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Regístrate y accede a la revistaA lo largo de la Historia del Arte, una gran cantidad de mujeres han sido protagonistas, pero la mayoría de las veces lo han hecho desde la vereda de modelos y musas. Entre los personajes principales de las obras más importantes de todos los tiempos, y que adornan las paredes de los museos, están la Mona Lisa, las Venus, las bailarinas de Degas, entre muchas otras; sin embargo, muy pocas mujeres artistas han podido firmar sus obras. Muchas creadoras lamentablemente no aparecen en los libros de Historia del Arte y sus creaciones fueron atribuidas a hombres, ya sea a sus maridos o maestros.
Una de las primeras artistas reconocidas fue Artemisia Gentileschi, la primera mujer en ser admitida en la selecta academia Florentina, donde consiguió el mecenazgo de los Medici, un mérito sumamente importante para la época. Sin embargo, Artemisia es aún mayormente desconocida y su obra cayó en el olvido por varios siglos. Al igual que muchas otras artistas femeninas, ella volcó en su pintura su propia biografía. El sufrir un abuso sexual por parte de su propio maestro transformó su obra de manera radical, utilizando figuras bíblicas como Judit o Susana como símbolos de lucha y resiliencia ante su propia realidad. La artista es considerada en la actualidad como una de las figuras más importantes del barroco italiano y una adelantada del feminismo.
Avanzando un poco en el tiempo, nos encontramos con otra mujer que fue precursora del movimiento Impresionista, aunque nunca se le consideró como parte de él. La francesa Berthe Morisot, miembro de una familia de la alta burguesía, fue educada en el gusto por las artes y por la música desde edad muy temprana. Berthe pintaba lo que veía, sus pinceladas eran rápidas y empastadas, por ello le gustaba trabajar al exterior, captando la luz y los sutiles cambios de la naturaleza. Sin embargo, debido a su condición de mujer burguesa, había muchos espacios que ella no podía habitar y se vio obligada a pintar escenas interiores en su propio hogar o en parques durante las horas tempranas. Estaba, incluso, vetada de los espacios donde compartían otros artistas masculinos, como los bares y cafés parisinos, lugares desde donde podían ser expuestas y compartidas las diferentes visiones del arte, nutriéndose entre sí. No obstante, esta misma prohibición marcó su estilo, volviéndolo mucho más auténtico.
Uno de los artistas con quien más compartió fue Édouard Manet, con quien enlazó gran amistad, lo que hizo que muchas veces sus obras fueran atribuidas a él o fuese reconocida como “la amiga de”, quitándole validez a su propio trabajo. Aunque su aporte en la historia del arte es muy importante y fue una artista prolífica que llegó a vender más obras que los pintores de la época, sigue siendo mayormente desconocida y sus creaciones han sido relegadas a “lo doméstico”.
Propiciar el diálogo y la reflexión con los estudiantes acerca del lugar de las mujeres en la historia del arte, ya sea como modelos o como creadoras. Pedir a los y alumnos que asistan a un museo y vean la cantidad de obras creadas por mujeres versus las que las utilizan como modelos, y conversar sobre lo que encuentren.
Pueden apoyarse de algunos catálogos de arte chileno como “Desacatos, prácticas artistas femeninas 1835-1938” del MNBA y de la itinerancia “Mujeres en el arte” del Museo Artequin.
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