A dos años de la implementación de la Política Nacional de la Lectura y el Libro, quisimos internarnos en el Primer Ciclo de Formación para entender las particularidades a las que se enfrentan profesores y alumnos para desarrollarse en la materia.

En esta etapa, resulta clave alcanzar una fluidez en la lectura a través del entendimiento del panel del alfabeto, la lectura compartida y la lectura en voz alta, pero también el reforzamiento que debemos darles a los niños en la casa, para que adquieran mayor confianza y se motiven a seguir aprendiendo.

Sesenta palabras por minuto

 Pilar Besoaín Pérez, profesora jefe de Primero Básico del colegio Los Alerces, cuenta que, cada vez que se enfrenta a una nueva clase de Lenguaje y Comunicación, se acuerda de reforzar el procedimiento fonológico en sus alumnos, método clave para alcanzar la alfabetización inicial y la fluidez en la lectura, así como también el objetivo de leer sesenta palabras correctas por minuto.

“El niño que no lee fluidamente, dedica toda su energía en decodificar y no es capaz de entender las palabras. Por eso, usamos estrategias como el panel del alfabeto, donde se trabaja el reconocimiento del nombre y del sonido de las letras, entre otros métodos que se complementan entre ellos”, dice Pilar.

A las otras estrategias que se refiere la docente es la lectura compartida y la lectura en voz alta. La primera, enfocada en trabajar la fluidez lectora y pudiendo poner énfasis en la expresión, el paso, el volumen de voz o el fraseo; y la segunda, que refuerza la comprensión y el vocabulario.

Para ella, otro método muy efectivo es la lectura diaria que trabajan los alumnos en la casa, ya que refuerza la seguridad del niño mientras lee, y le da confianza y motivación para seguir aprendiendo. Cuando piensa en los padres, también recomienda trabajar en las palabras frecuentes, que son las que más aparecen al leer y refuerzan la escritura correcta de estas.

Finalmente, para avanzar con los primeros pasos en la lectura de los niños, Pilar cree que es clave monitorear a los alumnos a través de las evaluaciones formativas, las que se deben hacer unas 3-4 veces al año, para ver cómo avanzan en el reconocimiento de los sonidos y nombres de las letras, pero también la velocidad, precisión y prosodia con que cada uno va leyendo.