La clave está entre lo que los adolescentes “saben” que pueden hacer y lo que “eligen” hacer, algo que en psicología se conoce como funciones ejecutivas "frías" o "calientes". 

¿Se han fijado que los adolescentes pueden discutir sin cesar y nunca parar? No es nada personal, es que sus emociones se han hecho cargo y lo único que les importa es obtener lo que quieren. Así lo explica el experto estadounidense en adolescencia y terapia familiar David Schwartz en un artículo publicado en la revista especializada Psychology Today. 

“A medida que crecemos y maduramos aprendemos a regular nuestras emociones. Sin embargo, los adolescentes todavía están averiguando algunas cosas y no son los mejores controlando sus sentimientos, lo que afecta directamente en su capacidad de tomar decisiones responsables”, señala el autor.

Laurence Steinberg

Y es que hay una razón biológica para ello. Una investigación realizada por Laurence Steinberg del departamento de Psicología de la Universidad de Temple en Philadelphia, Estados Unidos, señala que las áreas del cerebro que controlan la toma de decisiones no se desarrollan completamente hasta la edad adulta temprana, es decir, alrededor de los 20 años. Esto quiere decir que el cerebro en desarrollo de un adolescente lo pone en mayor riesgo de ser reactivo en su toma de decisiones y menos capaz de considerar las consecuencias de sus elecciones, especialmente si se sienten presionados, estresados ​​o buscan la atención de sus compañeros.

Situaciones “frías” o “calientes” 

Entonces, ¿cómo pueden los padres y los profesores ayudar a sus hijos adolescentes a aprender y aplicar buenas habilidades para tomar decisiones?

La diferencia está entre lo que los adolescentes “saben” que pueden hacer y lo que “eligen” hacer, lo que en psicología se conoce como funciones ejecutivas "frías" o "calientes".

Las funciones frías son decisiones que se toman en momentos de baja excitación emocional. Durante esos períodos, los adolescentes son capaces de tomar decisiones bien razonadas y racionales.

Las situaciones calientes, en cambio, se refieren a elecciones durante períodos de alta excitación emocional, en que generalmente se sienten emocionados, ansiosos o molestos. En ellas aumenta la posibilidad de que los adolescentes adopten conductas de búsqueda de sensaciones y de riesgo, con poco autocontrol o consideración de las posibles consecuencias de sus acciones.

Cómo ayudar a los adolescentes a tomar buenas decisiones

Aunque la mayoría de los padres saben que las malas decisiones son parte de convertirse en adultos, nadie quiere que sus hijos lo pasen mal. Aquí les dejamos tres pasos claves para ayudar a los adolescentes a desarrollar habilidades para la toma de decisiones independientes y responsables.

1.- Enséñales a tus hijos adolescentes a “parar” y “pensar”. Ayúdalos a reconocer cuándo es el momento para alejarse temporalmente de una situación para evaluar y considerar todas las posibles consecuencias de lo que está a punto de hacer, lejos de la presión de sus compañeros o amigos. 

2.- Enséñales a pedir ayuda a alguien confiable. Recuerda que los adolescentes no siempre saben pedir ayuda y es importante que cuenten con alguien a quien recurrir. No siempre tienen que ser los padres, a veces puede ser un abuelo o abuela o incluso un profesor. La clave es que sea alguien en quien confíen y que pueda estar disponible para hablar si se encuentran en una situación difícil.

3.-Conversa con ellos acerca de sus malas decisiones. Usa los errores como oportunidades de aprendizaje para generar una conversación y encontrar las razones de qué salió mal y así guiarlos en la toma de mejores decisiones en el futuro.