (PIE) del colegio San Alberto Hurtado, Evelyn Hernández. Allí trabajan 17 profesionales quienes están a cargo de 214 estudiantes integrados, 34 de ellos con algún tipo de necesidad educativa especial.
“Cuando decidimos, como Fundación Belén Educa, adoptar el decreto 170, lo hicimos con todo. Al principio con bastante desconocimiento, ya que las normativas no eran del todo claras, así que fuimos aprendiendo en el camino”, cuenta Evelyn. Por ello —confiesa con mucha humildad—»asumimos que se han cometido errores, pero todo el esfuerzo se centra en mejorar nuestro trabajo».
Se trata —narra la encargada— de un trabajo diferente todos los días, pero adecuado a las NEE de cada alumno que tenemos integrado. “Nos ocupamos de los requerimientos pedagógicos, emocionales y sociales que cada uno necesita”.
—¿Cuáles han sido las principales dificultades que han debido sortear?
—El sensibilizar a la comunidad educativa, hacerle ver que la educación no es un privilegio, sino un derecho de cada persona. El mostrar la diversidad como una riqueza por descubrir y valorar. El ser homogéneos no nos aporta a construir una sociedad igualitaria, sino por el contrario, nos sigue segregando.
Enseñar a nuestros apoderados que el tener una NEE de carácter permanente es una condición, no una enfermedad que se contagie. Por el contrario, la integración escolar forma parte de nuestra cultura educativa, porque tenemos un equipo directivo con un liderazgo inclusivo, donde los estudiantes con alguna NEE son nuestra primera opción al momento de matrícula, y esperamos ir avanzando de una integración escolar a la inclusión educativa. Siento que de a poco vamos eliminando las barreras que limitan el aprendizaje de todos y nos acercamos a una educación de equidad en la diversidad.
—¿Cómo se han preparado para esta labor?
—La capacitación a nuestros docentes de aula ha sido importante; lamentablemente, en la universidad los preparan para trabajar en una sala con alumnos en condiciones similares. Ocurre que llegaban a nuestro colegio, se encontraban con estudiantes con síndrome de Down o trastorno del espectro autista, entre otros, y no sabían qué hacer.
El apoyo, información y contención entregados por el equipo PIE han sido fundamentales, para lograr que ellos se informen del diagnóstico, lo conozcan y aprendan diversas formas y estrategias para entregar sus contenidos a todos los alumnos de su sala. Trabajamos para que la responsabilidad no recaiga solo sobre el profesor especialista de PIE, sino que sea compartida. Es por eso que implementamos “equipos de aula” integrados por especialistas PIE y docentes de asignatura. Además, el trabajo de co-docencia ha sido importante en este avanzar, donde el profesor de aula y el especialista preparan la clase, la imparten y evalúan al terminar cada sesión.
—¿Cree que las nuevas normativas han permitido agilizar el trabajo?
—Las nuevas políticas educativas han permitido abrir las puertas de más colegios a estudiantes con NEE, desde la dictación del decreto 170 y la instauración de los PIE. Ahora, las puertas de colegios municipales y particulares subvencionados se han abierto a muchas familias que veían a las escuelas especiales como única opción educativa. Quizás agilizar no es el concepto, en ocasiones las nuevas leyes entorpecen el trabajo y el ingreso de nuevos estudiantes a las escuelas regulares.
—¿Por qué es positivo incluir alumnos con NEE al interior de la sala de clases? ¿Cuál ha sido vuestra experiencia al respecto?
—La inclusión dentro del aula ha sido una forma de anticipar a los alumnos a la realidad que enfrentarán una vez que salgan del colegio. Hemos hablado siempre de diversidad, no enfocada solo a las NEE, sino que a la diversidad religiosa, sexual, cultural. La aceptación, el valorar y respetar al otro es un trabajo que se da de forma transversal y ayuda a enriquecernos como personas. Esta convivencia entrega a nuestros estudiantes la facultad de conocer y poner en práctica valores de los que se habla en clases de orientación, consejos de curso y religión. La aceptación y el respeto por lo diferente es lo que propiciamos de forma transversal en nuestras salas.
—¿Qué mecanismos crees que son necesarios de aportar o agregar para que el sistema que actualmente opera funcione de mejor manera?
—Siento que aún estamos en proceso de desarrollo, como sociedad vemos a los “diferentes” como algo raro, malo. Debemos aprender a aceptar y valorar lo que no se asemeja a lo de siempre, quizás empezar cada uno dentro de sus familias a eliminar costumbres como los apodos, el cómo nos referimos a vecinos, conocidos y a veces amigos por sobrenombres que se relacionan con lo físico. Hay un desafío pendiente respecto de la formación docente, con mirada a la inclusión educativa.
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