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Regístrate y accede a la revistaJaqueline Lara es profesora de lenguaje en media y coordinadora de ciclo a cargo de organizar la vuelta a clases para los profesores de su colegio en Pudahuel. Aquí nos cuenta cómo ha sido preparar y adaptarse a un sistema que requiere llegar a 1.500 alumnas.
Fueron unas vacaciones diferentes, en confinamiento y sin actividad social, pero vacaciones. Y es que el enfrentamiento en marzo al sistema de educación a distancia llegó de sorpresa para todos, sin oportunidad de prepararse, por lo que dos semanas de vacaciones -aunque sea en casa- se hicieron sentir.
Y el pasado lunes 27 de abril volvieron las clases a distancia, con un anuncio del gobierno de que dentro de mayo se hará un retorno gradual al sistema presencial, aunque no esté claro cómo se implementará. Tampoco cuándo.
Por el momento sólo queda acostumbrarse al sistema a distancia, sacar el máximo provecho a sus ventajas y buscar cómo entregar herramientas cada vez mejores a los alumnos.
Llevamos más de seis semanas desde el cierre oficial de los colegios, que inicialmente sería por dos. Y el conteo suma y sigue. Tiempo que ha sido de incertidumbre y miedo, pero también de improvisación, innovación y aprendizaje.
Luego de que se adelantaran las semanas de vacaciones de invierno para abril, este lunes se volvió a clases desde casa. Parte de lo que llamamos la nueva normalidad. “Para este regreso a clases estamos mucho más preparados. En primer lugar, porque tuvimos acceso a mucha información sobre cómo planificar en tiempos de crisis y acompañamiento externo para mejorar el sistema a distancia”, cuenta Jaqueline Lara.
En su colegio comenzaron la semana con una reunión de todos los docentes, en la que sacaron la positiva conclusión de que, con un esfuerzo enorme, han tomado “el toro por las astas. Hemos logrado armar un sistema mejorado para cada alumno, independiente de su situación o precariedad”.
El método de clases a distancia trajo desafíos para todos. Alumnos que de un día para otro debieron sumar a su carga escolar una nueva metodología de aprendizaje, para la que no siempre tienen las herramientas o habilidades. Profesores que sin estar capacitados tuvieron que aprender a utilizar plataformas y sistemas de enseñanza. Incluso para las familias todo cambió al verse en la necesidad de contar con conexión, dispositivos, conocimiento tecnológico y un lugar y tiempo para apoyar a los estudiantes.
Con todo esto, ¿se estará efectivamente cumpliendo con el currículum escolar? “Probablemente no. Nada es comparable con lo que pasa en la sala de clases”, afirma Jaqueline. Sin embargo, agrega que sí se produce un tipo de aprendizaje importante. “Hemos tenido un gran avance en dominio tecnológico, en el uso de tecnologías que mirábamos como algo lejano, del futuro, pero que están siendo ahora. Ha sido un avance a la fuerza, pero trascendental”.
Esto, asegura, se da tanto para alumnos como para profesores, quienes han realizado un tremendo esfuerzo para entrar al mundo de las TI. “Yo valoro mucho eso”, dice. Y hace un llamado a ser optimistas, a tener una mirada estratégica para armar una mejora de sistema e implementarla sobre la marcha, incluso en plena crisis. “Hay que dejar de lado las quejas, porque no nos ayudan a solucionar nada. Tenemos que armar equipos y ver qué y cómo mejorar. Necesitamos un trabajo continuo y armar acciones a corto y mediano plazo”. ¿La clave? “El trabajo colectivo: profesores, equipos, administrativos, entre otros. Lograr armar estructuras que entreguen un soporte completo”.
En el colegio de Jacqueline durante las últimas semanas realizaron un acucioso trabajo para levantar y tipificar los principales problemas de los estudiantes frente a esta situación, para luego ver cómo solucionar cada uno. Se llegó a tres tipos de problemas: Falta de conectividad (cuándo y cuánto se pueden conectar los alumnos); educación de los padres (para ser parte del acompañamiento en el aprendizaje); y entender el sistema a distancia (que para los menos tecnológicos puede ser un importante desafío).
Sin embargo, cuenta que de todo este levantamiento llegó a la conclusión de que el total de alumnas con problemas es de un 10%, “número bastante abarcable”. Para eso han tomado acciones contundentes, como llevar impreso todo el material a quien tenga poco o nada de acceso a internet.
Y ahora es tiempo de recibir una retroalimentación para ver cómo han encaminado este proceso, e innovar en los casos que sean necesarios. “Es tiempo de ver el lado positivo de esto y entender que estamos sacando un aprendizaje y sabiduría de todo. Esperamos que al volver a lo presencial nada de esto sea en vano. Que las tecnologías hayan llegado para quedarse”.
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