Uno de los programas de esta reconocida fundación se llama Sembrador y es el más relevante en Argentina en cuanto al fortalecimiento de escuelas en contextos rurales; tiene ya cuarenta años de existencia, los últimos veinte en alianza con Fundación Pérez Companc. Basada en toda esta experiencia acumulada es que Alejandra Candia señala que existen lecciones dejadas por la pandemia que, no obstante, ya eran sabidas en la ruralidad. 

1. La influencia del contexto familiar y social en los resultados de la educación es algo que ya se sabía hace muchísimos años. Obviamente, el contexto no define, pero sí puede favorecer o perjudicar los resultados.
   
   
2. El vínculo entre la escuela y su comunidad siempre fue central en la tarea educativa en contextos rurales. En muchos casos, la participación de las familias en la escuela se vuelve central para el funcionamiento mismo de la escuela porque, por ejemplo, cortan el pasto, colaboran en la preparación del almuerzo o el desayuno o asisten al docente en la reparación de los recursos y puesta a punto de las aulas.
   
   
3. Los docentes de contextos rurales conocen a todas las familias que forman parte de la comunidad educativa. La familia –o comunidad– entra a la escuela y la escuela sale hacia la comunidad también. Esto se vuelve fundamental, porque permite a los docentes tomar en cuenta la realidad de los alumnos a la hora de enseñar y, además, el trabajo coordinado con otras instituciones de la comunidad enriquece el proceso de enseñanza. 
   
   
4. Pensar la escuela como parte de un sistema más grande hoy es importante, en todos los contextos; ese sistema la contiene y la excede al mismo tiempo. Todo eso entra en el aula directa o indirectamente y por eso se vuelve fundamental tenerlo en cuenta en la planificación de cualquier clase o proyecto.
   
   
5. El centro cívico de la comunidad, eso es la escuela en los contextos rurales y, además, muchas veces es la única presencia del Estado en el lugar, el centro de la vida cívica y desde donde surge el tejido social. Eso hace que la familia también entre a la escuela y que tome como figura de referencia al docente. 
   
   
6. Las nuevas tecnologías generan  nuevas formas de aprendizaje que también involucran a las familias. Los nuevos recursos que los niños tienen hoy a disposición para el aprendizaje generan un nuevo tipo de relación en lo que representa la enseñanza hacia adentro de los hogares. 
   
   
7. La escuela podría ser un centro de aprendizaje para toda la comunidad y en muchos casos ya lo es. También existen otros espacios de aprendizaje comunitario y no hay evidencia de que uno sea mejor que otro. Lo que sí es cierto es que el aprendizaje se da a lo largo de toda la vida y como sociedad necesitamos ofrecer espacios en los que todos puedan tener la oportunidad de seguir aprendiendo.
   
   
8. En una sociedad tan interconectada como la nuestra, el aprendizaje ya no se encuentra enclaustrado en el edificio escolar. Las organizaciones del tercer sector y el mundo académico pueden ser agentes de cambio a través de proponer soluciones innovadoras que acompañen el trabajo de los docentes en las escuelas. Nosotros estamos acostumbrados a trabajar en alianzas con distintas fundaciones, organizaciones no gubernamentales y agencias estatales. Estas logran trabajar en terreno y conocen las particularidades de cada lugar.
   
   
9. Hoy, todos los profesionales pueden ser agentes de cambio e innovación educativa. Creemos fuertemente en el valor de formar equipos interdisciplinarios y quienes trabajamos en la Fundación somos economistas, politólogos, psicopedagogos, especialistas en educación, terapeutas ocupacionales, neuropsicólogos, biólogos, especialistas en estadística, en big data, sociólogos, entre otros. Cada uno de nosotros aporta su parte, desde lo propio de su disciplina.
   
   
10. Cada disciplina puede aportar su parte para que entre todos podamos lograr el cambio educativo. En la actualidad se está pensando en tecnologías exponenciales que entran al aula, programación, gaming, pero también se habla de la necesidad de fortalecer las habilidades blandas, la creatividad, el pensamiento crítico. 

Fundación Bunge y Born:

Trabaja en Argentina por el desarrollo de soluciones novedosas, escalables y basadas en evidencia, para contribuir al bienestar de las personas y de la sociedad. Sus tres pilares de acción son: la innovación social, la generación de evidencia rigurosa y la escala transformativa. 

En el área de educación Fundación Bunge y Born implementa tres grandes programas: en primera infancia se enfocan en los cuidadores de niños y niñas de hasta tres años en barrios vulnerables de Buenos Aires; el programa STEM promueve el desarrollo de las habilidades del futuro a través de iniciativas educativas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemática; y el programa Sembrador, el más grande de fortalecimiento de escuelas de contextos rurales de Argentina, tiene ya cuarenta años de existencia, los últimos veinte en alianza con Fundación Pérez Companc.

¿Quién es? 

Alejandra Candia es licenciada en Economía Empresarial de la Universidad Torcuato Di Tella y magíster en Administración y Políticas Educativas de la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha recibido becas y distinciones de la Fundación Antorchas, del Fondo para el Desarrollo Educativo Internacional de la Universidad de Columbia, y de los gobiernos de Argentina (Profor), Francia (AEFE) y Estados Unidos (Fulbright). En la actualidad, es directora de Proyectos de Educación, Salud, Sustentabilidad e Innovación Social de Fundación Bunge y Born, Argentina.