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Regístrate y accede a la revistaDurante las últimas décadas, Colombia, al igual que varios países de la región, ha avanzado significativamente en el desarrollo de estrategias que permiten que, a la mayoría de los niños, niñas y adolescentes, se les garantice el derecho a la educación. Éste, que no es un reto menor, permite que el país cuente hoy con una tasa de cobertura neta del 85%, es decir, que 10.109.295 (MEN- SIMAT, 2017) estén en la educación preescolar, básica y media.
Aun cuando los datos de cobertura son significativos, persiste el desafío de lograr que la calidad de la educación que esos millones de estudiantes reciben como un derecho, les garantice vidas más productivas y dignas. Por ello, para el Ministerio de Educación Nacional (2018, Colombia) la calidad educativa es aquella que desarrolla en los estudiantes las competencias personales, sociales y para el aprendizaje que les permitan actuar de manera pacífica, democrática e incluyente en la sociedad; una educación que brinda oportunidades de desarrollo económico y social, y fomenta la innovación, la ciencia, la tecnología y el emprendimiento.
Bajo este concepto, el desarrollo profesional de los docentes es un asunto que debe ser considerado como uno de los pilares de la calidad de la educación. Los docentes cumplen un rol esencial, dado que son ellos quienes diariamente interactúan con los estudiantes y pueden potenciar sus habilidades, capacidades y competencias, formando ciudadanos que valoran y promueven la equidad, la democracia y el desarrollo social y económico del país.
En este sentido, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sugiere que, en el largo y mediano plazo, Colombia debería fortalecer el acompañamiento a los docentes y brindarles herramientas para administrar mejor el tiempo en el aula, donde puedan identificar las diferentes potencialidades de sus estudiantes.
De igual manera, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indica que en América Latina se debe dignificar la profesión docente y esto implica no solo mejorar sus condiciones salariales, sino los procesos de selección, formación y evaluación, para garantizar que las mejores y más capaces personas, estén en el aula.
Para poder identificar y ser líderes del proceso formativo, es esencial que los docentes desarrollen competencias profesionales y personales, que les permitan fomentar y mantener un ambiente positivo para el aprendizaje, con igualdad, y que, cada día los estudiantes se emocionen por estar en el colegio y se sientan retados a superarse a sí mismos. El gran reto es buscar que la enseñanza-aprendizaje sea una experiencia única, que esté enmarcada en la confianza, la motivación y el empoderamiento de cada integrante del grupo.
Por esta razón, el Ministerio comparte las características propuestas por la Sociedad Internacional para la Tecnología en la Educación (ISTE, por sus siglas en inglés), en la que plantea que los docentes deben ser aprendices, líderes, ciudadanos, colaboradores, diseñadores, facilitadores y analistas (ISTE, 2017), y pensando en esta propuesta se han desarrollo estrategias que les permiten continuar su formación profesional, descubrir nuevos metodologías y trascender la transferencia de conocimientos, para construir conjuntamente con los estudiantes, ambientes de aprendizaje seguros en los que se valora y se respeta la diversidad.
En este sentido, lograr que los docentes de las áreas rurales y urbanas tengan perfiles y oportunidades similares, es uno de los retos que se han identificado, dado que hay condiciones y características que los hacen particulares. A partir de estas necesidades, en los últimos años, desde el Ministerio, se ha brindado acompañamiento en aula para mejorar las prácticas pedagógicas y lograr potencializar las competencias de cada estudiante. Una de esas estrategias es el Programa Todos a Aprender (PTA), con el cual, a través de su historia, se ha acompañado a cerca de 109.360 docentes en los establecimientos educativos focalizados.
Como se mencionó anteriormente, en el sistema educativo colombiano son múltiples las competencias y desafíos que tienen los docentes, dependiendo de las especificidades del contexto y demandas puntuales asociadas a la naturaleza del lugar en donde se desenvuelven.
Por ejemplo, un docente de aula multigrado que está en el nivel de básica y media debe prepararse para la enseñanza de diferentes áreas disciplinares, manejar grupos de estudiantes en edades y grados diferentes; un docente de aula regular, en el nivel de básica y media se enfrenta a prepararse para la enseñanza de diferentes áreas disciplinares, maneja grupos usualmente numerosos, y un docente de escuela rural se desenvuelve en contextos particulares que suelen funcionar asociados a las características socioeconómicas de los contextos (horario cafetero, por ejemplo) y se enfrenta a dictar diferentes áreas disciplinares.
En general las demandas son altas y los docentes de nuestro país entregan lo mejor de sí para que nuestros estudiantes puedan aprender y potencializar sus competencias particulares.
Es importante hacer énfasis en el aula multigrado, dado que por sus particularidades debe contar con un docente que entienda el liderazgo desde la perspectiva del siglo XXI. Es decir, un líder que delega, empodera y promueve la participación de todos, en oposición a un líder único, autoritario.
El aula multigrado requiere un docente que promueva la autonomía en sus estudiantes, la democracia y la concertación en la toma de decisiones y el respeto por la diversidad, pues un aula multigrado efectiva es aquella en la que se autogestionan los procesos y aprendizajes, siendo el rol principal del docente el de facilitador en oposición a ser transmisor de conocimientos.
Desde el Ministerio se han promovido unas competencias que se consideran esenciales para cualquier docente, pero cobran aún más relevancia en el escenario del aula multigrado, en la cual se reflejan escenarios de la vida misma: necesidades, estilos y ritmos de aprendizaje, edades, etc. A continuación, se presentan las habilidades y competencias identificadas para los docentes, las cuales se han potencializado, especialmente a través del PTA:
1. Fomentar un clima de aula positivo para el aprendizaje, acordando normas y siendo ejemplo con su propia actitud de los valores y competencias que se requieren, para que el ambiente sea óptimo para todos: respeto, colaboración, trabajo en equipo, escucha, empatía, altas expectativas y comunicación asertiva. Así el aula se convierte en ese espacio en el que no solamente se aprende Lenguaje y Matemáticas, sino también en el que se es ciudadano, se convive, se comparte y se logra un objetivo común
2. Ser un protector del ambiente de aprendizajes libre de riesgos, asegurando que el aula sea un lugar seguro física y emocionalmente para sus estudiantes, en el que se sientan valorados y se sientan en libertad de expresarse, sin dejar de lado que existen normas claras para la convivencia. Es esencial que pueda garantizar que el aula sea un espacio para aprender, crecer, explorar, tomar riesgos, cometer errores y volver a empezar.
3. Ser un creador de una cultura de aprendizaje en la cual hay una creencia compartida de que lo que ocurre allí es importante y se le da un alto valor a aprender. Valorar lo que se hace, el esfuerzo y el proceso.
4. Implementar estrategias de gestión de aula que beneficien a todos los estudiantes y que, al mismo tiempo, les enseñen competencias importantes para su vida: administrar el tiempo, planificar recursos, tener un objetivo claro, comunicarlo y compartirlo.
5. Ser un ejemplo de buenas prácticas de la enseñanza. En el caso de las aulas multigrado, comprender los contenidos para todas las edades, hacer seguimiento a su aprendizaje, planear de acuerdo al ritmo y nivel de sus estudiantes.
Ser un líder de procesos de aprendizaje, haciendo seguimiento a los progresos de los estudiantes y siendo persistente en la creación de diferentes recursos para el logro de los mismos.
El docente de aula multigrado es un ejemplo para la sociedad, puesto que lidera en su aula procesos de aprendizaje, fortaleciendo el trabajo en equipo, promoviendo la recursividad, trabajando a partir del contexto, valorando las diferencias y convirtiéndolas en oportunidades de crecimiento grupal e individual, por eso desde el Ministerio hemos buscado espacios y estrategias para acompañarlos en su labor diaria.
Igualmente, conscientes de la importancia que tiene que los docentes se sigan formando y capacitando para fortalecer sus competencias, en 2015 inició el Programa de Becas para la Excelencia Docente, que otorga créditos educativos, condonables en un ciento por ciento, a docentes oficiales para estudio de programas de maestría en universidades con acreditación de alta calidad del país. Se han concedido 7.193 becas para estudios de maestrías en 23 universidades aliadas de todo el territorio nacional (MEN, 2018).
En esta misma línea y para dar oportunidad a más docentes, se está terminando la estructuración de una modalidad con becas para programas de posgrado con metodología virtual y a distancia.
Otro de los mecanismos propuestos para el fortalecimiento de competencias docentes son las comunidades de aprendizaje, que son grupos de docentes en los que se comparten prácticas y conocimiento. En estos espacios sus integrantes reflexionan y encuentran soluciones a las problemáticas específicas de aula en torno a los procesos de aprendizaje de los estudiantes, se socializan inquietudes e identifican colectivamente alternativas pedagógicas.
Algunas características de las comunidades de aprendizaje es que investigan, documentan sus experiencias, comparten sus prácticas y se nutren de las problemáticas del contexto escolar (MEN, 2011).
A partir de la experiencia vivida, recomendar su funcionamiento es vital para que los equipos de docentes se organicen y construyan sobre sus propias experiencias en un ejercicio de reflexión colectiva constante, de manera que se consoliden aprendizajes a través de un trabajo colegiado.
Que el país piense las políticas públicas debe ser una oportunidad para fortalecer lo que ha funcionado y replantear nuevos desafíos. Por ello, en lo que respecta al desarrollo profesional docente, el Ministerio de Educación Nacional ha tenido varios logros que, sin duda, deben ser recogidos y revisados para trazar las nuevas rutas de política educativa.
• Financiación del ciento por ciento o 90%, para que los educadores desarrollen programas de maestría o cursos de actualización pedagógica y disciplinar.
• Diseño e implementación de estrategias de formación y acompañamiento pedagógico situado con seguimiento a las prácticas de aula, en primaria. Esto para promover la reflexión y la mejora de la práctica educativa, desarrollar en los estudiantes de primaria las competencias básicas en Lenguaje y Matemáticas, usar pedagógicamente materiales educativos, desarrollar una efectiva gestión del tiempo en el aula e implementar procesos de evaluación formativa. Algunas de estas estrategias son: (i) Sesiones de trabajo situado, (ii) Acompañamientos en aula -por parte de un tutor a docentes, (iii) Seguimiento al aprendizaje para conocer y registrar lo que saben los docentes y les interesa a los estudiantes y (iv) promoción de Comunidades de Aprendizaje
• En el marco de la evaluación de educadores (docentes de aula, tutores, orientadores, rectores, coordinadores, directores rurales, directivos sindicales), el Ministerio, con el apoyo de universidades, definió cursos a la medida de las oportunidades de mejora de aquellos que no aprobaron la evaluación para ascenso y reubicación. Esto con una financiación del 70% del valor de cada curso.
• Desarrollo de formaciones y acompañamiento al docente, con las que brindó herramientas, materiales y apoyo para consolidar a los docentes como líderes que enseñan y son un modelo para sus estudiantes.
En cuanto a los retos es fundamental seguir desarrollando estrategias y proyectos que permitan y promuevan la formación de docentes, rectores y orientadores en temas relacionados con la orientación socio-ocupacional y competencias socioemocionales, con el propósito de que apoyen a los estudiantes en la toma de decisiones académicas, profesionales y laborales. Asimismo, continuar fortaleciendo las prácticas de aula de los docentes tanto en competencias básicas como en socioemocionales, con enfoque de metodologías activas en particular Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP).
Para todos los actores del sector educación es crucial seguir apoyando a cada docente a descubrir cómo, a través de sus posibilidades, transforma vidas más allá de compartir conocimiento de las asignaturas básicas (Lenguaje, Matemáticas, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, etc.), aportando a la sociedad estudiantes que entienden el valor de aprender, de trabajar en equipo, de convivir y vivir en paz. RM
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