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Pocas mediciones, objetivos concretos, centrar el aprendizaje en lenguaje, buenos profesores y directores orquestando el trabajo en equipo son las claves para mejorar la educación. Así lo revela Michael Fullan, experto en reformas educativas.
Experto en educación, ha participado de importantes reformas en países como Canadá y Gran Bretaña. Michaell Fullan visitó Chile y entregó las claves para “dar el salto en materia educativa”. Autor de “Professional Capital: Transforming Teaching in Every School” junto a Andy Hargreaves (2012) y de “Stratosphere”, además de “Leadership and Sustainability” (2004), entre otros.
Actualmente Fullan es profesor emérito del Instituto de Estudios en Educación de la Universidad de Toronto (Canadá).
La reforma
Cuatro ejes debe tener una transformación en educación para que sea exitosa, dijo. “En primer lugar, contar con pocas y concretas prioridades, como lenguaje y enfocarse en trabajarlas. Luego, mirar el panorama general del país o del departamento en materia educativa, para priorizar aquellos aspectos que son más relevantes e importantes. En tercer lugar, invertir en desarrollar habilidades en los profesores y personas ligadas al mundo educacional y por último, no descuidar el tema de la contraloría y control de gastos al interior del establecimiento. Sobre este último punto recomiendo usar particularmente un sistema de data que entregue la información actualizada y precisa sobre los avances y logros de cada uno de los estudiantes.”
Al igual que el resto de los países los estudiantes en Chile se someten regularmente a diversas mediciones, la prueba PISA, TIMS y la PSU, por nombrar solo algunas. ¿Ello contribuye a mejorar el aprendizaje o no?
Ese es claramente un tema que preocupa. Las últimas investigaciones señalan que es crucial contar con un reducido número de mediciones. En Ontario, medimos solamente matemáticas y literatura en el primer nivel, nada más. De hecho, si se somete a los alumnos a muchas pruebas, se satura el sistema.
Los resultados (data) que se obtienen de las mediciones, deben ser utilizados como un indicador, no para juzgar, ni desacreditar a los alumnos. Son un parámetro o guía que permite al profesor saber dónde se deben focalizar sus esfuerzos y cuáles aspectos mejorar.
Existen, sin embargo, algunas buenas mediciones, como la colaboración entre los estudiantes, una de las últimas que desarrolló recientemente PISA (OCDE). Allí se evalúa si los alumnos son capaces de trabajar en equipo y logran resolver problemas, aprendiendo.
¿Cuál es la importancia de lenguaje en el aprendizaje?
Fundamental. Si es que los alumnos no logran dominar esa asignatura, difícilmente podrán progresar en el resto de las áreas. Es el centro total del aprendizaje y debe sí o sí estar incluido en las mediciones. Los estudiantes que no dominan ese aspecto no avanzan en ningún otro.
¿Cómo mejorar ese aspecto?
Trabajando con los profesores. Evaluando la forma cómo enseñan literatura, cómo se plantean y se supervisan los objetivos. La manera de preparar los materiales, observando videos y estudiando lo que dicen las nuevas investigaciones al respecto.
¿Cómo se articula, entonces, el necesario liderazgo que debe tener el director del establecimiento?
Las investigaciones señalan que los directores son quienes contribuyen a mejorar el rendimiento de la escuela. Sabemos que cuando se trabaja en conjunto con un mismo foco e ideal, se mejora. El director debe ser capaz de lograr que el resto de los profesores trabajen en equipo y de una forma eficiente, lo que actualmente se llama “líder instructivo”. Ese es un gran cambio.
Antiguamente el director manejaba solamente los recursos al interior del establecimiento y ahora, debe buscar que el profesorado trabaje en forma armónica y en conjunto. Por ello, si es que realmente se desea mejorar en el aprendizaje las prioridades deben estar más bien por este lado, más que por la veta administrativa.
Los profesores y la tecnología
¿Qué rol juega la formación de los nuevos y futuros profesores?
Es otra de las claves para fortalecer la educación. La formación debe centrarse en el trabajo que realizarán, en lo que deben enseñar a sus alumnos. Lo importante es que aprendan a trabajar en equipo, lo mismo que ocurre con el trabajo de los directores.
La actitud es estar actualizando continuamente sus conocimientos. Parte de la formación incluye también, el trabajo en equipo. Si se enseña esa filosofía, irán progresando cada vez más.
Además, no descuidar los rangos de exigencias para llegar a convertirse en profesores. Fiscalizar esos criterios porque deberían ser los mejores quienes trabajen en esta profesión. Son ellos los forjadores del futuro de la nación.
Michael Fullan en junio del año pasado escribió otro libro, “Stratosphere” en que entrega una visión crítica del siglo 21. Allí le presta especial atención a la relación entre tecnología y pedagogía. “Sin la guía y supervisión del profesor la tecnología puede convertirse en algo muy peligroso.”
La verdad que se esconde detrás de naciones exitosas en materia educativa, como Finlandia, Singapur y Canadá, explica en su libro, es que centraron toda la educación en conseguir buenos profesores. Así se lograron resultados auspiciosos.
¿Cómo pueden los profesores trabajar con la nueva tecnología?
Más que entregar conocimientos, deben buscar la manera de formar grupos con los alumnos, y que sean ellos quienes les enseñen los conceptos que los educadores no manejan. Una buena idea es formar alianzas con ellos, porque la tecnología por sí sola no es capaz de proveer todas esas transformaciones que se necesitan.
Funciona y es muy natural. Respecto a la autoridad, no es problema, la autoridad del profesor nace del conocimiento, no de la tecnología.
¿Cómo será la educación en el futuro y el rol del profesor?
El rol del maestro es de un activador, un aliado del alumno en pos del conocimiento. El profesor guía a los estudiantes. Deben enseñarles a velar por su propio conocimiento y articulación. De hecho, en los test y las pruebas internacionales de lenguaje no se evalúa si los alumnos saben memorizar, en cambio, sí la habilidad de pensar y comprender lo que están leyendo.
Otra de las quejas frecuentes de los profesores es el excesivo número de alumnos por clases, ¿40 estudiantes es mucho?
No realmente. Las investigaciones respecto al tamaño de las clases señalan que cuesta mucho dinero el poder reducirlas. Y sin embargo, no tiene mucho impacto en el aprendizaje, a menos que sean solamente 15 estudiantes por clase.
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