Suscríbete a nuestra revista y podrás leer el contenido exclusivo online
Regístrate y accede a la revistaPara esta gran artista, que por 30 años estuvo vinculada al Teatro Municipal de Santiago, dedicarse a lo que a uno le apasiona -en su caso la danza- no conlleva sentimientos de sacrificio ni imposibles. Para lograrlo, la disciplina es la clave.
Recuerda Lidia Olmos, exprimera bailarina del Teatro Municipal de Santiago, que antes de ingresar al escenario, estaba lista una hora antes en el camarín, analizando cada detalle, realizando ejercicios de respiración y así controlar los nervios. “Siempre le digo a mis alumnas que es bueno tener nervios, pero hay que saber controlarlos y convertirlos en algo positivo”, asegura.
La artista dejó las presentaciones en 2015 y actualmente es profesora de ballet. Representó al país en múltiples festivales como el Internacional de Ozaka y La Habana y ha trabajado con grandes personalidades de la danza mundial. ¿Su ballet favorito? Le cuesta decidirse pero depende de la época y menciona El Quijote y Romeo y Julieta.
-¿Qué recuerdos tienes del colegio?
-Para mí es raro porque, cuando decides entrar al ballet, el colegio pasa a segundo plano. Además, a partir de los quince años, me contrataron en el Ballet de Santiago, y terminé la enseñanza media en la noche.
-¿Cómo llegaste al ballet?
-Mi papá y mi mamá trabajaban, entonces nos quedábamos en la casa solas. Un día, mi papá vio un anuncio de ballet en el diario y pensó “esto es como para las niñas”, y nos metió a clases en las tardes. En primero medio, el director del Ballet de Santiago de la época, Iván Nagy, llamó a mis papás para conversar y les contó que quería trabajar conmigo. Yo estaba saltando en una pata, feliz como una lombriz. “Esto depende de ti”, me dijo mi papá y me pidió que por lo menos terminara el cuarto medio. Ahí empezó mi aventura profesional como bailarina.
-¿Lo más difícil?
-Siento que, cuando estás interesado en esto, no sabes que estás haciendo sacrificios. Yo iba feliz. Obviamente, me perdí de cumpleaños, pues tenía que viajar fuera de Santiago y de Chile, pero no lo sentí como un sacrificio. No fue todo siempre color de rosas; constantemente había directores, coreógrafos y maestros nuevos, estabas en una audición continua. Si tú querías ser alguien, tenías que estar siempre vigente. Nunca dormirse en los laureles, por mucho que vieras que eras buena y te pusieran en roles de solista. Sin embargo, no siento que haya perdido la niñez, porque estaba feliz ahí adentro.
-¿Alguna anécdota que recuerdes arriba del escenario?
-Fue en El Quijote. En pleno baile se cortó una de las cintas de la zapatilla y salió volando. Seguí bailando hasta que me tocó salir del escenario. Por suerte me estaban esperando con una zapatilla lista. Todos mis compañeros me miraban con los ojos gigantes.
- ¿Qué aporta la danza a la formación integral?
-Actualmente, es muy fácil que los jóvenes se rindan. Se saltan demasiados pasos, porque tienen todo a la mano. Poseen mucha información y se agobian porque quieren ver resultados inmediatos. En este sentido, la danza da a un estudiante mucha disciplina. Es importante que, para progresar, completen cada etapa y tengan paciencia y constancia.
-¿Qué has descubierto como profesora?
-He aprendido muchas cosas como maestra, por ejemplo, a saber qué es importante. Asimismo, la manera como el profesor se comunica con sus alumnos. Las palabras que se escogen, la forma de decir lo que se pretende comunicar. A veces, como alumna, se puede interpretar mal lo que el profesor intenta decir. Siempre trato de tener un abanico de palabras y sinónimos que al estudiante le pueda hacer sentido, porque todos son diferentes.
Revisa nuestro contenido en todas las plataformas desde un teléfono hasta nuestra revista en papel.
Mantengamos la conversación, búscanos en twitter como @grupoEducar
Tweets by grupoEducarIngresa a nuestra comunidad en Facebook y profundicemos el debate.