A juicio de Doyna Illmer, jefa de la carrera de Pedagogía en Educación Parvularia de la Universidad Católica, es requisito fundamental contar con una educación inicial de calidad que permita asegurar los beneficios sociales y cognitivos para los niños.

Por Marcela Paz Muñoz Illanes

Frente al anuncio del Presidente Sebastián Piñera sobre la obligatoriedad del pre kínder y kínder la experta aseguró que pareciera ser un primer paso en la dirección correcta “ya que busca asegurar que todos los niños y niñas de Chile asistan con la intensidad necesaria al centro educativo”. Sin embargo plantea sus dudas de fondo: “¿Cómo se va a lograr eso? No está claro. ¿Ganarán algo si asisten? Es difícil de determinar.”

Porque ojo, para hablar de beneficios en términos de procesos de desarrollo y aprendizaje, “la condición básica que debe cumplirse es que se trate de una educación parvularia de calidad la cual no está asegurada en Chile”. Es lo que sostiene Doyna Illmer, académica de la Universidad Católica.

Según confidenció, “un niño que ha experimentado una educación parvularia de calidad, llegará a primero básico listo para aprendizaje de largo plazo. Lo que incluye las habilidades y disposiciones necesarias para enfrentar con éxito su trayectoria, además de ser un niño autorregulado (en términos de lo esperado para su edad), que exhibe conductas pro-sociales y resuelve conflictos de manera pro-social. Un pequeño que es capaz de colaborar con otros frente a una tarea determinada, tiene un claro interés y goce por el aprendizaje y cuenta con las bases para enfrentar con éxito los procesos de aprendizaje de la lectura, escritura, matemáticas y ciencias”.

¿Cuál es el rol de la educación parvularia?

Entregar igualdad de oportunidades a todos los niños y niñas para asegurar que todos y todas alcancen su máximo potencial, aumentando así las probabilidades de una trayectoria escolar exitosa.

¿Qué se entiende por una educación parvularia de calidad?

Para hablar de educación parvularia de calidad es necesario comprender que ésta es multisistémica y multifactorial y que incluye distintos niveles de acción. Una educación parvularia de calidad trae consigo una serie de beneficios de largo plazo en el desarrollo infantil, y sobretodo en los conocimientos esperados (learning outcomes) de niños y niñas.

Cuando es de calidad integra una clara intencionalidad pedagógica detrás del actuar de las educadoras, sostiene la promesa o al menos el potencial de reducir la brecha de desigualdad, nivelando en algún grado el área de juego (playingfield), rompiendo el círculo de pobreza, favoreciendo así la movilidad social.

¿Cómo asegurar una educación parvularia de calidad en Chile?

Un informe reciente de la OECD (2012) propone 5 líneas de acción en términos de políticas públicas si se quiere incidir en la calidad de la educación infantil: (1) determinar metas y regulaciones de calidad, (2) diseñar e implementar currículos y estándares, (3) mejorar las capacidades (qualifications) de las educadoras, mejorar capacitación y condiciones de trabajo (a lo que sumo mejorar la calidad de la formación inicial), (4) involucrar a las familias y comunidades, y (5) promover la recolección de datos, investigación y el monitoreo para mejorar prácticas pedagógicas e impactar positivamente el aprendizaje infantil (acá se incluye la idea de toma de decisiones basada en evidencia).

¿Qué se exige a alumnos una vez que egresan de la educación parvularia? ¿Cuáles son los conocimientos de término que deben manejar esos niños al egresar?

Pensar en términos de «exigencia» y «egreso» en Educación Parvularia es incorrecto. Es más apropiado pensar en términos de qué se podría esperar de un niño que enfrenta primero básico por primera vez. Un niño que ha experimentado una educación parvularia de calidad, llegará a primero básico listo para un aprendizaje de largo plazo («lifelonglearning»); es decir, con las habilidades y disposiciones necesarias para enfrentar con éxito su trayectoria escolar (y más allá). Esto es, se caracterizará por ser un niño autorregulado (en términos de lo esperado para su edad), que exhibe conductas pro-sociales y resuelve conflictos de manera pro-social, es capaz de colaborar con otros frente a una tarea determinada, tiene un claro interés y goce por el aprendizaje, cuenta con las bases para enfrentar con éxito los procesos de aprendizaje de la lectura, escritura, matemáticas, ciencias, etc., maneja un vocabulario amplio que le permite comunicarse adecuadamente, así como también comprender lo que es comunicado en el aula y seguir instrucciones que da la profesora, etc. Tal vez una de las cosas más importantes que nos ha enseñado la ciencia de la educación infantil en la última década y un poco más, es que la autorregulación resultará fundamental para una trayectoria escolar positiva.

¿Qué rol debe jugar una Técnico en EducaciónParvularia? ¿Cuál es la relación con una educadora de párvulo?

El rol del Técnico en Educación Parvularia consiste en asistir y colaborar con la educadora en las tareas del día. Idealmente el técnico debiera participar activamente de la planificación e implementación de las experiencias de aprendizaje lideradas por la educadora. Sin embargo, esto no ocurre en la frecuencia que se debiera porque algunas educadoras no dan este espacio a las técnicos, a quienes muchas veces se les relega a tareas principalmente de carácter asistencial y/o de entretenimiento. Un centro que se caracteriza por buenas prácticas pone énfasis en la planificación conjunta, donde el equipo de aula completo (incluyendo a la técnico) contribuye activamente a dicha planificación y su implementación. Posteriormente, el equipo debiera discutir sobre la implementación, revisar con espíritu crítico y constructivo, para identificar áreas de mejora y así enriquecer una nueva planificación e implementación.

¿Cuáles serán los beneficios que traerá el proyecto de ley del Presidente Piñera sobre kínder obligatorio?

La obligatoriedad del segundo nivel de transición pareciera ser un primer paso en la dirección correcta, en el entendido que se quiere asegurar que todos los niños y niñas de Chile asistan con la intensidad necesaria al centro educativo. ¿Cómo se va a lograr eso? No está claro. ¿Ganarán algo si asisten?

Es difícil de determinar. Para hablar de beneficios en términos de procesos de desarrollo y aprendizaje, la condición básica que debe cumplirse es que se trate de una educación parvularia de calidad, la cual no está asegurada en Chile.

Los beneficios son directamente proporcionales a calidad. Sin calidad, no hay beneficios. En algunos sectores de alto riesgo social, donde los derechos de niños y niñas son constantemente vulnerados, la obligatoriedad de NT2 (Nivel de Transición 2 que equivale a kínder) podría eventualmente asegurar menos horas de contacto con una realidad que atenta directamente contra la integridad de ese niño.

Lamentablemente, los estudios indican que si la cobertura no es acompañada de calidad, y si la calidad es baja o mala, ésta puede tener efectos negativos de largo plazo en el desarrollo del niño. Además, ¿qué pasa entre los 0 y 4-5 años (la mayoría de los niños, tienen entre 5 y 6 años cuando cursan NT2)? Entendiendo que algo es mejor que nada, y que toda gran tarea debe subdividirse en pequeños pasos alcanzables para lograr una meta ambiciosa, y que invertir en NT2 de todos modos es más eficiente que invertir en intervenciones remediales en básica y media, la obligatoriedad del NT2 es claramente insuficiente. La idea fuerza detrás de esto es: sin calidad, no hay beneficios. Obligatoriedad con una mala calidad (nuestra realidad nacional), atenta contra los procesos de desarrollo y aprendizaje de los niños, atentando así, y muy directamente, contra la promesa de reducción de la brecha de desigualdad.