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Estudiantes en el mundo digital: necesitan una guía, no un abandono

¿Dejarías a tu hijo solo en una ciudad desconocida, de noche, sin compañía ni herramientas para orientarse? Seguramente no. Sin embargo, muchos padres están haciendo algo muy parecido cada día: dejan a sus hijos completamente solos en el mundo digital. No se trata de demonizar la tecnología ni de vivir con miedo a lo que pueda pasar. Como plantea Daniel Halpern, académico de la Universidad Católica de Chile y director de Educom Lab, se trata de asumir una verdad esencial: los hijos no son perfectos. Y por eso mismo, necesitan una guía.

Por: Marcela Paz Muñoz.
Estudiantes en el mundo digital: necesitan una guía, no un abandono

En conversación con el podcast de Grupo Educar, Educar Conectados, Halpern reflexiona sobre los desafíos que plantea la desconexión emocional entre padres e hijos, especialmente en una época donde lo digital ocupa gran parte de la vida adolescente. A partir de la serie Adolescencia de Netflix, que narra la historia de un joven de 13 años que asesina a una compañera, Halpern apunta a un punto crucial: “Lo conocían solo en la superficie. Los papás no tenían ni idea de lo que en verdad pasaba con su hijo, porque nunca quisieron ingresar a su mundo digital”.

Daniel Halpern, académico de la Universidad Católica de Chile y director de Educom Lab.

Este caso extremo sirve para ilustrar un fenómeno más amplio: la tendencia de muchos padres a mantenerse al margen de lo que sus hijos hacen en internet. Por temor a invadir su privacidad o por falta de herramientas, dejan de supervisar, de conversar, de acompañar. “El error es decidir dejar a nuestros hijos sin ningún tipo de supervisión”, dice Halpern. “No porque sean malos, sino porque necesitan una guía. Si fueran perfectos, no necesitarían papás como nosotros”.

El problema, explica, no se soluciona solo aprendiendo a usar TikTok o entendiendo los videojuegos. El aspecto central no es cuánto saben los padres sobre tecnología, sino cuán focalizados están en la conexión emocional con sus hijos. Halpern lo dice con claridad: “Puedes tener toda la cultura digital del mundo, pero si tu hijo no quiere hablar contigo, de nada te sirve. Y si tu hijo quiere acercarse, pero tú no entiendes o no estás disponible, también estás fallando”.

Esa desconexión tiene efectos concretos. Halpern comparte el caso de Esteban, un adolescente de 15 años, protagonista de su libro recientemente publicado “El poder de la conexión. Redes sociales, videojuegos y porno” cuya vida gira en torno a los videojuegos. Tras un conflicto con su madre, ella le corta el computador, y él le responde: “Si tú no vuelves a enchufarlo, me voy a matar”. Esa frase, dice Halpern, encendió todas las alarmas. No se trataba solo de una amenaza, sino de una expresión de vacío. Un grito desde el aislamiento digital y emocional.

A partir de esa historia nació su libro El poder de la conexión, donde recoge experiencias reales de padres e hijos intentando reencontrarse. “Es muy difícil ser adolescente hoy. Es como vivir con turbulencia constante. Y mientras más viento hay, más importante es tener valores, tener vínculos, tener guía”, afirma.

El buen dormir

Uno de los puntos más potentes que plantea es el daño silencioso que causa la falta de sueño. Halpern cita una frase del CEO de Netflix, quien alguna vez dijo que su mayor competencia no era Disney, sino el sueño de las personas. “Hoy día hay empresas que se sienten orgullosas de quitarle bienestar a las personas con tal de que sigan conectadas”, advierte. El sueño, dice, es una necesidad básica. Si un adolescente no duerme bien, no puede aprender, no tiene ánimo, pierde propósito. Y muchas veces, eso ocurre simplemente porque nadie le puso una norma clara sobre el uso del celular de noche.

Desde esa base, Halpern propone mirar el bienestar desde el modelo PERMA de la psicología positiva ( Martin Seligman), que habla de cinco componentes: emociones positivas, engagement (disfrutar el presente), relaciones significativas, sentido de vida y logro. Cada uno de estos pilares, según Halpern, se ve amenazado por un mal uso del mundo digital: la comparación constante en redes, la distracción permanente, las relaciones superficiales, la falta de propósito y la sensación de improductividad. “Es muy difícil tener bienestar emocional si no tienes un balance digital”, concluye.

Entonces, ¿qué pueden hacer los padres? Primero, vincularse emocionalmente. Conversar, estar presentes, escuchar sin juzgar. Segundo, establecer normas con sentido. No se trata de prohibir por prohibir, sino de construir acuerdos familiares que protejan el bienestar. Tercero, educar digitalmente. Y eso no significa solo saber usar la tecnología, sino entender las consecuencias offline de las acciones online.

“La clave está en generar ese cable a tierra que los hijos necesitan. Y ese cable no es una app ni una contraseña, es el vínculo con los padres”, afirma Halpern. En tiempos de tanta turbulencia, dice, lo que más seguridad entrega a los adolescentes es saber quiénes son, tener valores y sentir que hay adultos que los acompañan.

No basta con dejarles un celular y desearles suerte. Necesitan guía, afecto, conversación y presencia. Y ese es el desafío más grande —y más necesario— para los padres hoy.

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