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Por Ernesto Treviño, director del Centro de Políticas Comparadas de Educación UDP.
La reforma educacional del actual gobierno ha levantado enormes expectativas por la ambiciosa y amplia agenda de cambios que promueve. Las transformaciones propuestas por el gobierno en proyectos específicos apuntan a tres grandes áreas: a) fin al lucro, selección y financiamiento compartido; b) fortalecimiento de la educación parvularia; y, c) apoyo a la educación pública.
La primera pregunta que cabe hacerse es, ¿son necesarios estos cambios en el sistema actual? La respuesta es simple, dado que tenemos un sistema de resultados mediocres y altísima desigualdad es indispensable corregir ambos elementos. El proyecto del fin al lucro, la selección y el financiamiento compartido apunta a atacar frontalmente el problema de la desigualdad, pues elimina algunas de las barreras a la equidad dentro del mismo sistema escolar. Es cierto, las desigualdades sociales seguirán influyendo en los resultados, pero para corregirlas se requiere, además de los cambios en educación, políticas tributarias y sociales que mejoren la distribución del ingreso y las oportunidades.
El fortalecimiento de la educación parvularia tiene como finalidad reorganizar la institucionalidad de este nivel educacional, la cual es débil y dispersa. Para ello se propone la creación de una subsecretaría que vele por la coordinación del sector, y que se enfoque en el desarrollo de la educación parvularia que, de acuerdo a los hallazgos de investigación, debería tener un rol preponderante en la mejora de las oportunidades de vida para los más necesitados.
La agenda de apoyo a la educación pública es un salvavidas indispensable para los establecimientos de dependencia municipal. De no llevarse a cabo, la agonizante educación pública está condenada a desaparecer y ocupar, si acaso, un lugar testimonial en nuestro sistema escolar.
La segunda pregunta en relación con la reforma es, ¿son suficientes las medidas propuestas para solucionar los problemas? La respuesta también es simple, pues las medidas no son suficientes, aunque apunten en la dirección correcta. Se puede afirmar que en algunos casos falta profundidad en las medidas, y en otros casos se necesitan cambios adicionales. Enseguida se explican las bases para esta respuesta.
En materia de fin al lucro, la selección y el copago, hace falta profundizar en los cambios. Para dar un ejemplo, la propuesta de ley indica que la admisión a los establecimientos que reciben subvención estatal se hará de forma aleatoria—después de privilegiar a aspirantes que tengan hermanos en el colegio e hijos de trabajadores del establecimiento. Sin embargo, se indica que el sorteo de cupos cuando la demanda sea mayor que la oferta se hará por una agencia centralizada, o bien, que las escuelas podrían realizar este proceso. La actual LGE tiene una ambigüedad similar en relación con la selección, y el resultado es que la selección, aún en los grados en que está prohibida, es un fenómeno generalizado en el sistema escolar.
En lo relativo a la educación parvularia, es necesario desarrollar políticas que fomenten las capaciades de enseñanza y gestión pedagógica en los jardínes infantiles y en las escuelas con educación parvularia. Esto no quiere decir que se escolarice este nivel educativo, sino que se profesionalice para apuntalar al máximo el desarrollo de los niños en los ámbitos cognitivo, social y emocional en esta etapa crucial de sus vidas por el potencial de crecimiento que encierra.
El apoyo a la educación pública es apenas un paliativo para años de abandono, por estar sujeto a un sistema de financiamiento que ponía a esta dependencia en desventaja frene a los particulares subvencionados, dada la desigual regulación que rige a ambas dependencias.
Por último, la reforma apunta a mejorar la equidad, mientras que el impulso a la calidad es un trabajo de largo aliento, tal vez décadas, que debe iniciar con políticas de apoyo a la formación docente y de mejoramiento de las condiciones laborales del profesorado. Será necesario revisar las propuestas en ambos temas que se avecinan en este segundo semestre de 2014.
A manera de cierre, es importante no enredarse con la débil argumentación que se ha escuchado en los medios de comunicación, que parece estar teñida más por conflictos de interés de quienes se benefician de este sistema que por el afán de mejorar las oportunidades de nuestros niños. En este sentido, la reforma no termina con la educación particular subvencionada, ni acaba con la libertad de enseñanza, ni se enfoca en comprar colegios que no sabemos siquiera si se pondrán a la venta. En todo caso, si la reforma tiene costos, bien podría valerlos al crear un sistema que busca atacar frontalmente las estructuras que desde la educación refuerzan y perpetúan las desigualdades.
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