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Regístrate y accede a la revistaEstudio de la Universidad del Desarrollo constató un alto nivel de escolaridad en el país. La investigación, además, indagó en el perfil de los desertores, mostrando directa relación entre la pobreza y familias uniparentales.
“En la sociedad chilena la educación constituye un valor muy apreciado por la población, que ve en ella la única forma de progresar en la vida y se encuentra dispuesta a realizar grandes esfuerzos por lograrla. En países desarrollados su diferenciación socioeconómica no es tan elevada y, en consecuencia, las diferencias de ingresos económicos no son del rango que hay en Chile cuando una persona no alcanza a terminar la enseñanza media”, dice Luis Gajardo, sociólogo de la Universidad Central.
Su tesis se confirma con un estudio de la Universidad del Desarrollo (UDD) sobre deserción escolar que señala que en Chile el 88% termina la educación media, por sobre el promedio de la UE (86%) y de la Ocde (85%), y muy superior a otros países de la región, como Argentina (59%) y Brasil (64%).
Según el análisis, el porcentaje de deserción llega a 10,4% de los jóvenes entre 15 y 19 años, cifra que disminuyó 2,2 puntos porcentuales entre 2013 y 2015. Pero según el estudio, a pesar del alto porcentaje de graduación en el país, la deserción continúa siendo un factor de riesgo tanto a nivel individual como social dadas las altas exigencias en el mercado laboral.
“Antes, una persona que no sabía leer ni escribir tenía espacio en la economía y se podía acceder a un trabajo sólo con octavo básico, pero ocurre cada vez menos, y cada vez es más importante tener cuarto medio como piso mínimo”, dice Francisca Dussaillant, directora del Centro de Políticas Públicas de la UDD y autora del estudio.
En Chile, los niveles de deserción comienzan a crecer desde la básica, siendo el cambio de colegio de octavo a primero medio uno de los factores que inciden en la decisión de abandonar el sistema educacional, sobre todo en alumnos que asisten a escuelas básicas y que sólo imparten cursos hasta octavo.
A su vez, los desertores tienden a pertenecer a entornos familiares vulnerables, razón por la cual la pobreza, el bajo acceso al sistema de salud y el requerimiento de ayuda estatal son frecuentes en este segmento. Un 14% de los jóvenes entre 15 y 19 años que desertó en educación media pertenece al primer quintil de ingresos, mientras que sólo el 2% se ubica en el quinto quintil, el más rico.
En el plano familiar, el 32% de los desertores vive con ambos padres, mientras que el 52% de los alumnos que se mantienen en el sistema escolar vive con uno. Además, el 9% de los desertores admitió haber sufrido violencia de pareja, cifra que se reduce a 3% en los no desertores entre 15 y 19 años.
Según el estudio, la deserción se produce por múltiples causales. Los principales factores que inciden en la marginación del sistema educacional tienen que ver con razones de orden económico, cultural, territorial y de integración familiar.
“A nivel familiar también influye fuertemente la experiencia cotidiana que el estudiante tenga en su casa. En escuelas vulnerables, en general, se presentan varios casos de familias uniparentales que de algún modo promueven la deserción escolar. Para un joven contar con un núcleo familiar que funcione como referente le entrega mayor estabilidad emocional, pero cuando esto no sucede, la mayoría de las veces está asociado a contextos de pobreza y de alta vulnerabilidad”, dice Bernardo González, académico del Programa Transversal de Educación de la Universidad de Chile.
Fuente: La Tercera
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