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Patricia León Agustí, invitada por grupoEducar a Chile, develó estrategias para que los estudiantes dejen a un lado la memoria y desarrollen un pensamiento crítico y reflexivo. “Los conocimientos los encuentran en Google; en cambio, a pensar, solamente les pueden enseñar sus maestros”.
Por Marcela Paz Muñoz Illanes
Más de 200 profesores asistieron al seminario “Del Aprendizaje al Conocimiento” organizado por grupoEducar, con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos, Fundación Larraín Vial y Universidad Santo Tomás. En esta oportunidad, se invitó a la investigadora y profesora extranjera Patricia León Agustí, experta en Investigación Educativa y Desarrollo Humano, de la Universidad Pedagógica de Bogotá, Colombia, y conocedora en profundidad del proyecto Zero de la Escuela de Graduados en Educación de la Universidad de Harvard.
¿Es posible mejorar el aprendizaje de los alumnos? ¿Cuál debe ser el verdadero sentido de la educación?
—Actualmente, estamos muy ocupados en enseñar para el examen o la prueba. El estudiante gasta gran parte de su tiempo escolar calculando qué nota requiere para pasar de curso. De hecho, debemos repensar nuestro sistema educacional ya que, por ejemplo, existen dos tipos de jóvenes, los malos y los buenos alumnos. Los malos olvidan la materia cinco minutos antes del examen y los buenos, cinco minutos después de la prueba.
Por ello, estamos llamados a reflexionar acerca del tipo de educación que entregamos a nuestros alumnos. El objetivo esencial y primordial de la educación debe ser enseñarle a pensar en el aula y buscar la manera de que sus decisiones tengan más sentido y sean más coherentes. A los estudiantes hay que llevarles a pensar y meditar sobre las consecuencias de sus actos.
¿Cómo?
—Para desarrollar el pensamiento es necesario reflexionar. Desgraciadamente, la escuela pocas veces tiene tiempo para aquellas materias. Es muy activista y siempre se involucra en nuevos proyectos y tareas, exámenes o evaluaciones. Perdemos mucho tiempo que podríamos reorientar a la reflexión de nuestros alumnos.
Los investigadores del proyecto Zero que han estudiado el tema, revelan que los buenos resultados se obtienen cuando se generan aulas y ambientes escolares propicios para que los alumnos piensen y reflexionen. “No para repetir y memorizar. De hecho, muchas de las mediciones censales y evaluaciones están cambiando, y requieren que los niños piensen y vayan más allá de conocer una fórmula de memoria, ya que el conocimiento es solamente una parte de la comprensión. Los alumnos deben ir más lejos”.
Al momento de adentrarse en la comprensión, la experta explica lo importante que es realizar actividades o acciones con lo que se está enseñando. “En química, por ejemplo, cuando se entrega la tabla periódica de elementos, el maestro debe enseñar al estudiante cómo desarrollar un pensamiento crítico y reflexivo. Realizar actividades llamadas rutinas del pensamiento, que son acciones breves, fuertes y efectivas que le hacen pensar al alumno. Son fuerzas clave para el aprendizaje; una de ellas es la ambientación, ¿cómo hacemos visible el pensamiento a los estudiantes?, ¿qué me dicen las paredes de lo que está pensando el alumno o de lo que su profesor le está enseñando?
¿Un mejor ambiente escolar significa progresos en el aprendizaje de los alumnos?
—Esa es la segunda de las fuerzas interculturales, a la que denominamos interacción. Es decir, a cómo nos relacionamos con los alumnos, y éstos entre ellos mismos. Dentro de un ambiente seguro y tranquilo, se incluye el desarrollar una escucha y relación auténtica entre el alumno y su profesor. Estas estrategias van generando reflexión y conocimiento.
¿Qué ocurre con la autonomía?
—Parte del conocimiento y aprendizaje es formar niños autónomos y capaces de develar el verdadero propósito de aquello que se les está enseñando. Por ello, es necesario pasar de un sistema basado en la memoria a un sistema educacional mucho más reflexivo.
La realidad es que, si los alumnos aprenden de memoria, esa materia se olvida algunos días después y ese conocimiento no perdura en el tiempo. “Para que se mantenga, es necesario realizar alguna actividad o utilizar una estrategia. Solo de esa manera ese conocimiento se mantendrá”.
“Lograr develar el sentido de lo que enseñamos, o aprenden los alumnos, es una de las estrategias más importantes que nos permiten que el conocimiento perdure. La información está en todas partes y el profesor lo que debe enseñar es a desarrollar el pensamiento, más que acumular conocimientos que los alumnos pueden encontrar en Google», terminó la experta.
Estrategias para desarrollar
La rutina del pensamiento en el aula
Cuando los niños estén mirando un cuadro, leyendo una historia, o quizás viendo un fenómeno científico, simplemente formule esta pregunta: ¿qué está ocurriendo aquí? ¿qué es lo que ves aquí que te hace decir eso, en qué te basas?
Al final de cualquier lección, ya sea de historia o de ciencia, pregúnteles: ¿qué pensaban antes y qué piensan ahora? Esto refleja su reflexión sobre lo que han aprendido y cómo sus mentes han cambiado.
Círculo de perspectivas
Elija un tema controvertido; por ejemplo, el colonialismo. En pequeños grupos, pídales que escojan papeles y que hablen desde esa perspectiva. Un alumno podría ser un colonizador, otro un comerciante y otro un nativo del país en cuestión. Esa es una forma maravillosa de ofrecer a los niños diferentes perspectivas en situaciones complejas y de estructurar conversaciones que incitan a los niños a pensar. Los ayuda a cultivar sus mentes y a alcanzar una comprensión profunda de los contenidos.
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