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Regístrate y accede a la revistaMientras los carpinteros buscan crear piezas diseñadas y elaboradas al milímetro, los jardineros siembran, riegan y dejan crecer las plantas. El libro de la psicóloga norteamericana Alison Gopnik explica por qué el modelo de paternidad hoy imperante, el de padres carpinteros, es un error.
En los últimos treinta años el concepto de la paternidad y la industria que lo rodea han transformado el cuidado de los niños en algo obsesivo, aprensivo y controlador, señala esta autora en su último libro The gardener and the carpenter (para kindle, en Amazon). Este concepto, a su vez –escribe- lleva a los padres a intentar obtener por todos los medios una clase particular de niño.
Todo eso está profundamente mal, sentencia Alison Gopnik. Y para probarlo y derribar este mito de “los buenos padres del siglo XXI” se apoya en su vasta experiencia. Basándose en el estudio de la evolución humana y en su propia investigación científica sobre cómo aprenden los niños, demuestra que criar hijos no es moldearlos para llegar a un prototipo preconcebido. Los niños humanos son lúdicos e imaginativos, activos, curiosos…, explica. El cuidado atento de sus padres no debe podar esas variables sino que darles un espacio seguro para que aflore toda esa flexibilidad que les permite innovar, crear y sobrevivir en un mundo impredecible.
¿CÓMO SER JARDINERO Y NO CARPINTERO?
Ser un padre helicóptero o un micro-gestor de todos los bits de la existencia del hijo no es lo mejor para ningún niño, escribe Alison Gopnik. Esta psicóloga, investigadora, madre y abuela, postula que criar a los niños no es una actividad perfeccionista como la carpintería. Es más bien un proceso suelto, que va esculpiendo de a poco como la jardinería. Explica que para el carpintero la esencia de su trabajo es dar forma a un producto final que se ajuste al esquema que tenía en mente al empezar. El desorden y la variabilidad son enemigos del carpintero; la precisión y el control son sus aliados. En un jardín, por el contrario, lo clave es crear un espacio protegido; se necesita buena tierra, hacer excavaciones y agregar estiercol, sudar y ensuciarse, pero una vez plantada en tierra fértil, a la planta sólo hay que regalarla y dejarla crecer.
¿CÓMO SER JARDINERO DE NIÑOS MENORES DE SEIS AÑOS?
Dejarlos jugar. Ese es el consejo de Alison Gopnik a los padres de niños pequeños. La neurociencia ha demostrado que el cerebro de los niños se desarrolla a través del juego. Determinadas partes de la corteza frontal desempeñan un papel especialmente importante en la coordinación social de los seres humanos. Y es el juego libre y fluido el que permite a los niños activar esas zonas cerebrales que lo dotan de empatía y conexión.
Pero además, el juego es vital en todas las especies animales para imitar y adquirir las competencias de los adultos. “El juego brusco y desordenado parece ayudar a los animales y niños a interactuar con los demás. Los juegos de exploración los ayudan a entender cómo funcionan las cosas. Y el juego de simulación les permite comprender las mentes de otras personas”, escribe. Agrega que juegos que parecen extraños a primera vista tienen un propósito. Por ejemplo, las investigaciones muestran que los niños que tienen amigos imaginarios suelen comprender y expresar mejor lo que les sucede a las personas.
Los niños pequeños son en realidad pequeños científicos, dice, y el juego es su modo de hacer experimentos. Los niños no se centran en reglas establecidas. Ellos prestan atención a lo que altera su hipótesis sobre cómo funciona el mundo. Y así es cómo van perfeccionado sus ideas acerca de la vida.
Entonces, ¿cómo ser padre jardinero de un niño pequeño? “Simple: hay que darles un ambiente seguro para jugar, objetos interesantes con los que jugar, y jugar con ellos, pero sin dirigir su juego. Cuando a un niño se le enseña de manera explícita, la parte lúdica de su cerebro se apaga. Cuando ellos mismos exploran, absorben mucho más”.
“Nuestro trabajo como padres consiste en proporcionar un espacio protegido de amor, seguridad y estabilidad en la que los niños pueden florecer de muchos modos impredecibles. Nuestro trabajo no es dar forma a las mentes de nuestros hijos, sino dejar que esas mentes exploren todas las posibilidades que les permite el mundo. Nuestro trabajo no es decirle a los niños cómo jugar; es darles los juguetes y recoger los juguetes de nuevo. No podemos hacer que los niños aprendan, pero podemos dejar que aprendan”, concluye la autora.
¿CÓMO SER JARDINERO DE NIÑOS MAYORES DE SEIS AÑOS?
Una vez que los niños están listos para ir la escuela, tienen que empezar a equilibrar su exploración natural con la práctica de habilidades que les permitan funcionar en el mundo. Hasta alrededor de los seis años para los niños es difícil concentrarse porque están explorando este nuevo mundo. Pero a partir de esta edad su cerebro comienza a desarrollar algún tipo de control. “Los bebés y los niños pequeños prestan atención a todo lo que les parece interesante e informativo y aprenden como resultado. Pero a medida que crecen su aprendizaje empieza a dirigirse hacia objetivos específicos. Cambios a nivel cerebral contribuyen al aumento del dominio del aprendizaje: muchas conexiones neuronales comienzan a ser podadas y algunas simplemente desaparecen. Las conexiones neuronales que permanecen, especialmente las conexiones que se utilizan a menudo, se vuelven cada vez más eficientes conductoras gracias a una sustancia llamada mielina que las cubre. Al mismo tiempo, el cerebro se vuelve más especializado. Los niños más pequeños suelen utilizar más áreas del cerebro para resolver una tarea que los niños mayores o adultos. Todos estos cambios contribuyen a transformar el cerebro joven”, explica.
El libro El jardinero y el carpintero señala: “Los niños en edad escolar comienzan a vivir un largo proceso para convertirse en adultos competentes. Su agenda evolutiva les lleva a practicar y dominar las habilidades particulares de su cultura, especialmente las habilidades sociales… Observan e imitan al igual que los niños más pequeños. Pero aprenden especialmente bien cuando interactúan con maestros que saben enseñar, preparados para propiciar ciclos de ensayo y error. El aprendiz observa con atención al maestro y luego trata de imitar la habilidad. El aprendizaje es mucho más efectivo con un maestro que deja ensayar y equivocarse, que aquel que dirige, supervisa y evita todo error”.
¿CÓMO SER JARDINERO DE HIJOS ADOLESCENTES?
La neurociencia nos enseña que hay dos sistemas separados en el cerebro de los adolescentes: la motivación y el control. La motivación en el adolescente es altísima porque su materia gris es extremadamente sensible a las recompensas. De hecho, muchos estudios sugieren que los adolescentes son imprudentes no porque subestimen los riesgos sino porque sobreestiman las recompensas. Lo bueno y agradable les resulta mucho más bueno y agradable que a otras edades. Por ello, junto al cambio hormonal, nuestros hijos llegada la pubertad se vuelven inquietos, exuberantes, intensos y desesperados por alcanzar todas las metas, cumplir con todos los deseos y probar todas las sensaciones.
El segundo sistema, el control, les permite dirigir toda esa energía hacia buenos usos. Por desgracia, este sistema se demora mucho más tiempo en desarrollarse. Es la hora de que la corteza prefrontal le ponga arnés y guíe a las otras partes del cerebro, incluyendo a las locas partes que rigen la motivación y emoción. Este sistema de auto-control depende mucho más de auto-aprendizaje que de imposición externa.
Alison Gopnik explica que en el pasado los sistemas de motivación y de control se desarrollaban en sincronía. Para convertirse en un buen recolector, cazador, cocinero o cuidador, los adolescentes debían practicar realmente la recolección, la caza, la cocina y el cuidado de otros niños más pequeños, afinando los cableados prefrontales que necesitarían como adultos. Aún hoy en las sociedades agrícolas los niños tienen muchas oportunidades para practicar las habilidades que necesitan para lograr objetivos y así se conviertan en expertos planificadores y actores. ¿Pero cómo evolucionan los sistemas de motivación y control bajo la minuciosa supervisión de un adulto helicóptero? El carpintero que intenta hacer encajar todas las piezas, al controlar también afecta la motivación.
¿QUÉ DEBE HACER EL JARDINERO?
La respuesta de esta autora es clara: “Más tareas y actividades extracurriculares no son la respuesta. Ellos necesitan el equivalente moderno de aprendizaje: prácticas”. Por ello el aprendizaje debe ser ahora más parecido a un trabajo real, en el que puedan desarrollar habilidades, lograr objetivos y destinar toda su energía en algo productivo. Según esta autora, las horas adicionales en la escuela y las tareas para la casa hoy son menos efectivas para el aprendizaje que los programas comunitarios o en empresas donde los adolescentes deben aplicar conocimientos en experiencias desafiantes de la vida real, con un grado de protección y supervisión de los adultos.
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