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Nov 2024 - Edición 288

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¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a estudiar?

No se trata solo de presionarlos o de preguntarles cómo están, sino de entregarles herramientas concretas que les ayuden a estudiar: un lugar adecuado, hábitos, consejos y estar al tanto de los planes de estudio de su escuela o colegio. Los docentes pueden

Por: Ximena Greene
¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a estudiar?

Se acerca fin de año y el cansancio pasa la cuenta a todos en la casa, tanto a los grandes como a los más chicos. ¿Cómo pueden afrontar nuestros hijos/as el período final de pruebas y exámenes? Con disciplina y, sin duda, con la colaboración de sus padres. No se trata de perseguirlos o presionarlos, sino de ayudarlos a mantenerse motivados, ser más eficientes y estresarse menos. En este sentido, es fundamental confiar en sus posibilidades y transmitirles esa confianza de que pueden afrontar con éxito sus desafíos académicos. 

Lo primero necesario para que puedan estudiar es un lugar adecuado, sin distracciones y en el que se sientan cómodos para estudiar. Según el Departamento de Orientación IES Luis Cobiella Cuevas de Tenerife, España, este debe estar equipado con una mesa lisa y espacio suficiente para colocar su material de trabajo, con una silla plana que permita poner bien la espalda y apoyar los pies en el suelo. La iluminación debe ser adecuada y ojalá con luz natural.

Según el estudio de psicología Avance Psicólogos, con sede en Madrid, España, es importante también ayudarles a nuestros hijos a crearles rutinas de estudio, con tiempos claros de comienzo y fin, para “evitar la duda de si esos minutos debieran estarlos dedicando a eso o a otra cosa. La idea de poder estar perdiendo el tiempo es una fuente de estrés y malestar difícil de quitarse de la cabeza”. Esta rutina debe mantenerse haya o no deberes o pruebas, de manera de conformar un hábito y también de parcelar la adquisición de conocimientos. En la básica, dice el Departamento de Orientación IES Luis Cobiella Cuevas, el tiempo adecuado para mantener la atención podría ser de 40 a 50 minutos, mientras que en la media podría extenderse a un período entre una hora y una hora y media.

El cómo y cuándo estudiar también es importante: no hacerlo después de un esfuerzo importante como un partido de fútbol o alguna evaluación, fatigados o tras comidas abundantes. También es positivo tener, antes de sentarse a estudiar, el material disponible para evitar distracciones y pérdidas de tiempo. A su vez, durante el estudio lo recomendable es saltarse dudas o problemas –dejándolos para resolver al final o bien con el profesor/a– que resulten difíciles de resolver o contestar para no “quedarse pegados” en algo sin poder avanzar adecuadamente. 

 

Vínculos con la Comunidad Académica

Por supuesto, el respaldo de los padres no debiera solamente limitarse a los períodos de evaluaciones, sino que lo ideal es que se extienda a todo el año. Es cierto: se pueden obtener buenos resultados con una ayuda puntual: una buena nota siempre es bienvenida. ¿Pero no ayudaría más estar todo el año pendientes de la evolución académica de nuestros hijos? Se trata de estar alertas a los problemas o distractores que se puedan ir suscitando, para ayudarlos oportunamente, reforzar contenidos que sean necesarios o estimularlos.

Para saber qué pasa con los hijos, es vital vincularse con la comunidad escolar, tanto con los otros padres como con los docentes. A través de los primeros se puede saber si hay problemas en su curso que afecten sus ganas de estudiar (bullying, por ejemplo) y con los segundos se puede interiorizar en los planes de estudio y en las formas de abordarlos (salidas a terreno, trabajos grupales, evaluaciones). A su vez, hay que comunicarles cualquier información que pueda serles útil, como problemas en casa, nuevos eventos (un nacimiento, un fallecimiento, cambio de domicilio) o cambios bruscos de actitud y conducta, entre otros, de manera de que los tengan en consideración al momento de enseñar. 

Aquí hay otro aspecto importante que ayuda al desarrollo educativo de los niños: validar a la institución escolar y al docente. El profesor no puede tener la culpa de los problemas del niño/ña (aunque a veces sea verdad), ni puede ser una excusa para no aprender. “Nunca en casa y delante del hijo/a debemos descalificar a los profesores, aunque tengamos razones objetivas para ello; será una forma de deslegitimarlos. Se deben encontrar otras soluciones u opciones”, afirma el Departamento de Orientación IES Luis Cobiella Cuevas.

 

 

 

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