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Dic 2024 - Edición 289

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La verdad detrás de la deserción escolar

Revisamos nuevamente este tema porque, además de representar una problemática económica para nuestro país, los profesores chilenos pueden contribuir a entregar una solución .

Por: María Salazar
La verdad detrás de la deserción escolar

Como vimos a principios de mes en la nota “El desafío de evitar la deserción”, la situación causada por cerca de 200 mil estudiantes que desertaron del sistema escolar entre los años 2014 y 2016, le costó al estado chileno unos cinco mil millones de pesos anuales. Esta preocupante cifra no solo exhibe una realidad que aqueja al estrato social más vulnerable de nuestro país, sino que también pone en evidencia las fallas que tiene el sistema escolar nacional en la actualidad.

En paralelo a esta situación, la fundación Súmate (creada al alero del Hogar de Cristo) lleva trabajando poco más de 25 años justamente en enmendar la realidad en torno a la deserción escolar chilena. ¿Cómo? A través de escuelas de reinserción ubicadas en cinco comunas de estrato social económico modesto, y programas socioeducativos que funcionan como soporte a la reinserción escolar, tanto en el ámbito de la prevención como en el acceso a la educación superior.

Para su directora ejecutiva, Liliana Cortés, estas acciones están dirigidas a lograr que los estudiantes puedan reencantarse y retomar sus estudios. Por medio de la nivelación, el acompañamiento y la motivación, la idea es además incidir en los hijos de quienes logran reinsertarse actualmente en el sistema, pues para ella, la problemática es intergeneracional.

“Nuestra tarea está cumplida cuando los jóvenes logran retomar sus estudios e incluso acceden a una experiencia laboral y, si vamos más allá, también nos preocupamos que éstos impidan a sus hijos dejar de estudiar, porque finalmente ésta es una problemática intergeneracional”, declara Liliana.

El grupo más afectado: Los jóvenes

 Aunque parezca evidente, si miramos las opciones que existen para reinsertarse en el sistema escolar chileno, sean de modalidad vespertina, dos años en uno o algunos de los programas que ofrece la fundación Súmate; todos, concentran alumnos jóvenes, dado que es este grupo etario el que tiene más opciones de responder a las principales causas de deserción como la delincuencia, el embarazo adolescente o trastornos psicológicos que se detonan durante la pubertad.

Por esta razón, uno de los principales objetivos que tiene la fundación creada por el Hogar de Cristo, es que se cree una política pública que ampare la existencia de estos establecimientos de reinserción, de manera tal que pueda reconocerse esta realidad financiera, jurídica y administrativamente, pudiendo disminuir la brecha que existe entre los jóvenes respecto del sistema escolar en Chile.

“Un joven que no ha terminado su educación, accede a un trabajo precario y tiene menos consumo y, por ende, menos accesos y posibilidades de aportar a la sociedad. Sin embargo, socialmente las consecuencias son aún mayores, porque hoy día estos jóvenes desconocen el mundo laboral y no cuentan con habilidades ni competencias laborales; y si nuestro país quiere tener más capacidades técnicas y profesionales, este grupo no tiene la posibilidad de aportar en esta meta”, agrega Liliana Cortés.

Otra consecuencia de este fenómeno tiene que ver con la percepción social que existe al respecto. Para la Directora Ejecutiva de Súmate no hay niños flojos, sino un sistema que fomenta la impresión de que algunas personas “no son buenas para aprender”. En este sentido, cree en la resignificación educativa y que las instituciones se pregunten qué están haciendo mal para que algunos de sus alumnos sean incapaces de aprender ciertas materias en determinado tiempo.

“La clave está en rescatar la vocación de la enseñanza, esto es, tener niños felices, por medio de vínculos entre profesor y alumno. En nuestra experiencia, las personas que desertan del sistema lo hacen, porque sienten que nadie que pertenezca a éste va a escuchar sus problemas. Por lo mismo, resulta súper importante tratarlos con mucho cariño, pero no pensando en que es una responsabilidad más, sino que como la esencia de la profesión y, de esta manera, hace que esta práctica se vuelva masiva y no excepcional”, recalca Liliana.

 

 

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