Suscríbete a nuestra revista y podrás leer el contenido exclusivo online
Regístrate y accede a la revistaRicardo Román, director del Colegio Alberto Blest Gana de San Ramón, entrega estrategias, plataformas y consejos para sumar más y mejor tecnología al aula. “Nos encanta compartir lo que estamos haciendo, creo que da esperanza al sistema educativo”, asegura.
“Espíritu innovador” es lo que se respira en el Colegio Alberto Blest Gana, según su director, Ricardo Román. El establecimiento, ubicado en la comuna de San Ramón, fue fundado hace más de 50 años por sus padres, los educadores Fernando Román y María Angélica Toro, y desde hace diez comenzaron a impulsar cambios con más fuerza, que lo llevaron a ubicarse en 2020 entre los 100 colegios más innovadores del mundo, según la Fundación Varkey.
En concreto, explica Román, el foco se puso en cómo se aprende en el aula, tecnología, educación emocional y movilizar a la comunidad educativa hacia la innovación. “Teníamos la convicción de que había que involucrar a los estudiantes con las tecnologías y hacer del colegio un lugar entretenido y acogedor”, agrega. El establecimiento científico humanista tiene actualmente 1.600 estudiantes de prekínder a cuarto medio, con un índice de vulnerabilidad escolar del 85%.
1. Flexibilidad
Román asegura que, para implementar metodologías y tecnologías, es clave tener una actitud abierta a los cambios. Por un lado, para probar nuevas prácticas y tecnologías (desde Aprendizaje Basado en Proyectos hasta clases de yoga a toda la comunidad escolar). Por otra parte, dar la flexibilidad a los docentes para construir su carrera en base a sus intereses. Ejemplo de esto es el camino de Yennifer Pizarro, profesora de Educación Física que llegó al colegio a cargo del taller de danza. Comenzó a mostrar interés por la tecnología y se fue capacitando. A los 24 años ya formaba parte del equipo directivo, como coordinadora de Creatividad Digital del colegio. “El ciclo de formación de una persona era muy largo, por lo que vamos acortándolo y probando, dándole oportunidades y espacio para que la gente crezca. Hoy buscamos docentes con espíritu de innovar e involucrarse con cariño con los estudiantes”, agrega Ricardo.
2. Ecosistema de innovación: amigos y alianzas
“Más vale tener amigos, que dinero”, dice el tradicional dicho chileno. El Blest Gana se ha rodeado de asesores que apoyan su gestión e instituciones que aportan equipamiento y formación. Por ejemplo, desde Bioquímica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, han apoyado con la donación de equipos de medición e impresoras 3D, además de capacitaciones y datos para comprar cosas a precios más asequibles. “Por medio de Vinculación con el Medio, requisito de acreditación con las universidades, se pueden firmar convenios de colaboración con los colegios”, cuenta Román.
Además, han establecido lazos con reconocidos expertos como Rodrigo Fábrega, profesor visitante del MIT (Boston, Estados Unidos), y la bioquímica y fundadora de la plataforma Lab4U, Komal Dadlani, quienes asisten periódicamente al colegio y han permitido que tecnologías en desarrollo sean testeadas en el Blest Gana. “Casi todo lo que hacemos en innovación es gratis o muy barato. Siempre hay gente dispuesta a aportar”, asegura.
3. Tecnología: plataformas con foco en la inteligencia artificial
Ya en los años 80, Fernando Román, padre de Ricardo y fundador del colegio, consiguió computadores para instalar en el colegio. En esta línea, “la tecnología no se aprende porque sí, sino que es un medio para aprender otras cosas de manera más entretenida y fácil”, expresa Román. En el colegio se creó la asignatura de Creatividad Digital, donde los alumnos realizan proyectos con plataformas como Makey makey (kits científicos), Arduino (plataforma para programar), Lab4U (convierte el celular en laboratorio) y Octostudio (crear animaciones y juegos en tu teléfono móvil).
Además, la tecnología ha sido un apoyo para reducir la carga administrativa, utilizando aplicaciones basadas en ChatGPT para generar rúbricas y evaluaciones. “Los profesores se cansan y se estresan menos. Sin embargo, eso no libera de reflexionar sobre qué quieres que aprendan los estudiantes”, agrega el director.
4. Educación emocional y social
El foco es hacer del colegio un lugar entretenido y acogedor. “Lo que más queremos es que estos espacios sigan siendo un refugio emocional para los estudiantes”, señala el profesional. El objetivo es ayudarlos a que sean personas con efectividad en el mundo que viene, que tengan buenas relaciones de colaboración, estén siempre aprendiendo y tengan automotivación. En esta línea, existe una serie de iniciativas que apuntan al crecimiento y desarrollo de habilidades emocionales y sociales, además de prevenir el bullying. Entre ellas están la asignatura de Desarrollo Personal y talleres de habilidades socioemocionales y autoconocimiento para alumnos desde kínder a cuarto medio, por medio de yoga y meditación. Además, se llevan a cabo talleres de integración para resolver conflictos en grupos y cursos, acompañamiento grupal e individual para alumnos con crisis personales, familiares, sentimentales o grupales.
5. ¡Atreverse a cometer errores!
Román explica que atreverse a equivocarse es la base de “aprender a aprender”, o aprender permanente. Esto es clave en el siglo XXI. No temerle al error debe ser un sello tanto de profesores como estudiantes.
Revisa nuestro contenido en todas las plataformas desde un teléfono hasta nuestra revista en papel.
Mantengamos la conversación, búscanos en twitter como @grupoEducar
Tweets by grupoEducarIngresa a nuestra comunidad en Facebook y profundicemos el debate.