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Regístrate y accede a la revista“Enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clase. Enseñar con la actitud, el gesto y la palabra” escribía Gabriela Mistral, la mejor exponente de la educación rural en nuestro país, y en su honor, el día de la celebración de su natalicio es el día de la educación rural en Chile. Hoy esa escuela que es un reservorio de identidad cultural, ubicada en el desierto, en caletas, en pueblo apartados del norte o en islas del sur, tiene una realidad que aunque romántica, cada día presenta nuevos desafíos.
En Chile existen 3.654 escuelas rurales, eso es el 30% de las que hay en todo el país. De éstas el 63% tiene solo 50 estudiantes o menos y 43 escuelas tienen solo un alumno matriculado.
Según datos entregados por el MINEDUC el 51,8% de estas escuelas ubicadas en zonas aisladas y con pocos habitantes, son establecimientos multigrados, es decir con entre uno y diez estudiantes con varios cursos en una misma sala.
Los establecimientos rurales tienen diversas particularidades, que hacen el trabajo de profesores y directivos desafiante. Si una sala en un colegio citadino tiene que responder a diferentes realidades, de niños de una misma edad y de contexto más o menos parecido, esto se multiplica en un colegio rural, donde en una misma sala hay niños que cursan diferentes niveles, y de las más diversas realidades.
La escuela rural es en muchos casos la conexión que tienen los niños y sus familias con el mundo que les rodea, es la que facilita que alumnos conozcan el mundo. Así los más de 26 mil profesores que trabajan en este sector educacional, se transforman en personas trascendentales en la vida de los niños y jóvenes.
Actualmente son más de 270 mil los estudiantes de escuelas rurales, y de ellos el 71% asisten a establecimientos públicos, y seis de diez son alumnos prioritarios, por lo que reciben la Subvención Escolar Preferente. Esto habla de las carencias en las que la mayoría de los niños vive.
Sus padres por lo general tienen baja escolaridad y según explica la profesora María Eugenia Ormazábal, directora de la Escuela Rural Bárbara Rubia, de la comuna de Hualañé, “esto hace que los padres no puedan apoyar el proceso educativo de sus hijos. Además los alumnos por lo general recorren largas distancias para llegar a clases”.
Sin embargo la profesora Ormazábal señala que “hoy día no es tan difícil como hace años atrás, por las dificultades de acceso y cobertura, pero nos falta aún que nuestros estudiantes tengan educación pre-básica; por ende, no tienen grado de motricidad, apresto, esto nos dificulta más el proceso inicial”. Solo el 13% de los alumnos de educación rural son de pre-básica.
Según datos del MINEDUC de los alumnos que estudian en el campo, el 75% lo hace en educación básica, pero solo el 12% lo hace en educación media. Este número baja por dos razones, la tasa de deserción es alta, y muchos de los que quieren seguir estudiando, migran a establecimientos urbanos.
Pese a las dificultades que puede tener esta educación hay colegios que logran tener buenos resultados. Por un lado está la posibilidad de ejercer una educación más personalizada, que si se suma a una buena gestión de recursos se logran exitosos resultados.
La directora Ormazábal de Hualañé explica cuál es la clave para buenos resultados “… algo muy importante es educar desde el afecto, del cariño. Así se logra la conexión emocional y luego el desarrollo de habilidades cognitivas. Además de mantener un trabajo colaborativo, articulado y participativo, asimismo personalizado, enfocándose en las necesidades de cada estudiante”.
Dentro de los desafíos que presenta la educación rural está que ésta no se termine, ya que es la que permite una identidad cultural y pertenencia local. Además para María Eugenia de la escuela Bárbara Rubia, en términos de políticas públicas se necesita “fortalecer el currículo pertinente al contexto, modificar los módulos rurales, una evaluación de SIMCE adaptada para la educación rural y que las universidades preparen más a sus profesionales sobre la educación rural”.
Para esta directora, la mayor satisfacción de su trabajo es el vínculo estudiante-profesor, y ver cómo sus estudiantes logran, pese a las dificultades, los objetivos de aprendizaje y obtienen buenas evaluaciones en las mediciones comunales y nacionales.
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