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Dic 2024 - Edición 289

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La adicción a la información y su impacto en el aprendizaje

Encontrar información nueva siempre es satisfactorio pero, ¿se le puede llamar aprendizaje a este proceso?

Por: Sofía García-Bullé del Observatorio de Innovación Educativa del Tecnológica de Monterrey
La adicción a la información y su impacto en el aprendizaje

Los contenidos digitales son parte del día a día de muchos mexicanos, 79.1 millones de nosotros nos conectamos a diario para hacer todo tipo de actividades en línea, desde trabajar e investigar, hasta jugar y socializar, o simplemente para mantenernos informados. Nueve de cada diez mexicanos prefiere conectarse desde su teléfono móvil, que tenemos siempre a la mano para cuando se necesite, o más bien, prácticamente todo el tiempo ya que cada vez es más frecuente que le echemos un vistazo al móvil cada vez que tenemos un momento “libre” o muerto: al esperar el ascensor, en la fila del supermercado, o cuando vamos en transporte público.

De acuerdo a cifras de Estadística Digital, Infotec y la Asociación Internet.mx proporcionadas al El Economista el mexicano promedio pasa 13 horas diarias de exposición a los medios de comunicación, de esas 13 horas, ocho pertenecen a la lectura e interacción con contenidos digitales en internet. Esto es el equivalente a una jornada laboral diaria. ¿Qué hay en estos contenidos que nos convoca a pasar tanto tiempo con ellos?

PUI y FOMO: los pilares de la adicción al Internet

El Uso patológico del Internet (PIU por sus siglas en inglés), se define como un uso excesivo y compulsivo del internet, motivado por una posible adicción a la presencia en línea y las actividades que habilita.

El disparador de este problema es la ansiedad social, generada por un sentimiento de desconexión con los eventos de nuestro entorno, designado como FOMO, o Fear of Missing Out, que se traduce como miedo a perderse de algo.

Para entender el FOMO es necesario explicar el proceso de los usuarios que necesitan estar en línea y obtener información de internet. Un nuevo estudio realizado en la Escuela de Negocios Haas de la Universidad de Berkeley, en California, descubrió que la obtención de información actúa sobre el cerebro a través de la producción de dopamina.

En palabras simples, encontrar información en internet, nos produce el mismo tipo de satisfacción que el dinero o la comida.

“Para el cerebro, la información es su propia recompensa, sin importar si es útil o no”

— Ming Hsu

El profesor y neuroeconomista Ming Hsu explica la razón por la que nos sentimos tan atraídos a “aprender” cosas en internet. En términos de conocimiento es comparable a la comida chatarra, nos da mucho placer comerla, pero no tiene los mejores valores nutricionales.

Para Hsu, el absorber información en línea se limita a satisfacer la curiosidad pero, ¿podríamos llamarle aprendizaje?

Aprendizaje superficial vs. Aprendizaje profundo

Los estudiantes pueden experimentar dos niveles de aprendizaje. El primero se da cuando solo se concentran en tener una idea base del concepto a aprender y en memorizar, en este caso se trata de aprendizaje superficial. El segundo nivel es cuando hacen un mayor esfuerzo por mejorar su entendimiento sobre el tema y lo ligan a otros conocimientos previos, en este caso estamos hablando de aprendizaje profundo.

El ambiente en el que los estudiantes son expuestos a la información en línea normalmente es es informal y no regulado. Las motivaciones de los jóvenes para empaparse de esta información están a menudo relacionadas con el PIU y el FOMO, por lo tanto, se puede inferir que un porcentaje mayor del aprendizaje que obtienen es superficial y como se mencionó anteriormente, pasan cerca de ocho horas al día obteniéndolo, en promedio dos horas más de las que pasan en la escuela.

Esto puede ser un obstáculo o una oportunidad, un invitación a reevaluar la manera en que se gestiona la educación, para comenzar a ver ese aprendizaje superficial como un primer escalón para guiar a los alumnos a un aprendizaje profundo tan frecuentemente como ellos se conectan a la red.

A diferencia de la televisión, donde la actividad de ver la tv era un proceso unilateral, pasivo e inerte; el internet y las redes sociales procuran no solamente el contenido, sino la plataforma para el diálogo y la bibliografía, elementos necesarios para incentivar el pensamiento crítico, la lógica, la comprensión y la reaplicación de lo aprendido. Sin embargo, estas son piezas sueltas si no se integra también la participación de un guía, que ponga estos recursos en contexto y apoye a los alumnos en la formación de un proceso y ritmo adecuados para generar las estructuras cognitivas que deben venir después de la obtención de datos.

Los mecanismos que llevan a una adicción a la información son muy reales, sin embargo, más que pensar en una política de prevención o en medidas restrictivas, sería interesante desafiar a los educadores para crear métodos que aprovechen la afinidad de los estudiantes por mantenerse conectados y provistos de los datos que definen su entorno. Hacerlos personas conscientes de esta relación entre el uso de información y la satisfacción para evitar el desarrollo de una adicción así como trazar caminos que lleven desde un conocimiento nuevo a un aprendizaje útil.

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