Por Ernesto Treviño, Director del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la Universidad Diego Portales. 

La cargada agenda de reforma educativa del gobierno ha dejado en espera dos elementos esenciales de los cambios propuestos. Por un lado, no se conoce el programa de fortalecimiento a la educación pública, que debería dar apoyos económicos y pedagógicos sustanciales a los establecimientos públicos. No se trata solamente de mostrar los recursos que actualmente se entregan a estas escuelas, sino de diseñar e implementar un plan de mejora que incluya infraestructura, insumos, docentes, número de alumnos por curso, oferta de actividades extraprogramáticas, por nombrar algunos. En este sentido, se requiere dar un trato preferencial a las escuelas públicas para revitalizar este sector, que parece condenado a desaparecer. 

La desmunicipalización de la educación pública es el otro tema pendiente de la agenda. Se trata de un proyecto que aún no se ha publicado, pero las declaraciones de distintos representantes del gobierno indican que crearía servicios locales de educación que agruparían a varias municipalidades, en la mayoría de los casos.  

Más allá de cambiar al responsable local de las escuelas públicas, es necesario que esta propuesta, sea más que un cambio administrativo. Es decir, este proyecto debería ser parte integral del fortalecimiento de la educación pública, y debería generar sistemas de apoyo y facilitación del trabajo a las escuelas, para poner en el centro de la atención a los niños. 

Es de esperar que los proyectos de fortalecimiento de la educación pública y desmunicipalización no se conviertan en los «saludos a la bandera» que se hicieron en los dos gobiernos anteriores, en los que se presentaron proyectos para la educación pública sin la intención real de que estos fueran aprobados e implementados.