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Regístrate y accede a la revistaLas startups, o empresas emergentes, son un ejemplo de empresas muy modernas, pero que para tener éxito necesitan y fomentan habilidades y valores sin fecha de vencimiento, como son el compromiso y talento de sus empleados.
El anglicismo “startup” denomina a un tipo de emprendimiento particular, que se caracteriza por estar centrado en un problema o necesidad de las personas y crear una solución, que vendría a ser el producto. Ricardo Pérez Merino, director de Desarrollo del Innovation Factory de la Universidad de Navarra, explica que la forma de trabajo de las startups está cambiando el paradigma de lo que buscan los recién titulados en España. “Una startup ofrece a sus empleados una cercanía al propósito y a los valores del proyecto. La cercanía a la toma de decisiones, la implicación de los directivos y fundadores en el bienestar de todos sus empleados”, observa Pérez Merino.
Otro aspecto que caracteriza a la dinámica de las startups es el trabajo por objetivos. Pero no objetivos individuales, sino compartidos, donde cada empleado es consciente de qué aporta a la creación de valor. “La sensación de ser una pieza fundamental en el complejo engranaje de una empresa es lo que hace que muchas veces un empleado elija un trabajo a otro”, dice el experto de Navarra.
Para él, no es que estas habilidades se hayan puesto de moda por las startups, o que solo ese modelo de empresa las necesite. Pero sí ocurre que el dinamismo y foco en el logro que tienen las startups deja al descubierto la importancia y aporte de cada persona en la empresa. “Las startups fomentan una virtud que es la generosidad: mediante la aceptación y captación de talento complementario al suyo, los gestores de las startups lo que buscan es la excelencia en su forma de trabajar y que dicha excelencia garantice la consecución de los objetivos que se han trazado”.
Trabajamos por necesidad; sin embargo, quienes intentan poner el corazón en lo que hacen y aportar de acuerdo con sus talentos ganan mucho más que un sueldo: consiguen una actividad con sentido, es decir, coherente con sus valores y con su visión de mundo.
Lograr esto no depende solamente del puesto de trabajo que se tiene o de cómo es la empresa. Depende sobre todo de la motivación de la persona y de la intención con que se enfrenta a su labor cada día. Y los estudios muestran que las personas que ven un sentido en lo que hacen obtienen mayor satisfacción de su trabajo y son más productivos.
El trabajo perfecto quizás no existe, pero en toda tarea la persona puede aportar de sí, reflexionar acerca de su contribución a la sociedad a través de su trabajo y, de esta forma, convertirlo en una actividad que suma bienestar a su vida.
Fuente: “Ser feliz es decisión tuya. Herramientas de la psicología positiva para incrementar tu productividad y tu felicidad”, Angus Ridgway y Tal Ben-Shahar.
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