Suscríbete a nuestra revista y podrás leer el contenido exclusivo online
Regístrate y accede a la revistaReprobar un curso y tener que hacerlo por segunda vez, puede ser mirado como una segunda oportunidad, pero hoy la repitencia tiene un carácter más punitivo. Además las familias, en su gran mayoría, castiga al estudiante por no lograr la meta, que es pasar de curso, y eso hace que el proceso sea aún más difícil para los alumnos.
Es fin de año y los escolares terminan un año de clases, de tareas y de estudio. Y al hacer balances del año académico hay muchos que, lamentablemente, tienen balance negativo. La repitencia es el dolor de cabeza de muchos padres que ven ofuscados cómo sus niños no logran tener un rendimiento adecuado para ser promovidos al siguiente curso.
Según estudios, en Chile los alumnos de primero medio son los que presentan mayor nivel de repitencia. Y los hombres repiten más que las mujeres.
Para Daniel Montenegro, profesor diferencial de la UMCE , la repitencia tiene un lado positivo, y es que “…le da tiempo al alumno para madurar tanto emocional como cognitivamente y así desarrollar las habilidades y contenidos que no se afianzaron ni se adquirieron en el proceso, evitando generar una brecha que lo acompañará a lo largo de toda su vida escolar”.
Pero lamentablemente, esto no pasa tan seguido. Si bien hay casos que este objetivo se cumple, hay estudios que señalan que ocurre todo lo contrario, pues existe un alto riesgo que los repitentes interpreten su fracaso como una falta de aptitud y que, por ello, se sientan incapaces de aprender y se resignen a que les vaya mal en el colegio.
Ernesto Treviño, Director del Centro UC para la Transformación Educativa, señala que “la repitencia, inequívocamente, tiene efectos negativos sobre los alumnos. Afecta negativamente tanto el rendimiento académico como la autoestima, las relaciones de amistad y la motivación de los estudiantes”
Lo que debería ser una segunda oportunidad para los alumnos, para que éste nivele sus aprendizaje, en la práctica no es así, esto, porque según señala Daniel Montenegro, “ los colegios no lo consideran como una segunda oportunidad, más bien, es el fracaso de un proceso. Para que realmente sea una segunda oportunidad debería hacerse un análisis de las reales causas tanto pedagógicas como emocionales para tomar decisiones remediales. Cuando pasa esto el alumno realmente avanza y lo ve como una segunda oportunidad”
La desventaja en que se encuentra un niño al que su profesor ha hecho repetir se acrecienta todavía más, ya que nadie le explica al niño qué fue lo que no aprendió y cuál fue la causa que le impidió pasar de curso, qué es lo que debe aprender y quién se encargará de apoyarlo para que lo aprenda.
La repitencia, muchas veces conlleva, entre otras cosas, un cambio de colegio, alejarse de grupo de amigos y una carga social que a muchos avergüenza y que para muchos es difícil de superar, sobre todo cuando se da en cursos de enseñanza media.
Frente a la posibilidad que exista alternativas a la repitencia cuando un niño no cumple con los requisitos evaluados para pasar al siguiente curso, Treviño enfatiza que “la mejor alternativa es tener medidas preventivas de apoyo, con objetivos claros y una temporalidad definida para lograrlos, de forma tal que las escuelas y los docentes se comprometan con la eficacia de las intervenciones y con evitar la repitencia. Además, se pueden cambiar los requisitos, porque es poco común que los estudiantes tengan notas reprobatorias en todas las disciplinas”.
Enfrentar el problema, y no darle a la repitencia un carácter punitivo es el primer paso para que repetir sea efectivamente una oportunidad para remediar y aprender lo que no se aprendió durante el año pasado.
Revisa nuestro contenido en todas las plataformas desde un teléfono hasta nuestra revista en papel.
Mantengamos la conversación, búscanos en twitter como @grupoEducar
Tweets by grupoEducarIngresa a nuestra comunidad en Facebook y profundicemos el debate.