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Regístrate y accede a la revistaSer realista y ver las fallas como oportunidades son la base de un estudio eficiente. No hay una sola forma de grabar los conocimientos en la memoria, pero sí pautas que sirven a todos.
Las clases comenzaron hace poco y para muchos retomar el ritmo de estudio es agobiante. El apoyo de los profesores y de los compañeros puede ser útil para salir airoso de la tarea, pero también hay que ser realista y reconocer las propias capacidades, dice un decálogo de consejos del Servicio Psicológico Estudiantil del University College de Londres (UCL).
Identificar qué merma la motivación y escribirlo puede ayudar a dejar esos sentimientos de lado. Mientras que evadir el estudio y autocastigarse por hacer todo menos abrir los libros o el computador también son hábitos que se deben evitar.
Hay que recordar que el estudio requiere esfuerzo, aunque a la persona incluso le guste hacerlo, dice Christian Sebastián, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica. Pero ese esfuerzo debe tener un significado y cada uno es quien se lo otorga. «Por eso no es correcto hablar de hábitos de estudio, porque eso implica lecciones mecánicas o conductas que se realizan sin esfuerzo, y el estudio jamás se hace sin esfuerzo», agrega.
También hay que tener en cuenta, agrega, dos conceptos claves: el valor y la expectativa. El primero tiene que ver con la satisfacción que puede producir en el alumno aprender algo, y el segundo con la idea de qué tan capaz se siente de lograr su meta. «Ambos tienen un efecto multiplicador, por lo que si uno no está presente, el resultado es igual a 0», advierte. Ver en las fallas (malas notas) posibilidades de aprendizaje, también iría aparejado a los conceptos anteriores.
Por ello es importante descubrir cuál es la forma individual de estudio, lo que va a ayudar a la retención y a permanecer más tiempo en esa labor, dice la lista de UCL.
Cambiar cada 20 o 25 minutos de actividad es otra receta. Eso mantiene el nivel de concentración, dice Xavier Oriol, académico del Núcleo de Investigación de la Facultad de Educación de la Universidad Andrés Bello. «Al hacer un cambio de rutina generas un tipo de aprendizaje diferente y el cerebro se acostumbra a eso», agrega.
Pero lo más importante, a juicio del investigador, es la motivación intrínseca del estudiante, la que viene de sí mismo. «De esta forma el alumno puede darle sentido a lo que aprende», explica.
Los expertos coinciden en que no hay edad para aprender a estudiar, pero que mientras más joven, mejor. Y en el camino, el apoyo es fundamental. Siempre cuando se comienza a aprender una materia nueva es más difícil y se vuelve cuesta arriba, pero la guía de profesores y compañeros puede ser útil para lidiar con esa primera etapa.
UCL también aconseja no cuestionar las propias habilidades, compararse con otros no es necesariamente positivo. Además, evitar el multitasking (multiplicidad de tareas) es esencial.
No hay que olvidar, dice Xavier Oriol, que estudios internacionales muestran que la motivación intrínseca a nivel global está disminuyendo, especialmente en los adolescentes. «Esto se da porque la sociedad de hoy es más individualista y busca recompensas a corto plazo», asegura. Y es algo de lo cual la forma de enseñar no se ha hecho cargo, agrega. Es una tendencia mundial, por lo que no hay que sentirse solo si el estudio se convierte en algo inabordable. «Enfócate en el resultado y no en todo lo que te costó llegar a él», aconseja UCL.
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