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Regístrate y accede a la revistaHace once años, en 2006, Julio Isamit fue uno de los líderes de la revolución pingüina. En esos años, él y un grupo de estudiantes se movilizaron y transformaron la agenda educativa del país de ese entonces. Ahora, en plena época de campañas, formó la fundación ChileSiempre, integrada por jóvenes a favor de la defensa del derecho a la vida y la libertad de enseñanza. Conversamos sobre su época escolar y los deseos que tiene para Chile.
Hoy, luego de convertirse en la primera generación de su familia que culmina estudios de educación superior, al egresar de Derecho de la Universidad Católica, decidió jugarse por su apuesta más ambiciosa: la creación de una nueva plataforma política que reúna a independientes de centroderecha y que pueda convertirse en una opción de recambio para ese sector.
Toda esa pasión por la política viene, dice, de su época de pingüino. “Imposible no recordar los momentos que vivimos durante la ‘Revolución Pingüina’ el 2006, en que nos tomamos el colegio y nos movilizamos por una educación mejor. Esa vez, entregamos el colegio mejor de lo que lo encontramos”. Sin embargo, reconoce que, por desgracia, “hoy las movilizaciones significan destrozos y pérdidas de ‘lo poco que tenemos’ en la educación pública”.
—No hace tanto tiempo vestías de escolar, ¿qué recuerdos se te vienen a la mente?
—Tengo los mejores recuerdos de mi época escolar, tanto en mi colegio en San Bernardo como en el Instituto Nacional. Soy un orgulloso institutano, ahí pude conocer a compañeros de curso de realidades distintas y con pensamientos diferentes, pero nos unía la búsqueda de más oportunidades para nosotros y nuestras familias.
—¿Profesor que admirabas?
—Siempre hay profesores que marcan vidas. En mi caso, las conversaciones sobre historia con el rector Omar Letelier y con mi profesora Adriana Argomedo siempre fueron especialmente fructíferas y las recuerdo con agradecimiento hasta hoy.
—¿Eras de los tranquilos o de los que se portaban mal?
—Más o menos, je je. Depende del profesor al que le pregunten. Los de Educación Física me odiaban porque nunca fui capaz de cumplir ni el menor de los desafíos que nos ponían y casualmente siempre estaba enfermo el día que nos tocaba deporte.
—¿De dónde nació tu espíritu político? ¿Alguien en quien te inspiras?
—Siempre me había interesado la política, pero fue el 2006 en la “Revolución Pingüina” donde decidí que quería dedicar mi vida a una sociedad de oportunidades. Allí, junto a mis compañeros y profesores, aprendí que, como decía la canción de Juan Carlos Baglietto, ¿de qué sirve ganar si no ganan conmigo los que vienen detrás?
—¿Te queda algún tiempo libre en medio de tus aspiraciones políticas?
—Hoy por hoy, que estoy de candidato a diputado, es difícil encontrar tiempo libre, pero intento pasarlo con mi familia y amigos, viendo una buena película o leyendo un libro.
—¿Último libro que leíste?
—“Los perros y los lobos” de Irène Némirovsky, que es una autora que vale la pena conocer y leer. Además, ahora estoy leyendo “La revolución rusa” de Richard Pipes, a propósito del primer centenario de la revolución bolchevique.
—¿Vas al cine? ¿Última película que fuiste a ver?
—Me gusta mucho ir al cine, y la última fue “Dunkerque”, una gran película sobre la Segunda Guerra Mundial, totalmente recomendable.
—Como un gran visionario que eres, ¿cuál es el sueño que tienes para Chile en 20 años más?
—Sueño con un país libre y de oportunidades, donde el futuro de los chilenos dependa de su esfuerzo y mérito y no de su apellido.
En pocas palabras
Educación: clave para más oportunidades.
Profesores: verdaderos servidores públicos.
Revolución Pinguina: punto de quiebre para una nueva generación.
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