Por Jimena Toledo Garrido. Diplomada en fomento a la lectura infantil y juvenil, Pontificia Universidad Católica de Chile. Colección e implementación de bibliotecas escolares y públicas. Encargada CRA, Escuela Darío Salas, comuna San Pedro de la Paz, VIII región.  

Leer o escuchar las narraciones contadas por otros, es algo que podemos disfrutar con ribetes impensados y aún más, pueden guiarnos en el camino hacia un nuevo reencuentro con la lectura, habiendo generado la necesidad de escoger nuevos títulos y disfrutar de ella sin premura, digiriendo cada palabra, cada frase y cada página como si fuera la última oportunidad de escoger y leer un libro.

En mi rol de mediadora de la lectura, es decir, enlazando o creando lazos entre lectores y no lectores con la literatura, he abierto una nueva ventana o plataforma para la lectura, mediante la lectura de cuentos en voz alta con la vieja técnica japonesa denominada kamishibai o “drama de papel”, que sirve para identificar la forma tradicional de cuentacuentos en el país nipón. Desde los años 20 del siglo pasado, el gaito kamishibaiya (cuentista) iba por los pueblos narrando historias, utilizando un pequeño escenario de madera (butai) en el que se insertaban ilustraciones que se iban removiendo a medida que se contaba la historia. Esta técnica muestra de manera armónica, la conjunción entre el componente oral de la voz del cuentacuentos y el visual, mediante las ilustraciones que acompañan a la narración.

Se dice que el kamishibai contemporáneo nació en los distritos tradicionales de compras, de entretenimientos y residenciales de Tokio en 1930, cuando millones de desempleados capeaban la crisis de la depresión. Algunos que habían perdido sus trabajos estaban en las esquinas de las calles con su teatrillo portátil, láminas de kamishibai y dulces en sus bicicletas.

El educador Kenya Matsunaga desarrolló el kamishibai como una técnica de enseñanza, mientras Yone Imai usó kamishibais cristianos para evangelizar en la fe cristiana. Gozan Takahashi (1888-1965) es considerada la iniciadora del “kamishibai educativo” a partir de 1935 y se dedicó al fomento del Kamishibai para la educación de los niños.

La forma de contar cuentos, diferente a la tradicional – con un libro – permite a la audiencia aprender a escuchar a quien lee, observar con detalle las láminas que dan secuencia y sentido al relato y antecederse a los hechos, imaginando lo que pueda devenir hacia el final de la historia. En nuestro país, mediante el Plan de Fomento Lector, que coordinan tres estamentos como el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Ministerio de Educación y Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, con el fin de otorgar un valor agregado a la lectura y a los lectores, se han implementado planes de trabajo que contemplan la aplicación de nuevas formas de generar interés y gusto por la lectura, siendo una de ellas el método kamishibai, orientados a prebásica y primer ciclo pero, lo cierto es que esta forma de contar historias o cuentos es no excluyente, porque todos sentimos la necesidad de vez en cuando de oír nuevos relatos o que nos lean un cuento.

Como realizadora de talleres de fomento lector con kamishibai, he podido evidenciar que los niños e incluso, adultos, están abiertos a nuevos escenarios o formas de lectura. Con una serie de láminas coloridas, algunas con sentido lúdico y otras, de corte valórico, se logra atraer a una audiencia reunida y dar vida a cada escena o pasaje del relato, generándose un juego de emociones, que también deja nuevos aprendizajes. 

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