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Regístrate y accede a la revistaNo podemos estar agradecidos de algo que en sí provoca malestar, como la pandemia. Pero sí de las nuevas miradas que esa situación incita y de sabernos cada uno protagonista y responsable de que esos cambios sean para mejor.
“La idea de gratitud está en el corazón de todas las religiones pues es una experiencia que nace en el corazón de los seres humanos cuando descubrimos que la vida es un don, que estar vivos es un regalo. El agradecimiento es vivir siendo consciente en cada instante de ese nuevo momento que se nos regala”, explica David Steindl-Rast, monje benedictino austríaco, que ha dedicado gran parte de su vida a reflexionar y promover la gratitud.
Hace pocos meses, consultado acerca de la pandemia, respondió que la gratitud sigue en pie, más allá de lo que nos toque vivir. “El momento presente es un regalo; no la situación misma que puede ser dolorosa como es la pandemia. Podemos agradecer el aprendizaje que nos trae una enfermedad o un cataclismo, y la oportunidad de poder responder e intentar ser nosotros plenamente desplegando plenamente nuestra originalidad”.
La argentina Fabiana Fondevila colabora con el trabajo de David Steindl-Rast y, en la misma línea, hace una invitación: “El mundo está en transición. No sabemos bien hacia qué. Pero se necesita de cada uno para que sea un cambio para mejor a raíz de esta situación tan dura que estamos viviendo”. Desde Argentina, entrega algunas ideas concretas para acercarnos a mirarle el lado positivo a este contexto difícil que es la pandemia.
Nada más asombroso que esta pandemia. Quien pudiera haber imaginado hace un año que el mundo entero estaría sumergido en una pandemia, comunicados todos los países como lo estamos hoy; viviendo por períodos sin poder vernos ni abrasarnos. Entonces, por un lado, un consejo es no dejar de sentir ese asombro. No tratar de hacer de cuentas que todo es igual que siempre y tratar de acomodar nuestra vida para que no cambie y se parezca lo más posible a lo que era antes. Más bien al contrario. Abrazar lo nuevo, asumir que no sabemos qué se viene, que eso nos cuesta, pero que también nos mantiene muy vivos, atentos, expectantes, y tiene mucho potencial para cambios positivos.
Involucrar a los adolescentes en esta tarea. No tratar de naturalizarlo y decir que ya va a volver todo a ser como era. Si no que ellos participen de este umbral de cambio que estamos viviendo como humanidad y puedan revalorizar lo que antes daban por sentado. Si bien no pueden encontrarse con sus amigos, sí pueden darse cuenta de lo importante que son los vínculos. Ayudarlos a encontrar la manera de resignificar lo que está pasando y contar esta historia de manera empoderada. Los adolescentes son muy proclives a los grandes ideales, los desafíos, entonces involucrarlos, decirles de esto salimos todos juntos, para enganchar son su idealismo y creatividad en acción.
MÁS
Ted Talk de David Steindl-Rast acerca de la gratitud
Libro “Donde vive el asombro”, de Fabiana Fondevila. Editorial Grijalbo, 2014.
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