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Regístrate y accede a la revistaLa nueva normalidad nos ha obligado a adaptarnos a una manera diferente de impartir clases. El rol de la educación en línea ha sido trascendental para la continuidad de la educación en todos los niveles, pero esta transición ha tenido sus bemoles.
Desde acoso cibernético, zoombombing, disponibilidad de recursos tecnológicos, hasta problemas de horarios o carga de trabajo en casa para las madres y padres, la instauración de la educación en línea como principal plataforma didáctica no ha estado libre de obstáculos. Con meses dentro de este nuevo esquema surge otra problemática a tratar para asegurar una experiencia educativa de calidad: la fatiga Zoom.
La ‘fatiga Zoom’ o ‘fatiga por Zoom’ se define como un estado de hastío, cansancio y aburrimiento que puede sentir un usuario al atender múltiples juntas, clases o eventos en línea durante el día. Los efectos causados por esta fatiga pueden ser perjudiciales para un ambiente didáctico, especialmente si se presentan frecuentemente.
Algunos de los síntomas de la ‘fatiga Zoom’ son: dificultad para concentrarse, agotamiento físico, ansiedad al entrar a una llamada o durante la misma, irritabilidad, dolor de cabeza y cansancio ocular, entre otros.
El problema puede ser más serio cuando se trata de niños, que no tienen aún las herramientas para identificar que lo que les sucede es simplemente ‘fatiga Zoom’. En casos como estos los padres deben ser vigilantes ante la tolerancia de los niños a estar sentados frente a una pantalla.
Si un niño deja la sesión de clase en la que está para jugar con sus juguetes, tiene un episodio de ira o simplemente se niega a entrar a la sesión, podría no ser una situación de capricho, sino un caso real de agotamiento para el aprendizaje remoto o ‘fatiga Zoom’.
Uno de los aspectos que dispara el estrés en los niños al estar demasiado tiempo en sesiones en línea es que no pueden moverse mucho. Es recomendable utilizar los periodos de receso para que los niños descarguen un poco de la energía que no pueden usar mientras están sentados. Diez minutos de caminata, un par de ejercicios de yoga o pasar un rato breve jugando con su mascota, puede ayudar significativamente a reducir los niveles de estrés y mejorar la concentración de los niños.
Crear un espacio adecuado para el aprendizaje pero que también permita la relajación, es crucial para que los niños estén más cómodos en las clases. Este espacio debe habilitar el uso de una computadora en una posición de sentado correcta que no implique ningún esfuerzo extra por parte del niño, con la pantalla a nivel de los ojos y a una distancia razonable de los mismos.
También es recomendable que esté libre de distracciones, pero que tenga elementos que el niño considere suyos y lo hagan sentir cómodo en este espacio.
Crear una agenda que tenga en cuenta los plazos necesarios para cumplir con las responsabilidades escolares, pero que sea flexible de acuerdo a las necesidades del niño, es instrumental para mantener a raya la ‘fatiga Zoom’. También es importante darle al niño un sentido de control y responsabilidad sobre su propia agenda. Trabajar con el hecho de que un niño tenga problemas para madrugar o necesite más pausas durante una jornada escolar es posible con un esquema 100 % en línea, además necesario para mantenerlos con una alto nivel de atención y motivación.
Si bien los alumnos de grados más avanzados tienen mejores herramientas para identificar y manejar la fatiga por aprendizaje remoto, también es necesario que los maestros estén al pendiente aspectos que podrían dispararla, así como de estrategias para disminuirlo.
Para este propósito la retroalimentación es básica. Es necesario tener un canal de comunicación abierta con los estudiantes para saber cómo están emocionalmente y tomar decisiones con base en la capacidad y salud mental de los alumnos en tiempos de encierro. Como maestros, es recomendable dedicar un tiempo de la clase a conocer el estado de nuestros estudiantes y motivarlos a compartir sus inquietudes al momento de elaborar una agenda y marcar un ritmo de trabajo.
Diversificar y priorizar es clave. Al momento de estructurar la dinámica de la clase a lo largo de un semestre hay que preguntarse: ¿Es necesario que los alumnos estén interactuando en tiempo real para este tema o cuestión? ¿La puedo grabar para que la vean y la repitan a su ritmo?
Esta es una de las decisiones más importantes en un modelo 100 % en línea. Actividades como mesas de trabajo, diálogos o debates, necesitan presencia virtual en tiempo real, pero quizás lecciones sobre aspectos teóricos de español o historia, así como avisos generales de la escuela no necesitan impartirse al momento.
Tanto el tiempo como el nivel de concentración de estudiantes, maestros y familias es limitado. En un contexto de aislamiento prolongado, debemos ser cuidadosos con ese recurso. Las lecciones grabadas ofrecen la ventaja de poder ser vistas en un horario más flexible, y revisarlas cuantas veces sea necesario hasta captar la idea. De la misma forma, liberan el tiempo y la disponibilidad del maestro para dedicarse a aclarar dudas en vez de tener que dividir la sesión entre presentar el tema y luego responder preguntas.
Ser conciso, breve y amigable también es determinante en el propósito de mantener la atención de los alumnos y hacer más fácil el proceso enseñanza-aprendizaje, de la misma forma ayuda a prevenir el desgaste por parte de maestros con jornadas largas.
¿Has tenido problemas para mantener la atención de tus alumnos en clase? ¿Alguno de tus alumnos ha presentado síntomas de ‘fatiga Zoom’? ¿Los has tenido tú? ¿Qué estrategias has utilizado para nivelar tu salón de clases ante estas circunstancias? Cuéntanos en los comentarios.
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