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Regístrate y accede a la revistaCuando vemos que adolescentes destruyen sus propios colegios durante una toma, o rayan monumentos patrimoniales y rompen paraderos de buses en medio de manifestaciones en la calle, queda en evidencia su falta de sentido de pertenencia a espacios que debieran reconocer como propios: su escuela, su ciudad, su país.
Sin embargo, es importante ir a las causas y entender qué ha fallado al intentar inculcar este importante valor en ello(a)s. El sentido de pertenencia está íntimamente relacionado con la identidad (quién soy y de dónde vengo) y con la autoestima (me siento orgulloso de quién soy y de dónde vengo). Y por esto, el sentir que “no se pertenece” o peor aún, rabia en vez de arraigo, son males que nos urgen a reflexionar como padres, familia extendida, barrios y nación, en torno a este valor que cobra cada vez más importancia en un mundo globalizado e individualista.
Una hermosa reflexión en torno a la familia dice que ésta nos da identidad y nos instala en la realidad. Nos da identidad a través de nuestro nombre y al conectarnos con nuestras raíces, con la historia de nuestros padres, abuelos y antepasados, con los lugares en donde ellos vivieron y los oficios que desempeñaron. Y nos instala en la realidad paulatinamente, enseñándonos a movernos dentro de todos los espacios que habitamos, con sus cosas buenas y malas, mostrándonos lo bello y también los peligros.
Muy conectado a lo anterior aparece el valor de “pertenencia”, que apunta a un tipo de amor y respeto, cuidado y servicio, por aquello que reconocemos importante para nuestra identidad y arraigo. ¿Por qué es un valor? Porque es un hábito que se aprende y se imita y que al ejercitarlo, repetirlo y vivirlo se transforma en algo valioso para nuestro carácter y para nuestro entorno; enriquece la convivencia y mejora la vida social.
Qué habilidad se deben desarrollar:
La empatía: Saber ponerse en el lugar del otro, entender cómo piensa y respetar cómo siente. El sentido de pertenencia hace posible que surjan vínculos fuertes entre las personas, la lealtad y la capacidad de resolver conflictos de modo sano y positivo.
La reciprocidad: Reconocer que recibimos y a la vez podemos entregar. Conocer la historia de una familia, un colegio, un barrio, una ciudad, permite entender los que otros hicieron para construirlas y lo que podemos hacer ahora por continuar con esa construcción.
La gratuidad: Entender que convivir implica muchas veces entregarse por la felicidad de los demás. En todo grupo humano al que pertenecemos el espíritu de servicio es fundamental para el bienestar y la felicidad de todos.
A los niños pequeños:
A medida que crecen:
En la pre adolescencia y adolescencia:
Juego propuesto:
Trivia de la familia
Escribe en tarjetones preguntas de este estilo y luego, cada persona debe ir sacando un tarjeta y responder. El que más acierta, gana.
Check para vivir el valor de Pertenencia en la familia:
Check para vivir el valor de la Pertenencia en la escuela:
La escuela es el primer ámbito después del hogar en donde el niño aprende a vivir y ejercitar el valor de la pertenencia. Ahí, al ir creciendo, se sentirá parte de un grupo; podrá involucrarse, participar, generar ideas, proyectos y buscar objetivos comunes con sus pares. Por ello, hoy los profesores y directivos tienen la enorme responsabilidad de ayudar a las familias a fomentar este valor tan necesario en nuestra sociedad.
Algunas ideas:
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