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Hace más de 10 años que Duoc UC adoptó un modelo de formación por competencias, como una manera efectiva de responder a las demandas de las empresas y, por ende, formar profesionales con el perfil de egreso que éstas requieren. Mariela Henríquez, Sub Directora de Servicios a Escuelas, y Tamara Heran, Coordinadora de Desarrollo e Innovación Curricular de esta casa de estudios, ahondan en las claves de este modelo de formación.
Por Angélica Cabezas Torres
El modelo por competencias y la formación tradicional son definitivamente miradas distintas, un paradigma para enfrentar el proceso educativo muy diferente. Por ejemplo, “un enfoque curricular más tradicional se basa en la entrega de contenidos fragmentados por asignatura o por objetivo, mientras que en un enfoque por competencia estamos pensando en aquellos desempeños que efectivamente permiten desenvolvernos o hacer algo en el mundo real. De esa manera se trabajan aprendizajes de manera mucho más integrada y no parcializada o aislada”, asegura Tamara Heran.
Entonces, ¿cuál es el mayor valor agregado que entrega la formación por competencias?
Tamara Heran: En primer lugar, le otorga pertinencia a la formación que estamos entregando, porque se conecta con las oportunidades reales que tiene el mercado del trabajo. Las plasma en sus planes de estudios, las desarrolla en sus estudiantes y, finalmente, ellos logran competencias que son requeridas. Por lo tanto, tienen mejores condiciones para insertarse en el mundo laboral y posteriormente moverse a través de él, y su empleabilidad se ve muy beneficiada.
El rol de los profesores y alumnos
En la formación por competencias, el papel que cumple el profesor cambia, se requiere de un maestro activo, que no sólo entregue contenidos a los estudiantes, sino que los desafíe, que los haga descubrir en la práctica el conocimiento y que esté atento a cada uno de ellos, para guiarlos en este proceso y lograr la competencia que se espera.
Tamara cuenta que en este modelo “el docente es más bien un facilitador, es alguien que busca provocar el aprendizaje en el otro, es decir empodera a los estudiantes para que puedan desarrollar aquellos aprendizajes que realmente son significativos”. Asimismo, el rol del alumno también cambia en la formación por competencias, “el estudiante es el protagonista, es un actor de su propio proceso de aprendizaje”.
La interacción profesor-alumno se lleva a cabo en el marco de estrategias de aprendizaje mucho más activas, “que realmente apuntan al hacer, al saber hacer, al movilizar de manera significativa, es decir, el aprendizaje se logra a base de mi propia experiencia y no de manera aislada ni descontextualizada”, sostiene Tamara.
¿Cómo Duoc UC ha logrado cambiar el rol de los profesores?
Mariela Henríquez: No sé si lo hemos logrado totalmente, porque es un proceso de muy largo plazo. Lo que nosotros buscamos es que ellos entiendan y les haga sentido nuestra propuesta. El llamado es a dejar atrás el modelo de enseñanza preconcebido y que respondan a la pregunta ¿cómo se aprende esto en el mundo del trabajo?
«Muchos de nuestros docentes están insertos en el mundo productivo y a la vez enseñan, y a ellos les hace sentido este modelo y cambian el switch muy rápido, pero otros profesores tienen más internalizado esos procesos más frontales y la verdad demoran más en cambiar. Pero cuando lo hacen se sienten más contentos, porque sienten que pueden trasmitir mejor lo que ellos saben hacer, pueden modelar de mejor manera un buen desempeño».
Articulación con los liceos técnico profesionales
¿Consideran los conocimientos previos de los estudiantes en el proceso de admisión?
Mariela Henríquez: La experiencia en este sentido ha sido bien variada, la verdad es que hay metodologías que no nos han dado buenos resultados, como evaluar aquellas competencias que dicen tener, porque a muchos de ellos les va mal.
«Lo que nos ha resultado es la intervención curricular, es decir ponernos de acuerdo con el liceo hasta qué punto llegan ellos, de tal forma de nosotros poder continuar con esa formación, pero para eso deben haber voluntades y confianza. El liceo debe querer hacerlo, estar dispuesto a trabajar en conjunto con nosotros para poder hacer esas adaptaciones curriculares».
«En lo que estamos indagando hoy día es más bien en el reconocimiento de aprendizajes no formales, obtenidos en espacios laborales. Yo diría que eso es bien potente para abrir los espacios, además del trabajo que podemos hacer de conversación y ajustes curriculares con los liceos».
¿Detectan la necesidad de una adecuada articulación con liceos de EMTP?
Tamara Heran: Los sistemas y niveles educativos de nuestro modelo no están comunicados, no conversan, no hay puentes que permitan comunicar y dialogar un sistema con otro (medio y superior) y es ahí donde nosotros tenemos un tremendo desafío, no sólo a nivel institucional, sino que a nivel país, de avanzar en una articulación efectiva de los distintos niveles y sistemas. No puede ser que no tengamos claro con qué perfil de ingreso están llegando nuestros estudiantes que están egresando de la enseñanza media.
«Creemos que hasta ahora lo que ha funcionado mejor es el trabajo conjunto entre las distintas instituciones de manera de poder generar la confianza y estos espacios efectivos de diálogo entre niveles y no simplemente la aplicación de un test que te diga está o no habilitado para reconocer tales competencias».
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