El hecho que se incrementaron en un 60,6% las matrículas de pregrado de las carreras de salud y educación que tienen directa relación con alumnos con necesidades educativas especiales –desde el año 2010 hasta el 2013–, nos invita a una realizar una profunda reflexión sobre el tema (En Reportaje).

Las políticas públicas en favor de la inclusión educativa se iniciaron recién en los años 90, se fortalecieron con la promulgación de la ley 20.201(2010), y ahora estamos llamados a evaluar y perfeccionar el esfuerzo realizado. Así lo espera el 20% de niños que presenta alguna necesidad educativa especial en Chile.

Una de las mayores dificultades del sistema, aseguran los expertos, se refiere al enfoque de la formación inicial de docentes especialistas en Educación Diferencial, donde continúa primando una orientación deficitaria, que insiste en aprender sobre etiología y causales de enfermedades o síndromes más que asumir que lo que se necesitan son profesionales preparados para atender la diversidad.

No debemos olvidar, no obstante, que existe un número importante de alumnos que está en la vereda de enfrente, que posee un potencial talento académico, y que también requiere una educación especial, acorde a su ritmo de aprendizaje más rápido. Estamos hablando de los llamados niños talentos (En Mirada Internacional).

El mayor desafío que enfrentamos como sociedad, sin embargo, para apoyar el desarrollo multidimensional de niños y personas adultas que presentan déficit o discapacidad, reside en comprender que son personas, y que las diferencias que evidencian, no son un problema, sino una condición. (En Actualidad).