El phishing ha aumentado producto de la digitalización que trajo la pandemia, sin embargo, tampoco ha mejorado la capacidad de las personas para detectar este ataque informático. Por ello, se ha puesto de relieve la importancia de educar a la población, desde los más jóvenes, en estos temas. 

¿Qué es el phishing? En palabras simples, se trata de un delito digital en el que un cibercriminal, a través de correos electrónicos, mensajes de texto, redes sociales o una llamada de voz, “suplanta alguna organización o personalidad con el objetivo de manipular a la víctima” para que esta le entregue datos personales (identificativos o financieros), explica Martina López, investigadora de seguridad informática de ESET Latinoamérica.

Esto lo logran al convencer a un usuario, con una situación de preocupación (“tu cuenta en Netflix se cerrará”, por ejemplo) como de alegría (ofreciéndole una oferta o regalo) para que “ingrese a un sitio dudoso, entregue una contraseña u otros datos, o descargue un archivo malicioso”, con el fin de robar dinero, revender una cuenta, suplantar la identidad, extorsionar a un usuario a partir de información que obtuvieron, entre otros, precisa la especialista.

Cómo abordar el tema en la comunidad educativa 

El reporte anual de Nivel4 –empresa de ciberseguridad nacional–, basado en campañas de phishing simuladas hechas en diferentes industrias en 2022, revela que entre 8.094 personas encuestadas: el 56% no abre el correo malicioso, pero el 44% sí. Entre estos últimos, el 8,1% hace clic en el enlace y el 3,6% ingresa datos o descarga archivos.

Jorge Castañeda, gerente del Centro de Excelencia de Ciberseguridad de Gtd, advierte que “la acción del ciberdelincuente es diaria. Sus víctimas van entre dos a tres personas al día, a quienes les roba, en promedio, entre US$ 300 y US$ 500; estamos hablando de US$ 12.000 en promedio al mes”. Por ello, enfatiza que “las cifras del estudio son preocupantes, ya que reflejan una falta de conciencia en nuestra población sobre la magnitud de los riesgos asociados a estas prácticas”.

Desde Gtd resaltan la importancia de abordar estos temas. Y recomiendan partir por la difusión de algunas medidas básicas de autocuidado:

Lo primero es destacar que abrir el correo no suele significar un riesgo, pero ingresar a los enlaces maliciosos sí. “Aunque no hayamos dado nuestra información y los navegadores eviten que se descargue un archivo automáticamente, esto igual podría ocurrir, por ejemplo, por un clic desafortunado”, advierte López.

Por ello, se sugiere prestar atención al remitente del mensaje, “si viene del correo de la empresa o desde un Gmail o Hotmail”, como si es de una organización en la que se tiene una cuenta o no. Asimismo, una recomendación es fijarse en el texto: “En los phishing masivos usan un lenguaje que no corresponde al nacional o viene traducido de una forma que se nota con errores”, puntualizan.

Otra técnica es mirar con atención “la urgencia del mensaje, es decir, la prontitud con la que debes de responder”, porque suelen ser urgentes, añade Castañeda. Si ya se ingresó al enlace, recomienda “verificar que el dominio coincida con el sitio oficial por el que se hacen pasar; por ejemplo, el banco”. 

Finalmente, destaca que si uno es víctima, “hay que recurrir a las autoridades competentes, ya sea Carabineros o PDI, para denunciar el cibercrimen”.

Esta sección se realiza gracias al apoyo de Gtd a los profesores de Chile