“Elegir cuál es el camino o el giro educativo, laboral o de vida para un adulto, y aún más para un niño o un adolescente, es complejo porque siempre significa renunciar a otra cosa”, señala Graciela Bonafina, psicóloga, orientadora vocacional y directora del centro Elegir Orientación Vocacional, institución argentina con más de 20 años de experiencia ayudando a jóvenes a elegir su futuro.

Según cifras del Ministerio de Educación hoy, existen 934 liceos técnico-profesionales y la matrícula en Educación Media TP representa el 37% del total de estudiantes de 3º y 4º Medio de todo el país. De ellos sólo el 44% logra ingresar a la Educación Superior y la mayoría estudia carreras técnicas sin un real conocimiento de lo que será su vida laboral.

Frente a este escenario, Graciela asegura que algunos de los factores que inciden en esta problemática tienen que ver con la falta de orientación vocacional, la ausencia de actualización de la malla curricular en relación con la demanda laboral de las empresas, pero también con la inmadurez socioemocional con que los niños y jóvenes se enfrentan a esa elección. “Es una paradoja que en el momento de mayor indefinición psicológica evolutiva del ser humano, que es la adolescencia, tengan que elegir en lo que van a trabajar el resto de la vida”, advierte.

Para la experta, tomar decisiones tan trascendentales en la vida durante la adolescencia, donde los niños o jóvenes están más expuestos, confundidos y están buscando quiénes son, es muy difícil y es un camino que está lleno de riesgos si no se lleva a cabo de manera correcta.

De acuerdo con Graciela, en esta etapa, los colegios son el espacio ideal para motivar a los jóvenes, a través de exposiciones de profesionales o técnicos que cuenten cómo es su trabajo, en qué consiste y qué es lo que les espera para los próximos años, porque salvo que hayan tenido una experiencia similar en su familia, muchos niños tienen una idea parcial de las carreras o el futuro laboral. “Frente a esta situación es fundamental brindarles una información lo más amplia y entretenida posible”, señala. Y agrega, “hay que movilizarlos e incentivarlos a hacerse preguntas, a investigar. El tema es que el chico o la chica se conecte vivencialmente con la actividad que él o ella van a tener después, una vez que elijan ese camino, y acompañarlos para que se conecten con esa vida”.

Sin embargo, no hay que subestimar lo que pasa en el hogar. “Si bien, durante la adolescencia los padres tienen un papel más secundario, las experiencias familiares y sus vivencias, propias de cada núcleo familiar, adquieren un peso especial frente a la toma de decisiones de esta magnitud. Y aunque muchas veces no nos escuchen, ni pregunten, nuestro rol es acompañar desde una distancia adecuada este proceso como la puerta de entrada a la adultez”, explica. 

Caminos a seguir

Además de acompañar y guiar, Graciela asegura que existen dos conceptos muy importantes que hay que reforzar tanto en el colegio como en el hogar. “Por un lado, siempre enfatizo en el valor del estudio como un atributo que el día de mañana les va a dar la libertad para hacer lo que quieran con su vida”, comenta. Y continúa, “por el otro lado, tenemos que erradicar la idea del trabajo como sacrificio, esfuerzo, cansancio o agobio”. Para ella, este último punto es vital. “Tenemos que plantearles a los adolescentes el trabajo como posibilidad de disfrute, de pasarla bien, de entusiasmarse, de motivarse con lo que está haciendo, y donde es posible encontrar inspiración y significado en lo que uno está haciendo. Solo así es posible el despliegue de todo el potencial de esa persona”, agrega.

Para María Inés Gutiérrez, psicoanalista y terapeuta vocacional argentina, si bien no hay trayectos uniformes para decidir algo tan personal como es el camino a transitar para ir construyendo un proyecto de vida, hay que enfatizar la idea de que elegir es un proceso en el que se irán produciendo transformaciones y en donde la clave está en enseñarles a los jóvenes a ocuparse del presente para encontrar el camino hacia su futuro.“Para ello, desde la Orientación Vocacional se trabajan dos ejes: el interés de cada chico y qué nivel de formación pueden alcanzar con lo que les gusta. Y les pregunto, ¿qué quieren?, ¿qué les gusta?, ¿dónde se sentirían plenos? y ¿hasta dónde quieren llegar?, ya que la enseñanza técnico profesional, en un inicio, y cualquiera sea la otra que se escoja después, es la puerta de entrada para que siga creciendo su inteligencia, su creatividad y su capacidad intelectual, y es la oportunidad perfecta para vincularlos con el conocimiento y el aprender desde el hacer”, afirma.

Graciela Bonafina
Es psicóloga clínica de la Universidad de Buenos Aires. Inició sus actividades de práctica clínica con niños, adolescentes y adultos en consultorio particular en el año 1984, realizando tratamientos psicológicos y orientación vocacional personalizada, de manera constante hasta el día de hoy. 

María Inés Gutiérrez 
Es psicóloga psicoanalista de la Universidad de Buenos Aires, secretaria académica de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados (AEAPG) y coordinadora de los posgrados en Psicoanálisis de la Universidad Nacional de la Matanza.