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Regístrate y accede a la revistaLos Premios WISE, de la prestigiosa Qatar Foundation, reconocen a los proyectos más innovadores del mundo que encaran los desafíos educativos actuales. El año pasado, la organización internacional de origen mexicano Educación para Compartir (EpC), fue galardonada por WISE por su innovador mecanismo de diálogo entre profesores y estudiantes a través del juego, siendo la primera vez en la historia de estos premios que una organización mexicana gana este premio.
Educación para Compartir, con sede en la Ciudad de México, es una organización internacional sin fines de lucro que forma ciudadanos globales mediante un modelo educativo innovador basado en el poder del juego. La metodología EpC utiliza un marco de "juega-reflexiona-actúa" que alienta a las y los docentes a enseñar de manera dinámica y promueve la participación de niñas y niños. Al vincular el programa de estudios de una escuela con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS), el proyecto también proporciona a maestras y maestros las habilidades y herramientas necesarias para estructurar sus clases de manera que empoderen a sus estudiantes para ser agentes de cambio globales.
Para conocer más sobre este proyecto y su metodología, conversamos con Dina Buchbinder Auron, Fundadora y Presidenta de Educación para Compartir. A continuación, compartimos un extracto de esta entrevista.
Observatorio (OB): ¿Cómo nació EpC?
Dina Buchbinder (DB): Empezamos en el 2007 con el sueño de formar mejores ciudadanas y ciudadanos globales desde la niñez. Y la idea siempre ha sido hacerlo a través de una metodología divertida, incluyente, sana, que verdaderamente nos mueva como personas, sociedades, y planeta. Y esto queríamos lograrlo con una filosofía de compartir (por eso se llama Educación para Compartir,) porque es para todas y todos. Estamos convencidos de que todas las personas tenemos algo valioso para compartir, que todos somos agentes de cambio en potencia, independientemente del contexto o la circunstancia donde les toca nacer y crecer.
Nos hemos dado a la tarea de trabajar con la diversidad. Y como muestra un botón, empezamos con un programa piloto en 2007, en cuatro espacios muy diversos a lo largo de nuestro país (México). Empezamos en la Sierra Tarahumara con niñas y niños rarámuris, simultáneamente en dos escuelas privadas de la Ciudad de México, muy distintas entre sí, una en la Central de Abastos y otra en Polanco; y una escuela pública en Cancún, Quintana Roo. Los resultados fueron muy importantes en los cuatro espacios, demostrando que es para todas y todos. Continuamos creciendo, construyendo un equipo y entendiendo que esto era algo necesario para todo México y más allá. Porque con esta metodología estamos atendiendo problemáticas de raíz como la corrupción, la apatía, la discriminación, y la violencia, que son problemáticas que vemos en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS).
OB: Platícanos cómo funciona su metodología, ¿cómo surgió?
DB: Nuestra metodología surge de un deseo de transformar la forma como aprendemos, porque sabemos que no es ideal estar sentados recibiendo información pasivamente. Así como de niña yo tuve esa inquietud de moverme y de jugar para poder aprender y conectar, yo creo que lo mismo nos pasa a la mayoría de las personas. De hecho, podemos desarrollar otro tipo de competencias y habilidades, como la colaboración y la creatividad, cuando estamos activos en nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestras emociones.
Con nuestra metodología, a través del juego, aterrizamos temáticas muy abstractas, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y valores cívicos como el juego limpio, trabajo en equipo, respeto, tolerancia, responsabilidad, que son valores que todas y todos sabemos que son importantes pero que lo difícil es saber cómo los podemos poner en práctica en nuestro día a día. A grandes rasgos, nuestra metodología traduce las habilidades socioemocionales en la práctica a través de juegos cooperativos.
A lo largo de estos catorce años, hemos trabajado con 1.3 millones de niñas y niños, mamás y papás, maestras y maestros, que demuestran lo poderosísimo que es aprender de otra forma. Con emoción, curiosidad, nutriendo la capacidad de deseo por mejorar nuestro mundo, deseo por encontrar un propósito, por servir a nuestra comunidad, por darnos cuenta de que tenemos un rol muy importante que jugar en nuestras comunidades y que lo podemos descubrir desde chiquitos, que no tenemos que pasar toda una vida para darnos cuenta de que tenemos un rol en este mundo. Ese rol lo podemos encontrar desde muy pequeños, y que eso nos puede hacer una diferencia abismal como mundo.
OB: Ustedes ven a los niños como agentes de cambio, personas que reflexionan, que actúan, que proponen. Muchas veces esto no pasa en la escuela ni en la sociedad, no involucramos a los niños en los “temas de adultos”. Por eso me llama la atención que en EpC los niños son tratados como personas y agentes de cambio.
DB: Algo muy interesante que comentas es que tenemos muy arraigada la idea de que a las niñas y los niños no les corresponde opinar o pensar en posibilidades y soluciones. Muchas veces cuando les preguntamos, en las encuestas de entrada si creen que pueden hacer una diferencia ante estos grandes retos, normalmente responden: “es que yo soy muy pequeño y estos retos son muy grandes”, pero es curioso porque cuando les preguntamos lo mismo a los adultos, nos contestan algo muy similar.
Es importante quitarnos esa idea de la cabeza y decir, “seremos pequeños comparados con la magnitud de estos retos, pero esa no es la forma de abordarlos”, la forma de abordarlos es: “todas y todos tenemos algo que aportar y juntos somos más fuertes”. Lo podemos hacer hoy y desde aquí.
OB: ¿Cómo fomentan la reflexión y participación ciudadana en la niñez?
DB: Ese es el meollo de la metodología, le diste al clavo. El mecanismo para activar esa reflexión es el juego cooperativo, el juego como un espacio de exploración y laboratorio. Jugamos, nos divertimos, conectamos y abordamos en cada juego alguna temática de los ODS para descubrir cómo nuestros valores se ponen en práctica, o no, para contribuir a entender estas problemáticas y hacer algo como agentes de cambio.
Después de cada uno de nuestros juegos, hacemos lo que llamamos un “círculo de reflexión” con preguntas generadoras con las que invitamos a que niñas y niños lleguen a sus propias conclusiones de qué pasó en el juego, qué se trató, quiénes participaron, por qué participaron algunos y no todos, si sintieron que hubo juego limpio o no, qué pudo haber sido diferente. Entonces en estos juegos empiezan a surgir ideas a partir de lo que vivieron y experimentaron, y no a partir de una frase como “tienes que cuidar el medio ambiente”, o “tienes que saber A, B y C”. Es así como conectamos con su deseo de participar y de generar ideas para el cambio.
“Nos hemos dado a la tarea de trabajar con la diversidad”.
OB: Es muy interesante esto que mencionas sobre no partir de un “tienes que…”, porque hace muchísima diferencia cuando te acercas a los niños, o incluso a los adultos, y les impones una regla, por ejemplo, “tienes que usar mascarilla”, pero sin explicarles por qué y, sobre todo, sin tomarlos en cuenta.
DB: Sobre esto último que mencionas, precisamente nosotros tenemos un programa que se llama “Iniciativas para Compartir”, que es básicamente administración de proyectos para niñas y niños. Son iniciativas que surgen de su propio deseo, de su propio interés y curiosidad por compartir y cambiar algo en su comunidad. Las niñas y los niños hacen un pitch a su salón con estas ideas y es la primera vez que votan democráticamente. Hacen un ejercicio de votación donde presentan su idea al resto de la clase, votan y escogen la iniciativa que más les emociona y por los próximos seis meses llevan a cabo esta iniciativa para presentarla a su comunidad.
OB: ¿Trabajan con niños de todas las edades y niveles educativos?
DB: Históricamente nuestro enfoque ha sido en [nivel escolar] primaria, pero en los últimos años hemos replicado nuestra metodología en primera infancia y secundaria. Esto nos ha permitido entender que el juego es un factor de comprensión común en cualquier edad y que es sumamente efectivo para transmitir conocimiento en las diferentes etapas de la vida.
OB: ¿Qué rol tiene el docente dentro de su metodología?
DB: El cambio sistémico que hacemos viene del trabajo con docentes. Nuestro primer acercamiento es a través de ellas y ellos con quienes trabajamos de la mano y compartimos la metodología para que ellos se apropien de la metodología.
Trabajamos con las y los docentes todo un año escolar, no se trata de ir y darles una plática y ya decir que tienen la metodología. Nos hemos dado cuenta de que nosotros terminamos aprendiendo mucho más de maestras y maestros al ver cómo aterrizan esta metodología y la hacen crecer. No se trata de ir a darles [una metodología], se trata de construir, mano a mano, co-construcción de aprendizaje mutuo.
OB: ¿Cómo realizan estas intervenciones en las escuelas?
DB: Típicamente hacemos alianzas con el sector público y privado, así es como empezamos en 2008, a través de una alianza entre SEDESOL y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Por otro lado, hemos recibido un sinfín de peticiones por parte de redes de escuelas, maestras y maestros que se enteran de nosotros de boca a boca. También vamos escuela por escuela, ofreciendo la metodología y hacemos un mapeo de escuelas que la necesitan y están interesadas en probar nuestra metodología.
OB: ¿Cuánto tiempo se necesita aproximadamente para aplicar esta metodología en una escuela?
DB: Va desde seis meses a un año, dependiendo del proyecto. Pero es una metodología que requiere una logística especial porque contratamos a jóvenes egresados de universidades locales y los capacitamos en administración de proyectos, en la metodología, en comunicación y negociación. Es una capacitación muy holística para que puedan tener herramientas prácticas que les permitan sentirse orgullosos de su primer empleo. Y realmente sí es un primer empleo que es muy especial, donde las y los jóvenes se dan cuenta que su tiempo vale mucho y que es importante conectar desde el principio tu vida laboral con algo que tenga propósito.
(...)
OB: Dentro de su filosofía está el “Juego limpio”, ¿nos podrías explicar de qué hablan cuando hablan de juego limpio?
DB: La corrupción no es un fenómeno exclusivo de México, está permeando las sociedades en todos los rincones del mundo. Nos parece crucial desnormalizar este fenómeno que tenemos todas y todos hasta cierto punto muy arraigado en la vida cotidiana. El juego limpio es de qué manera puedes como sociedad lograr tus objetivos trabajando con transparencia, confiando en las personas, sintiéndote segura en tu entorno.
Lo que queremos promover a través del juego limpio es que niñas y niños puedan ver que ser honesto es algo que les conviene, es algo que los va a hacer más felices y que les va a permitir llegar más lejos y que vean el no juego limpio como algo extraño, que cuando lo vean les haga corto circuito. Porque a veces no te das cuenta y para ello tenemos una herramienta que se llama “corruptómetro” con la cual hacen una autoevaluación muy sencilla sobre temas del día a día.
“Tenemos muy arraigada la idea de que a las niñas y los niños no les corresponde opinar o pensar en posibilidades y soluciones”.
OB: ¿Qué papel juegan las familias en su metodología? ¿Cómo logran involucrarlas en el proceso de cambio?
DB: Esto es importantísimo. Nos hemos dado cuenta del choque que existe entre docentes y madres y padres de familia. Hay como una especie de tensión continua porque, en términos muy amplios, los docentes piensan que las familias no participan lo suficiente y, por otro lado, mamás y papás piensan que los docentes son flojos y no dan lo que podrían dar. Entonces en lugar de trabajar en equipo por un fin común, están en constante choque y tensión.
Por ello, lo que hacemos es invitar a papás y mamás a que participen en algunas sesiones de la formación de docentes para que también jueguen y que puedan conocerse en otra dimensión y no solamente en una dinámica de transacción, sino en una dinámica de personas que tienen un fin común.
OB: ¿Cómo ha cambiado su metodología a raíz de la pandemia? ¿Qué cambios han hecho para adaptarse a los tiempos pospandemia?
DB: La pandemia nos sacudió igual que a todas y a todos. Nuestro trabajo principalmente era en persona, en las escuelas, en las comunidades. Pero rápidamente nos adaptamos y vertimos toda nuestra fuerza en poder traducir nuestras actividades al entorno digital para poder seguir siendo útiles para maestras y maestros y familias que ahora están en casa.
Creamos toda una serie de tutoriales, experimentos, juegos, actividades de todas las temáticas que típicamente tienen que ver con nuestra filosofía y metodología. Y fue sorprendente la respuesta porque nosotros, en casi 14 años, hemos tenido el privilegio de trabajar mano a mano con 1.3 millones de personas y con esta metodología online hemos alcanzado en pocos meses a 2.7 millones de personas.
Nos ha sorprendido poder darle la vuelta a la pandemia, sacar lo mejor de esta crisis, transformarla en una oportunidad de servicio a la comunidad y de seguir siendo útiles acompañando a la comunidad en este momento tan difícil.
A raíz de la pandemia todo mundo nos hemos dado cuenta de la gran brecha digital que existe en el mundo y de lo lejos que estamos de sentirnos cómodos con migrar nuestras clases al mundo virtual. Estamos convencidos que con la experiencia que hemos desarrollado de trabajar mano a mano con cerca de 20 mil docentes en estos años, hoy tenemos una noción más clara de cómo aprenden niñas y niños, qué les interesa, qué no les interesa y qué les emociona.
OB: ¿Cuáles son los planes a futuro para EpC? En octubre del año pasado fueron galardonados con el Premio WISE, ¿qué viene después de esto?
DB: Somos una organización orgullosamente nacida en México, y nos gusta decir que es una iniciativa “de México para el mundo”. Y no es que nosotros tengamos la solución, pero tenemos una solución que es muy clara, muy aterrizada, muy real, divertida, incluyente, sana y que ya llevamos 14 años compartiendo. Queremos seguir compartiéndola con el mundo, con otras geografías, otras realidades.
Para lograrlo, vamos a desarrollar más este brazo digital, una oferta para seguir trabajando con docentes, cerrar la brecha pedagógica y transformar la forma como aprendemos. Al mismo tiempo, tenemos como objetivo alfabetizar a las comunidades con herramientas digitales para poder traducir lo que hacemos de manera digital, lúdica y humana.
OB: Quienes estén interesados en contactarlos, en probar esta metodología, ¿cómo se pueden acercar a ustedes?
DB: Lo pueden hacer a través de nuestra página web: https://educacionparacompartir.org/ y también a través de nuestras redes sociales, estamos en Twitter, Facebook, YouTube e Instagram.
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