Encuenta el contenido que necesitas

Ingresa a tu cuenta grupoeducar

Sep 2024 - Edición 286

El impacto de los líderes intermedios en EMTP

Suscríbete a nuestra revista y podrás leer el contenido exclusivo online

Regístrate y accede a la revista

“El deporte es más que una herramienta, es casi una manera de vivir”

Educación, una esposa, una familia, en definitiva, toda una vivencia, eso y más le debe al deporte Jaime Fillol, el destacado tenista nacional y quien durante los años 70 estuvo entre los 15 mejores del mundo.

Por: Paula Elizalde.
“El deporte es más que una herramienta, es casi una manera de vivir”

Hoy sigue ligado a esta actividad como director del Instituto del Deporte y Bienestar de la Universidad Andrés Bello y también apoyando a distancia a su nieto Nicolás Jarry, quien compitió recientemente en los Juegos Olímpicos París 2024.

-¿Cómo fueron su infancia y etapa escolar?

-Mis padres nos educaron sobre valores y principios cristianos, y fuimos fortalecidos en armonía con estos mismos valores y principios en el colegio, el mismo al que asistimos los cinco hermanos hombres: el Instituto de Humanidades Luis Campino. 

También fuimos educados en una relación con la parroquia de Nuestra Señora de Los Ángeles y con el Club de Tenis International, donde aprendí a jugar a mis 12 años. 

-¿Recuerda a algún profesor o alguna anécdota?

-Recuerdo algunas cosas relacionadas con el colegio, por ejemplo, las revistas de gimnasia, que me gustaban mucho, y el juramento a la bandera. Los recreos los recuerdo con mucho cariño porque me encantaba jugar a la pelota. También había una devoción al Santísimo Sacramento. 

-¿Cómo fue compatibilizar el tenis con el colegio y luego optar por este deporte?

-A los 16 años me comprometí con el tenis. En esa época, la hora de almuerzo era un tiempo largo, alrededor de dos horas, porque teníamos jornada en la mañana y luego en la tarde. Y yo me iba al Club de Tenis International; para llegar, había que cruzar el cerro Santa Lucía y luego el río Mapocho. 

Uno como profesor tiene que meterse en la cabeza del alumno para conocerlo bien. Si no, es muy difícil que el muchacho aprenda, o se interese en lo que uno está conversando. 

La decisión de “dedicarse” no existía. No es que uno se estuviera “dedicando” a un deporte, sino que iba a jugar y en la medida que iba avanzando, se iba entusiasmando y motivando a continuar. Entonces, sin intención, uno le está dedicando mucho más tiempo. 

-Luego comienza a competir, ¿cómo recuerda la etapa de competencias internacionales? 

-El mundo del tenis tiene un sistema bien claro y fácil de seguir, o de entenderlo al menos. Terminé el colegio a los 16 años y le pregunté a mi padre si podía tomarme un año para jugar tenis y me dijo que sí, pero que me tenía que preparar para cuando llegara el momento de hacer el Bachillerato, así se llamaba en ese tiempo la prueba de admisión.  

Eso hice, y ese año viajé varias veces fuera de Chile como juvenil. A los 18 fui a un campeonato importante en Miami y ahí me ofrecieron una beca para quedarme a estudiar en la Universidad de Miami, y mi papá aceptó. 

De chico empecé a vivir esto de los viajes, de conocer a otra gente y lugares, y estando en la universidad eso aumentó. Recorrí todo Estados Unidos y conocí bien de cerca la cultura norteamericana. Cuando el tenis cambió de amateur a profesional, justo coincidió con mi egreso de la universidad. Fue un avance paulatino, y fue muy bonito eso. Viajé con mi señora, después con un hijo, luego con dos hijos y creo que hasta hice una minigira con tres cabros. 

-Ha pasado tiempo y sigue ligado al deporte, hoy ya desde la Universidad Andrés Bello. ¿Cómo ha sido este cambio?

-Los tiempos cambiaron una vez que ingresé a la UNAB, antes toda mi vida giró alrededor del deporte, del tenis, ya sea compitiendo o como entrenador o profesor, o desarrollando programas de tenis. Este cambio me ayudó mucho a crecer y a entender más la importancia y el valor que tiene el deporte en la formación de las personas. 

Muchas veces se habla de que el deporte es una herramienta, pero yo pienso que es una mirada un poco reducida; es casi una manera de vivir, de relacionarse con la sociedad, un hecho más social que puramente competitivo. Esa relación la fui aprendiendo en la medida que entendí mejor la educación, la enseñanza, en cómo uno como profesor tiene que meterse en la cabeza del alumno para conocerlo bien. Si no, es muy difícil que el muchacho aprenda, o se interese en lo que uno está conversando. 

Entonces el deporte pasa a ser un medio para llegar mejor a las personas, a los niños y jóvenes.

-¿Cómo ve a los jóvenes hoy?

-Veo que tienen intereses y sueños, y andan en búsqueda de personas en las que puedan confiar, eso también es una cosa que yo agradezco, pues me facilita el poder relacionarme.

Yo creo que uno tiene que llegar a conocer a los jóvenes y potenciar esos dones que reconozco en ellos, apoyarlos en el camino, más que pretender entregarles solo conocimiento. 

-¿Cómo incentivarlos a que encuentren un lugar en el deporte?

-Yo diría que en el deporte uno tiene que llegar principalmente a los padres, más que a los niños, porque el niño va a estar dependiendo más de un padre o madre que de un profesor. En la casa tiene que haber una mirada sana del deporte. 

Hay niños y jóvenes que piensan que el deporte es muy competitivo, eso quiere decir que ese chiquillo vivió malas experiencias. Cuando se compite, uno se junta con otro y se mide, hay una cuestión social ahí, no es un rival.

-Finalmente, ¿qué le ha dejado el deporte en su vida?

-Le debo demasiado. No solamente educación, una esposa y una familia; le debo una vivencia porque he trabajado todo el tiempo alrededor del deporte. 

Deja un comentario

Mantengamos la conversación, búscanos en twitter como @grupoEducar

Ingresa a nuestra comunidad en Facebook y profundicemos el debate.

Créate una cuenta en grupoeducar

Revisa nuestro contenido en todas las plataformas desde un teléfono hasta nuestra revista en papel.