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Por Mauricio González Vargas, Académico Pedagogía en Educación Física, Universidad San Sebastián, Concepción.
El juego es una actividad tan antigua como el hombre mismo, aunque su concepto, y su forma de practicarlo varía según la cultura de los pueblos. El ser humano lo realiza en forma innata y es un poderoso estímulo mediante el cual el niño se vuelve más hábil y ligero, pero sobre todo más alegre.
Gran parte del contenido y significado del juego infantil está constituido por las actividades lúdicas en las que el niño representa un papel e imita algún aspecto significativo, dando como resultado una actividad natural, creativa, sin aprendizaje anticipado. La acción de jugar es automotivada de acuerdo con los intereses personales o impulsos expresivos del niño, donde se potencia un sinnúmero de habilidades de movimiento bajo normas o reglas autodefinidas, constituyendo una actividad espontánea en interrelación con su entorno, lo cual contribuye al desarrollo integral.
El carácter transversal del juego, hace que su utilización proporcione al niño grandes beneficios, entre los que se puede citar la contribución al desarrollo del potencial cognitivo, la percepción, la activación de la memoria y el arte del lenguaje. Por medio del juego, el niño progresivamente aprende a compartir, a desarrollar conceptos de cooperación y de trabajo común, también aprende a protegerse a sí mismo y defender sus derechos.
Una de las razones por las cuales los niños deben jugar es para contribuir a su desarrollo motriz, sin darse cuenta, ejecutan un movimiento muchas veces, y con esa actitud reafirman y repiten un movimiento sin cansarse hasta que lo dominan y sólo por el gusto de realizarlo bien. El juego también favorece al desarrollo cultural y emocional, para el niño con actitudes y conductas inadecuadas, tales como el mal manejo de la frustración, desesperación o rabia, el juego es una salida para liberar esos sentimientos.
El profesor debe involucrarse en la actividad del juego y mediar para crear contextos que permitan introducir estrategias didácticas sin contaminar la naturalidad y potencialidad del juego como una importante herramienta para producir aprendizajes significativos, incluyendo también a los padres, por lo tanto, las iniciativas del juego infantil deben respetarse y tratar de explotar esas premisas dentro de los procesos de enseñanza aprendizaje en edad escolar.
Los juegos ofrecen experiencias de gran valor y versatilidad para el desarrollo integral del niño, por lo que deben ser tomados en cuenta dentro de todo programa de educación formal y no formal.
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