Para el director de Postgrado de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello, André Beaujanot, la innovación en la educación técnico profesional tiene una característica bien particular, “que es el propósito de acelerar la adaptación de tecnologías o buenas prácticas ya existentes para poder solucionar problemas simples y complejos que se van enfrentando en el camino ”.

En esta línea, asegura Beaujanot, que “lo técnico profesional tiene mucho que ver con el hacer, el usar lo que actualmente se conoce y se tiene, más allá de lo que puede ser la investigación o desarrollo experimental”.

Formación continua

Pero ¿cómo innovar en la sala de clases TP? En esto, el exvicerrector de Vinculación con el Medio e Innovación de INACAP es claro: “Lo único que sé que es instantáneo es el Nescafé. El entender y conocer las metodologías modernas no es algo que sea instantáneo. Se necesitan recursos, tiempo, dedicación y también que signifique eventualmente una mejor retribución para el profesor”.

Por un lado, Beaujanot menciona que es necesario aprovechar las diferentes instancias formativas que existen a nivel nacional e internacional. Como ejemplo explica que, “en el sistema de institutos técnicos públicos de Australia (TAFE), para ser profesor, tienes que hacer un certificado en enseñanza TP que, además, hay que repetir cada cuatro años. Así se aseguran de que esa persona con conocimiento técnico, también sabe enseñarlo. Estos certificados son abiertos a extranjeros”. Instancias similares se pueden encontrar en los Institute of Technology de Nueva Zelanda, los College de Canadá o los Community College de Estados Unidos.

A nivel nacional, la Universidad de Chile ofrece un “Curso de Especialización de Postítulo en Pedagogía para Profesionales y Técnicos de Nivel Superior de la Formación Diferenciada Técnico-Profesional”, mientras que la Universidad Silva Henríquez cuenta con el título profesional de “Profesor(a) de Educación Técnica y Formación Profesional”. 

Terreno fértil

Una parte del camino es adquirir el conocimiento, pero otra muy importante es contar con un ambiente adecuado. “Para poner en práctica lo aprendido debe tener un terreno fértil donde desarrollar esto. Si el profesor vuelve al establecimiento y no se le permiten algunos recursos para generar modificaciones en el equipamiento, libros o materiales que utilizan, esa formación no va a servir”, asegura Beaujanot.

En este sentido, André destaca una gran característica del mundo EMTP: sus talleres. “Son laboratorios perfectos para pensar creativamente. En vez de hacer la misma pauta, con la misma receta, puede ser una fuente fantástica para un proceso innovador. Crear equipos de trabajo, buscar soluciones distintas a una problemática real, que uno puede generar en el taller, con maquinaria y tecnología ya existente”.

Mentalidad innovadora para tus alumnos

Innovar en la enseñanza e innovar en el aprendizaje. ¿Cómo transmitir este sentido a los estudiantes? Un aula innovadora no implica cambiarlo todo, dice Beaujanot y agrega que “la educación TP debe habilitar a los estudiantes, para que puedan usar correctamente estas tecnologías y buenas prácticas de manera rápida y oportuna. Así darán soluciones en procesos productivos o sociales que puedan existir”. 

Los alumnos con capacidad innovadora se convierten en futuros emprendedores o profesionales que se creen capaces de proponer soluciones diferentes, asegura.  

Además, destaca la importancia del proceso creativo. “Para que algo sea considerado innovación, tiene que ser probado, que funcione y con resultados medibles. Si no, es un acto creativo, y la creación es parte de la innovación”, dice. 

El ecosistema se construye entre todos

André Beaujanot da especial énfasis a los espacios de colaboración que deben darse en los diferentes sistemas: universidades, centros de formación técnica, sector productivo y establecimientos TP. “La educación TP debe ser capaz de articular, combinar o utilizar distintas tecnologías y conocimientos para dar soluciones a problemas que hoy no lo tienen con la tecnología actual. Esa es la gran misión de la educación TP”, explica.

André Beaujanot, exvicerrector de Vinculación con el Medio e Innovación de INACAP, y actual director de Postgrado de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello.

Por un lado, “las universidades tienen el desafío de que la creación de conocimiento baje a tierra. La alianza que se puede hacer con la educación TP es brutal. Prototipar y testear, la mejora continua de esta investigación o creación que se puede hacer junto a los CFT e IP es algo que en Chile no se está explotando. La velocidad de la innovación y los procesos de mejora aumentan mucho si se da esta colaboración”, asegura Beaujanot. 

Por otra parte, el experto habla de la conexión entre la educación TP y sus territorios y sectores productivos y sociales. “Es una tremenda responsabilidad. En ninguna parte del mundo se entiende una formación técnica profesional sin conexión fuerte y directa con los sectores productivos, y los más exitosos son quienes tienen estas conexiones y puentes directos. Estas necesidades están ahí y son los profesores los llamados a estar conectados. Los docentes no pueden ser islas ajenas a ese ecosistema. Si no está conectada, la formación TP lo único que va a tener de TP es el nombre”, profundiza. 

¿Quién tiene la responsabilidad de construir estos puentes? André asegura que es una tarea compartida y que, para conectar a la empresa con los establecimientos, hay muchas iniciativas. “Significa no solo firmar un papel, sino que involucrarse: entregar recursos, poner a disposición sus talleres, espacios y profesionales, generar espacios para prácticas, becas internacionales o formación de educación superior, etc.”.