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Regístrate y accede a la revistaHace algunas semanas se anunció el cambio en los Estándares de la Profesión Docente, herramienta que les permitirá a los profesores “desarrollar las competencias necesarias para una enseñanza efectiva, que responda a los desafíos del siglo XXI y que logre aprendizajes de calidad”, nos contó Francisca Díaz, directora del Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP) del Ministerio de Educación. Con esta información fuimos a preguntarles a decanos y/o representantes de tres facultades que forman a los profesores: ¿Cómo debiesen ser nuestros futuros profesores y qué piensan de los nuevos estándares?
El objetivo principal de los Estándares de la Profesión Docente “es ofrecer a las y los profesores herramientas y conocimientos que les permitan desarrollar las competencias necesarias para una enseñanza efectiva, que responda a los desafíos del siglo XXI y que logre aprendizajes de calidad en todos sus estudiantes. En este sentido, ofrecen un marco común que nos permite avanzar juntos hacia una mejor enseñanza. Para lograr esto es clave que todos los actores del mundo educativo los conozcan, reflexionen a partir de su lectura y los lleven a la práctica. Nos referimos a los docentes en ejercicio, a los equipos directivos, sostenedores, líderes intermedios, a los académicos que forman profesores, a las facultades de educación, los futuros profesores y todos quienes trabajamos en política educativa”, explicó Francisca Díaz, directora del Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP) del Ministerio de Educación.
Asimismo, reveló que los nuevos Estándares de la Profesión Docente se expresan en dos instrumentos: los Estándares para Carreras de Pedagogía, enfocados en la formación de futuros profesores, y los Estándares de Desempeño Docente, dirigidos a la docencia en ejercicio y que están contenidos en el nuevo Marco para la Buena Enseñanza. Ambos instrumentos nos invitan a todos a transformar la enseñanza y las premisas que guían el ejercicio docente, sobre la base de la experiencia y del conocimiento de vanguardia sobre enseñanza y aprendizaje.
—¿Por qué es clave incluir en su formación temas de inclusión y género y uso de las nuevas tecnologías?
—Porque estos temas –inclusión, enfoque de género, uso de tecnologías, pensamiento crítico y competencias socioemocionales, entre otros– son claves para que los niños, niñas y jóvenes puedan desarrollarse en el siglo XXI. La transformación que ha vivido nuestra sociedad en las últimas décadas ha sido de tal profundidad, que la educación ya no puede tener como objetivo primordial la transmisión de contenidos, sino el desarrollo de competencias y habilidades para la vida en sociedad.
Pelusa Orellana: Directora de Investigación y PhD en Educación, por la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes.
Josefina Santa Cruz: Decana de la Facultad de Educación de la UDD.
Ernesto Treviño: Profesor y director del Centro de Políticas Comparadas de la Facultad de Educación, PUC.
Pelusa Orellana:
“Los estándares cumplen un rol importante en cuanto dan orientaciones generales para la formación inicial docente. No buscan estandarizar, pero sí asegurar que algunos conocimientos mínimos, tanto en lo pedagógico como en lo disciplinario, sean parte del itinerario formativo de los futuros profesores. Su revisión es importante porque el conocimiento avanza, y gracias a la investigación es posible actualizar los estándares. De la misma manera, las carreras que forman profesores deben actualizar sus contenidos y mallas curriculares a partir de lo que la evidencia muestra. Entre los cambios que se mencionan están el foco en el desarrollo socioemocional de los niños y adolescentes, la inclusión y el fortalecimiento del pensamiento crítico. Pienso que influirán en la forma de abordar la enseñanza y el aprendizaje por cuanto hemos aprendido a ser más conscientes de la importancia que tienen estos aspectos en el aula. Por ejemplo, la pandemia nos ha mostrado la relevancia de considerar el desarrollo socioemocional en el aprendizaje”.
Josefina Santa Cruz:
“Tendrán un conocimiento profundo de lo que enseñan. Sabrán enseñarlo conectado a la realidad y en escenarios diversos, y cederán el control del aprendizaje a los estudiantes y sabrán poner y sacar andamios cognitivos. Resignificarán la evaluación como un proceso al servicio del aprendizaje. Valorarán el ser guías, coach, tutores. Se dejarán impresionar por los aprendizajes logrados por sus estudiantes y comprenderán que los estudiantes a veces necesitan confrontar y que los adultos deben acompañarlos en ese proceso, no apaciguándolos, sí dándoles espacios contenidos y en los que puedan ensayar alternativas, experimentar las consecuencias de sus decisiones, equivocarse, replantearse.
Y, lo más importante: se sentirán orgullosos de ser docentes porque su tarea es clave para el desarrollo de cada niño y joven”.
Ernesto Treviño:
“Los nuevos estándares docentes deberán guiar la formación de los mismos en todo el país. La lógica de los estándares es asegurar mínimos formativos para todos los futuros docentes, independientemente de la institución donde cursen su carrera. Sin embargo, se espera que cada institución tenga elementos distintivos de su proyecto educativo y su misión, adicionales a cumplir con los estándares. Sería esperable que los nuevos docentes tengan competencias, habilidades y conocimientos sólidos, sin importar en qué región o institución se formen.
Ahora bien, los estándares pueden ser una espada de doble filo, en el sentido de que, alineados con sistemas rígidos de evaluación estandarizada, pueden orientar a las instituciones formadoras a cumplir con los mínimos para lograr que sus estudiantes rindan adecuadamente en las pruebas y, posteriormente, puedan seguir acreditando las carreras. Ojalá no ocurra el efecto Simce, en donde muchas comunidades y escuelas confunden el aprendizaje genuino y útil con el resultado en una prueba”.
Los estándares de la profesión docente entregan referencias claras y precisas de lo que se considera es la buena enseñanza, aquella que propicia mejores aprendizajes, ayudando así a docentes en formación y docentes en ejercicio en pos de una práctica profesional más eficaz”, señala la directora del CPEIP.
Pelusa Orellana:
“Porque son temas que han ido cobrando relevancia en la sociedad. La inclusión, por ejemplo, es un tema que se está abordando de manera distinta en comparación con años anteriores, y supone una formación del futuro profesor que le permita implementar estrategias en pro de un aula inclusiva. Esto influye en cosas básicas, tales como la manera en que se formulan preguntas, se entrega retroalimentación a los estudiantes, o se modifica una actividad que los estudiantes realizarán en el aula, considerando las características individuales y ritmos o estilos de aprendizaje.
En el caso de las nuevas tecnologías, la pandemia también nos ha mostrado la importancia de contar con un repertorio de habilidades para aprovechar sus ventajas, especialmente diría yo en lo relativo a individualizar o personalizar la ejercitación, pudiendo extenderla también por medios digitales. Por último, lo del género me parece muy relevante en el sentido de ir rompiendo algunos estereotipos y abriendo oportunidades especialmente con el fin de acercar y destacar más a las mujeres que muestran un interés especial por la ciencia y la matemática (STEM)”.
Josefina Santa Cruz:
“El principio inclusión es parte intrínseca del quehacer docente, no es una novedad de estos estándares, pero sí es relevante que se visibilice porque es una manera de tomar conciencia de la no inclusión.
Respecto de las nuevas tecnologías, sería una desconexión gigantesca no explicitarlas si fuera de la escuela en su día a día los estudiantes las usan para aprender (ej. jugar un videojuego, maquillarse, completar la guía que le entregó el profesor). Además, sería desaprovechar muy buenos recursos de enseñanza. Y, además, potenciar el desprestigio rápido que hacen los estudiantes cuando sus profesores no saben prender el proyector, conectar el computador, etc.”.
Ernesto Treviño:
“Uno de los principales desafíos de nuestro sistema educativo es el manejo de la diversidad. La formación docente y la política educativa están al debe con estos temas. En términos de género, las estudiantes mujeres son más destacadas, tienen mejores notas, desarrollan más habilidades ciudadanas y, a pesar de ello, ocupan pocos puestos en carreras de ciencia y tecnología y tienen pocas oportunidades de ejercer liderazgos políticos, empresariales o sociales. Estamos formando para la reproducción de la desigualdad de género. Y la investigación muestra que, lamentablemente, esto ocurre desde la educación parvularia.
La inclusión educativa en Chile es todavía una aspiración. La mayor parte de los estudiantes con necesidades educativas especiales permanentes abandona el sistema escolar a partir de quinto básico, y prácticamente desaparecen del sistema en la educación media. Esto se trata de números a nivel país que son muy preocupantes. No todo el peso de esto recae sobre los docentes, pues muchas veces faltan apoyos multidisciplinarios que deberían concentrarse en la escuela, en vez de estar dispersos en distintos servicios. Aún así, la evidencia que tenemos indica que cuando la profesora jefe de curso planifica y enseña en conjunto con el educador diferencial de forma colaborativa, se observan mejores resultados de inclusión. Estamos aprendiendo de este tema y falta aún camino por recorrer.
Respecto de las nuevas tecnologías, antes de la pandemia habríamos pensado que era algo accesorio, pero lamentablemente la pandemia nos enseñó que es mejor tener distintos medios para llevar educación a todos y todas. Las tecnologías son un vehículo muy importante, que está en la vida de los niños y niñas. No sustituye la presencialidad, pero sí abre el abanico de herramientas para que docentes y estudiantes puedan aprender de forma autónoma y significativa”.
Ernesto Treviño:
“Los estándares buscan transformar el núcleo pedagógico; es decir, preparar a los futuros docentes para preparar a las nuevas generaciones para ser más autónomas y desarrollarse integralmente, mediante experiencias significativas de colaboración. Se trata de un propósito ambicioso que no se alcanzará solo con los estándares. Incluso más, es esperable que en un futuro cercano no tengamos necesidad de estos estándares externamente definidos, porque la comunidad académica educativa del país, y las instituciones, deberían ser capaces de tener procesos formativos sólidos, inversiones adecuadas en las instituciones (que Pedagogía no sea el arancel de referencia más bajo, por ejemplo), y establecer autoexigencias para estar a la altura de las necesidades de las niñas y niños del país”.
Pelusa Orellana:
“Alinearse con el marco para la buena enseñanza; b. foco en el aprendizaje profundo, aprendizaje significativo; c. inclusión; d. promoción del desarrollo socioemocional adecuado y, e. pedagogía que evidencie el logro del aprendizaje”.
Josefina Santa Cruz:
“Preparación del proceso enseñanza-aprendizaje: la docencia no se improvisa, se piensa con anticipación. Planificar permite dar cuenta de los objetivos curriculares ajustándolos al grupo de estudiantes con el que se trabajará y en los tiempos que se disponen. Planificar es optimización para los estudiantes y para el docente. También, es flexibilidad, aunque suene paradójico. Planificar implica adelantar escenarios para tener opciones A, B y si es posible C. O sea, anticiparse para reaccionar.
Creación de un ambiente propicio para el aprendizaje: las personas respondemos al entorno, aprender es una actividad intrínseca a los seres humanos.
Enseñanza para el aprendizaje de todos: impensable que, en una interacción educativa, uno de los concurrentes no aprenda algo. Si no se intenciona lo que se busca que aprenda, aprenderá otra cosa. Tal vez, un contraejemplo, una idea errada, un principio no deseado.
Este dominio tiene un título que no incluye términos clave que sí están en los estándares que lo constituyen: Profundo y Pensamiento. Llamado a abandonar la idea de que aprender es acumular conocimiento, para eso está Google. Llamado a apropiarse de que aprender es usar de manera rigurosa el conocimiento en beneficio personal y colectivo”.
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