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Como adultos, no nos cuesta recordar cuál fue el mejor profesor que tuvimos en nuestra época escolar. Era aquél que lograba conectar con nosotros, que era cercano, que estaba al tanto de aquello que pasaba en nuestro entorno y de lo que nos interesaba. Eso despertaba nuestro afecto y simpatía por su figura, y por esa razón nos llamaba más la atención lo que decía y nos contaba.
Como lo señalara al New York Times la Dra. Mary Helen Immordino-Yang -del Centro para el Cerebro y la Creatividad de la Universidad de Carolina del Sur-, crear una conexión emocional entre un docente y sus alumnos es una inversión que rinde importantes frutos, dado que mejora los resultados y la calidad de los aprendizajes, y agrega que “los grandes profesores saben que los mejores aprendizajes y los más duraderos ocurren cuando el contenido despierta el interés de los alumnos, cuando [lo explicado] es relevante para la vida del niño y cuando los estudiantes forman un lazo emocional ya sea con el contenido expuesto o con el profesor en frente de ellos”.
Según la Dra. Immordino-Yang, “cuando los estudiantes están emocionalmente involucrados, se ven activaciones en todo el córtex, especialmente en las regiones relacionadas con la cognición, la memoria y la significación”.
¿Cómo podemos incorporar las emociones en el aula?
Una de las áreas que trabaja Fundación Educacional Oportunidad en su proyecto “Un Buen Comienzo” es el apoyo emocional en el aula, con el fin de generar un clima positivo. Esto lo hace capacitando a equipos educativos en el instrumento CLASS, diseñado por académicos de la Universidad de Virginia tanto para medir la calidad de las interacciones entre los adultos y los niños en la sala de clases como para el desarrollo profesional. María Virginia López, psicóloga, Coordinadora de Interacciones Efectivas de Fundación Educacional Oportunidad señala:
“Los niños que están motivados y que se relacionan con otros en los primeros años de escolaridad tienen muchas más posibilidades de establecer trayectorias positivas de desarrollo, tanto en el área social como académica. Por lo tanto, la capacidad del docente para apoyar el desarrollo del comportamiento social y emocional dentro del aula es imprescindible”. Para promover dicha capacidad, la psicóloga propone los siguientes consejos aprendidos con CLASS:
Haga que el aprendizaje sea divertido: Busque oportunidades para que las experiencias de aprendizaje diarias sean entretenidas para los niños. Piense en las cosas que hacen que los niños sonrían y rían, y encuentre formas de integrarlas en las actividades cotidianas.
Haga comentarios positivos y transmita calidez a los niños: Busque oportunidades para comentar positivamente los esfuerzos y la participación de los niños. Transmita claramente sentimientos de estima hacia ellos. Por ejemplo: Dígale a una niña que la echó de menos ayer cuando estaba en casa enferma; felicite a los niños por realizar un buen trabajo. Con el tiempo, sus constantes interacciones positivas y cálidas ayudarán a que los niños se sientan vinculados con usted y a gusto en el aula.
Participe en conversaciones sociales: Pregunte a los niños sobre sus vidas fuera del aula y procure averiguar sobre cosas que son importantes para ellos, como los miembros de su familia o sus actividades. Tómese el tiempo necesario para escucharlos cuando vienen a contarle algo emocionante que les sucedió.
Facilite las interacciones positivas entre compañeros: Anime a los niños a que interactúen positivamente entre sí. Enseñe y de ejemplos sobre la importancia de compartir, ayudar a otros y ser respetuoso, para que los niños puedan empezar a utilizar esas estrategias en las interacciones con sus compañeros.
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